Cuatro canciones de Luis Eduardo Aute sobre Dios en el día de su muerte

Luis Eduardo Aute ha fallecido hoy a los 76 años, después de que un infarto cerebral en 2016 frenara en seco la actividad de este artista que componía con la misma libertad y tino que daba una pincelada o se situaba detrás de una cámara. Entre los temas recurrentes en sus reflexiones y en sus versos, se encontraba la idea de Dios. “Ateo no soy. Todo este invento debe tener una razón de ser. Hay un sentido de las cosas”, meditaba este español nacido en Manila. Y así lo reflejaba en muchos de sus temas, en los que abordaba el sentido de la vida y el hecho religioso.



En el verbo hay tres personas, la Trinidad. Yo, tú, él, el resto son sus plurales. Mi yo, es mío, tu yo, es tuyo, su yo, es suyo. No son tres yo es, es uno solo. Ese juego de dialéctica trinitaria es muy similar al del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, llegó a afirmar. “Nada es gratuito. En fin, para mí es un gran misterio que no puedo liquidar diciendo Dios no existe. No lo sé…”.

En el día de su adiós, Vida Nueva repasa tres de sus canciones “provocadoras” en las que Dios envuelve su creatividad.

‘Rosas en el mar’

Interpretada por Massiel, sin duda es el tema que le consagró como compositor. En el tema expone su anhelo de libertad, de búsqueda del amor, del deseo de paz para el mundo, tras valores inherentes al humanismo cristiano.

‘Aleluya nº5’

En 1987, Aute compone ‘Templo’, un disco en el que explora el amor humano y el erotismo a partir de toda la simbología cristiana. Tanto es así que compararon sus versos con los de san Juan de la Cruz. En este particular “aleluya­” que fue otro hito en su discografía, compara la pasión humana con la experiencia religiosa. “Aquel disco no tenía nada que ver con San Juan. Nacía de una necesidad que siempre he sentido de sacralizar lo profano sin profanar lo sacro”, expresó el cantautor.

‘Idiosincrasia’

Incluido también en ‘Templo’, Aute se adentra en un juego de palabras en la que entremezcla dichos populares, refranes y el lenguaje litúrgico para desembocar prácticamente en un trabalenguas de omnipresencia divina.

‘Dios me perdone’

En apenas ocho versos, el cantautor le recrimina a Dios el dolor que ve en el mundo, una meditación que en algunos momentos puede renacer en plena pandemia del coronavirus.

 

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