El Papa anima a los “quijotes” que se dedican a la música y sufren por el Covid

  • Francisco envía un videomensaje a los participantes en el IV Congreso Internacional de Música
  • Citando a Cervantes recuerda que “donde hay música, no puede haber cosa mala”

“Donde hay música, no puede haber cosa mala”. Con esta cita de Don Quijote de la Mancha, Francisco, recordando a Miguel de Cervantes, ha querido apoyar el trabajo de tantos músicos que se han visto afectados por la pandemia del coronavirus.



El Papa ha enviado un videomensaje a los participantes del IV Congreso Internacional de Música, que, promovido por el Pontificio Consejo para la Cultura en colaboración con el Pontificio Instituto de Música Sacra y el Pontificio Instituto Litúrgico de la Universidad Sant’Anselmo, se celebra hoy y mañana bajo el tema ‘Iglesia y música: textos y contextos’.

“Sabemos que desde el comienzo de la pandemia, la actividad en el campo de la música se ha reducido considerablemente. Mi pensamiento se dirige a todos los que se han visto afectados: a los músicos, que han visto su vida y su profesión trastornadas por las exigencias del distanciamiento; a quienes han perdido su trabajo; a quienes han tenido que afrontar los momentos necesarios de formación, educación y vida comunitaria en contextos difíciles”, ha señalado.

Francisco recuerda que “muchos han dedicado importantes esfuerzos para seguir ofreciendo un servicio de música con creatividad. Este es un compromiso válido no solo para la Iglesia, sino también para el horizonte público, para quienes trabajan en las salas de conciertos y en otros lugares donde la música está al servicio de la comunidad”. Así, espera que “este aspecto de la vida social también pueda renacer, que volvamos a cantar y tocar y a disfrutar de la música y cantar juntos”.

El Pontífice también ha reconocido que “el campo musical es un ámbito muy importante para la liturgia y la evangelización”. “El patrimonio musical de la Iglesia, de hecho, es muy variado y puede sustentar, además de la liturgia, también la actuación en conciertos, en la escuela y en la catequesis, y también en el teatro”, ha añadido.

El valor del silencio

Para Jorge Mario Bergoglio, un buen músico conoce “el valor del silencio, el valor de la pausa”. “La alternancia entre sonido y silencio es fructífera y permite la escucha, que juega un papel fundamental en cualquier diálogo”, porque “el desafío común es escucharnos unos a otros”, ha agregado.

“En la liturgia se nos invita a escuchar la Palabra de Dios, la Palabra es nuestro ‘texto’, el texto principal; la comunidad, nuestro ‘contexto’. La Palabra es fuente de sentido, ilumina y guía el camino de la comunidad. Sabemos lo necesario que es contar la historia de la salvación con lenguajes que se puedan entender bien. La música también puede ayudar a que los textos bíblicos ‘hablen’ en contextos culturales nuevos y diferentes, de modo que la Palabra divina pueda llegar eficazmente a las mentes y los corazones”, ha explicado.

Por otro lado, Bergoglio ha dirigido su pensamiento a las comunidades indígenas, en las que “la música se integra con los demás elementos rituales de la danza y la celebración. En este contexto, pueden surgir narrativas atractivas al servicio de la evangelización. De hecho, la experiencia integral del arte musical también incluye la dimensión de corporeidad”.

Antes de concluir su discurso, el Papa ha lanzado dos preguntas: “¿El silencio que vivimos es vacío o estamos escuchando? ¿Permitiremos luego la aparición de una nueva canción?”. Y ha subrayado: “El texto y el contexto, ahora presentes en una nueva forma, nos estimulan a retomar nuestro camino juntos. Voces, instrumentos musicales y composiciones continúan expresando, en el contexto actual, la armonía de la voz de Dios, conduciendo hacia la ‘sinfonía’, es decir, la fraternidad universal”.

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