¿Cómo planificar para alcanzar los objetivos de mi misión?

“Para gestionar un patrimonio se necesitan unos objetivos de inversión claros, un gran nivel de personalización, una planificación realista y una buena definición de parámetros”, explican desde Alveus – Grupo ETS

“Anticipación y planificación tendrán que ir de la mano para poner el patrimonio de una institución al servicio de la Misión”. Así lo señalan desde Alveus – Grupo ETS, iniciativa que surge para ayudar a congregaciones y fundaciones que necesitan respuesta real a sus necesidades en relación con la gestión de sus recursos financieros. 



Y agregan: “El primer paso será entender a la perfección la misión para ser capaces de prever lo que pueda ocurrir. Y para ello, una buena planificación (el siguiente paso) permitirá fijar los objetivos necesarios para llevar a cabo la misión en el mejor escenario posible”.

La misión puede actuar con distintos objetivos, planificándola para cuantificar los requerimientos de cada uno de ellos. Fraccionando el patrimonio en base a dichos objetivos se consigue que la cartera cubra sus necesidades. Entonces, ¿qué decisiones tomar para planificar mejor y alcanzar los objetivos de la misión? ¿Cómo hacer más eficiente la gestión del patrimonio?

Como ya anunciaban en ‘Los tres pilares básicos para una gestión financiera eficiente’, la diversificación de la cartera, la gestión de la liquidez y no sobrediversificar en entidades de asesoramiento, son pilares básicos para conseguir una buena gestión alineada con la misión. No obstante, existen otros factores importantes que complementan y mejoran la gestión.

Visión agregada

“Una sobrediversificación por entidad puede no solo ser ineficiente sino perjudicar a la institución. Es fundamental que los responsables (ecónomos) de la gestión patrimonial de una institución tengan una visión global de la cartera, lo que les permitirá tomar las decisiones adecuadas y coherentes con los objetivos de la misión. Además, les aportará una perspectiva difícil de conseguir de otro modo”, manifiestan.

Para poder agregar las posiciones de una cartera y disponer de una consolidación de las inversiones actualizada en tiempo y forma, la tecnología es imprescindible. “Sin el apoyo tecnológico, lo más probable es que tuviéramos que renunciar a tener la información actualizada y conformarnos a disponer de dicha información desfasada en el tiempo”, resaltan.

Plazo de la cartera

El plazo de la cartera es el horizonte temporal de la inversión y debe ir acorde a la misión. “Conocer el plazo al cual no se va a necesitar disponer del patrimonio (a través de la planificación) permitirá configurar la cartera de una forma u otra, pudiendo por norma general, asumir mayor riesgo cuanto mayor es el plazo y asignar una parte a activos ilíquidos en busca de una prima por iliquidez”, dicen los expertos en gestión.

Universo de inversión

El universo de inversión hace referencia, entre otras cosas, a los distintos activos en los que una institución puede invertir. “A día de hoy, el mundo de los instrumentos financieros es muy amplio y rico, permitiendo obtener una cartera muy diversificada”, apuntan.

Por ello, “una buena diversificación y un adecuado conocimiento de los instrumentos financieros son piezas clave para una inversión sencilla, segura y sólida. Es por esto que un primer cribado es interesante para formar un universo de inversión apropiado”, sostienen.

Históricamente, se gestionaban carteras compuestas fundamentalmente por activos tradicionales (acciones de empresas que cotizan en bolsa, o activos de renta fija como bonos, pagarés, etc.). Sin embargo, “está probado que incorporar activos alternativos a la gestión (inmuebles, materias primas, divisas o empresas no cotizadas) permite ampliar el efecto diversificación, y por tanto, controlar y reducir el riesgo global al que se expone la cartera”, añaden.

Además del tipo de activo, el universo también se refiere a su localización geográfica, exposición a distintas familias de riesgo, o incluso exposición a divisa. “La exposición a una divisa distinta de la divisa base de la cartera, puede llevarse a cabo bien como oportunidad (igual que cualquier otro activo), bien porque sea requerida para la misión de la institución”, advierten.

“Si la institución necesita de rentas recurrentes, la cartera deberá estar orientada a la obtención de dichas rentas y deberá configurarse como tal. Es lo que denominamos cartera de distribución”, afirman. Sin embargo, “si se presupone que no se va a necesitar liquidez en un determinado plazo, todo lo que genere la cartera se reinvierte en ella, se acumula. Hablamos entonces de una cartera de acumulación”, continúan.

Por tanto, “para gestionar un patrimonio se necesitan unos objetivos de inversión muy claros, un gran nivel de personalización, una planificación realista y una buena definición y configuración de parámetros”, señalan para luego rematar: “¿Está tu institución poniendo en práctica estos puntos? ¿Lleváis a cabo una planificación eficiente que permita la alineación de la gestión con la misión?”.

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