La pandemia de Covid-19 impulsa un centro de investigación para la pastoral en Monterrey, México

Desde fines de siglo pasado, el sacerdote regiomontano Miguel Alanís Cantú, fundador del Secretariado de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Monterrey, había planteado la posibilidad de crear un centro dedicado exclusivamente a la investigación de los problemas pastorales en dicha diócesis.



A raíz de la actual pandemia de Covid-19 y del obligado cierre de los templos para evitar posibles contagios, el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, manifestó su preocupación de que la salud espiritual de los fieles pudiera verse afectadas de manera negativa por tal medida.

Fue por ello que en agosto pasado se creó el Centro Pastoral de Investigaciones (CPI) “Miguel Alanís Cantú”, cuyo objetivo es investigar y discernir a la luz de la fe cristiana y de las ciencias sociales, las diferentes realidades que se viven en la arquidiócesis regiomontana para ofrecer no propiamente soluciones a los problemas, sino horizontes y enfoques que en su momento serán analizados y aplicados por los responsables pastorales.

Profesionales al servicio del CPI

En entrevista para Vida Nueva, el vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey, el sacerdote José Francisco Gómez Hinojosa, explica que el CPI cuenta con un grupo de profesionistas (laicos y presbíteros), expertos en diferentes áreas: teología, pastoral, sociología, mercadotecnia, talento humano, psicología, cultura de la calidad, procesos de innovación, etc., que facilitan su misión.

“Estudiamos las percepciones, tanto de fieles como de personas no creyentes, sobre las problemáticas pastorales que van surgiendo en el devenir del trabajo evangelizador, e investigamos mejores prácticas o modelos de pastoral que estén operando en otros lugares”, abundó.

Una de las primeras acciones del CPI fue realizar una encuesta entre los fieles más cercanos a las parroquias para conocer su percepción sobre la pastoral diocesana en general. De esta encuesta ya se cuenta con resultados cuantitativos, y se trabaja en los cualitativos.

José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey

“Además de la encuesta, estamos trabajando en un requerimiento específico de la Pastoral Catequética, que está preocupada por el aprovechamiento que los niños están teniendo de las catequesis virtuales en la Arquidiócesis”.

“También nos sigue preocupando el impacto sanitario, económico y psicosocial de la pandemia. Con seguridad atenderemos estas inquietudes en el futuro inmediato, siempre en coordinación con los respectivos responsables de las diferentes áreas pastorales involucradas”, añadió.

¿Cómo trabaja el CPI?

El sacerdote Gómez Hinojosa explicó que una vez que el CPI detecta una situación preocupante, a través de diversas metodologías de investigación, tanto cualitativas como cuantitativas, se obtiene información directamente de las personas y/o grupos involucrados.

Con base en dicha información –dijo- se “definen planes de acción para atender las necesidades que vamos identificando, y se les comunica como una respuesta a la solicitud de nuestro cliente-usuario pastoral”.

“A éste le insistimos en que es muy importante no sólo tener absoluta claridad en lo que se quiere investigar, sino en la utilidad pastoral que le aportarán los resultados. Enfatizamos en la relevancia no sólo del qué, sino del para qué”, dijo.

En este sentido, dejó en claro que no se trata de buscar sólo un acopio de información, sino de vías para la solución de problemas pastorales concretos. “Confiamos en que el producto final de la investigación cuantitativa y cualitativa sirva a nuestros clientes-usuarios para fortalecer o modificar sus proyectos pastorales”.

Los jóvenes, una preocupación

El sacerdote apuntó que el centro también tiene como prioridad atender propuestas relacionadas con la participación de las mujeres y los jóvenes en la Iglesia arquidiocesana.

Sobre la juventud, Francisco Gómez aseveró que los desafíos al respecto son enfrentar el desinterés por una propuesta evangelizadora que les parecía aburrida, descontextualizada, arcaica, antes de la pandemia.

Por otra parte -concluyó- será importante acompañar a los jóvenes que ya participaban en los grupos parroquiales y en los movimientos apostólicos, y que a causa de la pandemia han resentido no encontrarse, no convivir, no fortalecer su espiritualidad comunitaria de manera presencial.

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