Confinamiento “en familia”: así se vive en los 83 pisos de acogida de las Plataformas Sociales Salesianas en España

Debido a la pandemia del Covid-19, las familias han tenido que aprender a convivir confinados en casa, sin poder salir. Una situación a la que también han tenido que adaptarse los jóvenes que se encuentran en pisos de acogida, así como migrantes y refugiados.



Solo las Plataformas Sociales Salesianas en España cuentan con 83 recursos residenciales de este tipo: centros de emancipación, de migrantes, de transición a la vida adulta, centros para solicitantes de protección internacional o refugiados en situación de vulnerabilidad. En ellos viven cerca de 700 personas. En el tiempo de confinamiento su día a día ha cambiado considerablemente y los equipos educativos han tenido que afrontar esta situación imprevista.

Algo común que destacan los educadores es la sorpresa, para bien, de la reacción de la mayoría de los jóvenes que viven es estos centros y pisos, “después de la primera semana de concienciación han entendido la necesidad de quedarse en casa. Nunca habían estado tantas horas en casa ni pasado tanto tiempo en “familia”, están cumpliendo muy bien, con gran compromiso”, reconocen.

Nueva rutina

Los equipos educativos que conviven con los jóvenes explican que han “cambiado los turnos de trabajo, estamos a turnos de 12 horas, 3 días por semana y el resto de los días descansamos”, como es el caso de los centros de Torrent y Valencia de la Fundación María Auxiliadora. Por otra parte, los educadores también realizan su intervención de forma virtual, yendo a la vivienda si hay alguna urgencia o si los destinatarios necesitan material sanitario.

En los pisos y centros donde los educadores conviven con los jóvenes se han establecido horarios muy marcados: “hemos retrasado la hora de levantarse, pero luego hay horarios y cuadrantes consensuados para las comidas, los tiempos de trabajo y estudio, los de ocio y el descanso”, afirman los educadores de la Fundación Main en Canarias.

“La ampliación de horarios de intervención ha traído más tiempo para cuidar las conversaciones, para estar juntos, hemos visto cómo algunos sacan lo mejor de ellos mismos y a nosotros nos ha obligado a salir de nuestras zonas de confort, buscar nuevos recursos, nos han hecho cambiar”, reflexiona José Carlos Rodríguez, coordinador del Proyecto Residencial de Casa Garelli Protección de la Fundación Pinardi, algo que comparten los educadores de la Casa Don Bosco de Villamuriel del Cerrato y del hogar “Tragaluz” en León de la Fundación Juan Soñador.

“Está siendo una experiencia educativa muy interesante, al estar tanto tiempo juntos valoran más la convivencia y trabajan más la tolerancia y la frustración. Antes, con cualquier problema, la mayoría buscaba refugio en la calle, ahora tienen que enfrentarlo e intentar solucionarlo”, completan los educadores de los centros de FISAT- Fundación Ángel Tomás.

Noticias relacionadas
Compartir