El año non-stop de Francisco pese al coronavirus: así ha sido su confinamiento (a medias) este 2020

Los planes y agendas de todo el mundo para este 2020 que está acabando han quedado totalmente trastocadas. También la del papa Francisco ha celebrado este año la Semana Santa y la Navidad más discretas –y quizá más intensas espiritualmente– que se recuerden en los últimos tiempos. Porque el confinamiento y la supresión de audiencias o viajes no han podido frenar el mensaje de Francisco, Vida Nueva repasa algunas de las acciones más importantes del pontífice durante estos meses. El año en el que por primera vez Francisco ha escrito un artículo para una revista, el ‘Plan para resucitar’ de Vida Nueva.



‘Fratelli tutti’: una enciclica sobre la fraternidad

El año 2020 nos ha dejado la imagen del papa Francisco firmando a los pies de la tumba de san Francisco en Asís la tercera encíclica de su pontificado: ‘Fratelli tutti’, un texto dedicado a la “fraternidad y la amistad social” que es algo más que una receta para superar la crisis actual, es un estilo de vida.

La encíclica supone un paso más en la dirección marcada en 2019 por el ‘Documento sobre la Fraternidad Humana por la paz mundial y la convivencia común’ firmado en Abu Dabi junto al Gran Imán de Al-Azhar, el doctor Ahmed Al-Tayyeb. “La ofrecí a Dios sobre la tumba de san Francisco, en el cual me he inspirado al igual que en la anterior encíclica, ‘Laudato si’”, confesó Francisco al día siguiente de la firma en el ángelus. Para el Papa, “la fraternidad humana y el cuidado de la Casa común forman el único camino hacia el desarrollo integral y la paz ya indicada por los santos Papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II”.

Una bendición especial

El 27 de marzo de 2020 el papa Francisco impartió su bendición más solemne, la reservada solo para los papas: la bendición ‘Urbi et orbi’. No era Navidad, ni Pascua ni el primer día de Bergoglio en la sede de Pedro. La pandemia del coronavirus propició un momento de oración inédito y una bendición especial ante una Plaza de San Pedro vacía y un pontífice avanzando hasta el atrio de la basílica bajo la lluvia.

“Nos ha sorprendido una tormenta inesperada y furiosa” y “descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”, señaló comentando el relato evangélico de la tempestad calmada por Jesús. La situación actual, reivindicó Francisco, es un momento “para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”.

El papa Francisco se dirige en solitario frente al atrio de la basílica de San Pedro.

La respuesta de la Iglesia

Además de la oración, Francisco ha alentado miles de gestos para combatir la pandemia y evitar que esta deshumanice a las sociedades más vulnerables. Desde la Limosnería Apostólica se han enviado cientos de ecógrafos y respiradores, materiales para hacer pruebas, ambulancias y dinero a quienes más necesidad tenían en cada momento. El Papa ha celebrado jornadas como el día de sus santo o de su cumpleaños haciendo algunas importantes donaciones.

De hecho, el 25 de diciembre, con motivo de la Navidad, el Papa regaló a la ciudad de Roma 4.000 pruebas PCR destinadas a los indigentes de la capital italiana.

Un pacto por la educación

“Una alianza por un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al diseño de Dios”, así ha definido Francisco una de sus grandes apuestas del pontificado, lograr un “Pacto Educativo Global”. Para ello, el Vaticano esperaba organizar un gran encuentro mundial en mayo que se reconvirtió en una cumbre virtual en el mes de octubre en el que participaron, entre otros, la directora general de la UNESCO Audrey Azoulay.

“Invito a cada uno a ser protagonista de esta alianza, asumiendo un compromiso personal y comunitario para cultivar juntos el sueño de un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al diseño de Dios”, señalaba Francisco en la convocatoria.

La misa de cada día

En pleno confinamiento, con las celebraciones religiosas suspendidas, el papa Francisco abrió las puertas de su casa y su capilla en la residencia Santa Marta del Vaticano para compartir una lección cotidiana de esperanza en los momentos más duros del inicio de la pandemia del coronavirus. Enfermeras, capellanes, personal de limpieza, fuerzas del orden, enfermos, difuntos y demás víctimas… estuvieron en las intenciones de Francisco durante este tiempo en el que las audiencias generales de los miércoles o el rezo del ángelus los domingos tuvieron que celebrarse unos meses sin fieles presentes.

La economía y los jóvenes

Otro de los grandes encuentros programados para este año ha sido el destinado a la “Economía de Francisco”, centrado en los jóvenes. Con aforo reducido en Asís y conexiones con medio mundo, el pasado mes de noviembre, el Papa les recordó a los participantes que “este encuentro virtual en Asís no es un punto de llegada sino el puntapié inicial de un proceso que estamos invitados a vivir como vocación, como cultura y como pacto. Como vocación, cultura y pacto”.

La transformación de los modelos económicos deshumanizadores es una prioridad del Papa, una exigencia de la Doctrina Social de la Iglesia. “Saben que apremia otra narración económica, se necesita asumir responsablemente que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista y golpea principalmente a nuestra hermana tierra, tan gravemente maltratada y expoliada, y a los más pobres y excluidos”, reclamó a los jóvenes economistas a quienes pidió “ensuciarse las manos” y evitar “atajos”.

Un año para san José

En un atípico 8 de diciembre, con salida privada a la Inmaculada de la Plaza de España de Roma incluida, el papa Francisco ha convocado un año dedicado a san José con la carta apostólica ‘Patris corde’ (‘Con corazón de Padre’) en la que describe a san José como “el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta”. Una forma de conmemorar los 150 años de su declaración como patrono de la Iglesia universal.

El Papa reivindica la plena actualidad de san José, a quien vincula directamente a la pandemia del coronavirus, a quienes como él, desde la discreción, juegan un papel fundamental para que la humanidad salga adelante. De hecho, lo compara con los enfermeros, las limpiadoras, los transportistas… “San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”, destaca Francisco.

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