Julio Martínez: “En estos tiempos resulta arriesgado decir que la historia tiene sentido, pero hay que hacerlo”

El rector de la Universidad Pontificia Comillas ha cerrado con su discurso el acto solemne por el Día de la Comunidad Universitaria, en la festividad de santo Tomás de Aquino

“Un año más la fiesta de Santo Tomás de Aquino nos da el marco perfecto para celebrar la vida universitaria”. Así ha comenzado hoy, 28 de enero, su discurso Julio Martínez, durante el acto solemne por el Día de la Comunidad Universitaria, en la festividad de santo Tomás de Aquino. “Este año”, ha dicho, “me surge el deseo de hacerlo viendo nuestra vida a la luz de la imagen del camino o, aun mejor, el vivir a la luz del caminar, del moverse abriendo brechas y oteando horizontes”.



Y es que, como ha afirmado el rector, “si quedarse quieto remite a la pasividad y la inercia, caminar es avanzar, con pausa y tino; avanzar disfrutando“. Recordando el ideal del ‘homo viator’, Martínez ha subrayado que “somos seres en camino: en camino físico está quien se desplaza de un lugar a otro; en camino intelectual el que va en búsqueda de la verdad y para ello se aplica científicamente; en camino moral de hacerse persona con un carácter bueno; en camino psicológico hacia la maduración psico-afectiva; en camino espiritual de quien va tras la eternidad adentrándose agradecida y reverencialmente en el misterio”.

Sin embargo, como ha resaltado el rector de Comillas, el camino “no es solo una condición pasajera”, sino “el modo de ser característico del ser humano en su tránsito del yo al nosotros para llegar al sí mismo”. De esta manera, “la peregrinación en sus diferentes formas aparece como uno de los símbolos más fecundos para entender la vida en su itinerario hacia la progresiva realización del deseo de ser, de conocer y de amar propios de la vida humana”.

Seguir caminando

Martínez se ha referido a los distintos homenajeados del día de hoy – alumnos, profesores, doctores -, a quienes ha ofrecido las palabras del papa Francisco: “no escuchemos a quien recomienda cínicamente no cultivar esperanzas en la vida; no nos fiemos de quien apaga desde el principio cada entusiasmo diciendo que ningún esfuerzo vale el sacrificio de toda una vida. Cultivemos, en cambio, sanas utopías: Dios nos quiere capaces de soñar como Él y con Él, mientras caminamos muy atentos a la realidad. Soñar con un mundo distinto. Y si un sueño se apaga, volver a soñarlo de nuevo”.

“¿Qué hace un caminante tras arribar al destino soñado?”, ha preguntado Martínez. “Disfrutar de la meta alcanzada e iniciar un nuevo camino, una nueva andanza y aventura con nuevas metas, renovados itinerarios y recargadas energías”, ha recalcado, añadiendo que “queremos que nuestro caminar sea avance y crecimiento, no necesariamente fácil y rectilíneo, pero sí hacia lo nuevo”.

“En la perplejidad de los tiempos borrascosos en que estamos”, ha continuado el rector, “resulta casi arriesgado afirmar que la historia tiene sentido. Pero, por arriesgado, aún es más conveniente”. A pesar de esto, está “convencido de que la historia no tiene leyes fijas y de que depende de las decisiones humanas, es difícil ocultar que el progreso nada tiene de rectilíneo, y fácil comprobar cómo el mal causado por el ser humano lleva frecuentemente a situaciones dañinas y absurdas, de esas que consideramos situaciones sinsentido”.

Lo esencial de la vida como don

Y es que “la fe cristiana cree que, pese a todas las decepciones y fracasos de nivel micro y macro, pese a todos los desvaríos, las catástrofes y las maldades que hay, existe una confianza fundamental que no nos permite declarar desahuciadas ni a las personas ni al mundo”. Así, contra todo fracaso, “el sentido de la historia sigue vivo y la esperanza es más fuerte que toda desesperanza”.

“Adentrándonos en la acción humana descubrimos que lo esencial de la vida en último término se nos da como don y de algún modo acontece como esos encuentros gratuitos, inesperados y sorprendentes que nos transforman”, ha explicado. Por eso, lo esencial “se nos da como ‘gracia’ que se recibe no cuando uno más compuesto y ordenado está, sino cuando más vulnerable uno se siente”. De esta manera, a pesar de todo, “la gracia irrumpe en la historia descubriendo a los ojos que lo saben ver lo completamente nuevo, originario y totalmente otro, eso que no sabemos llamar o que, balbucientemente, llamamos Dios”.

“Si tenemos ojos para reconocerle, en el camino nos sale constantemente al encuentro, especialmente en el prójimo, pero no menos en las tareas cotidianas o en los acontecimientos de más tronío”, ha aseverado Martínez, quien ha reflexionado, además, sobre el hecho de que Dios “se haya hecho sujeto personal de una historia verdaderamente humana”, lo cual “hace descubrir la dignidad insobornable de ser persona y ayuda a comprender al ser humano mismo como sujeto histórico”. “Dios asume en Cristo la historia humana hasta sus últimos recovecos y consecuencias” y, por ello, el cristianismo “no concibe la salvación fuera de la historia sino sólo la puede concebir desde la historia misma”.

El bien común, base del pensamiento cristiano

Así lo explicó también santo Tomás en la Suma Teológica: “quien busca el bien común de la multitud busca también, como consecuencia, el suyo propio por dos razones. La primera, porque no puede darse el bien propio sin el bien común, sea de la familia, sea de la ciudad, sea de la patria; la segunda, porque siendo el hombre parte de una casa y de una ciudad, debe buscar lo que es bueno para sí por el prudente cuidado del bien de la colectividad”. De esta manera, el bien común es “una categoría nuclear” del pensamiento “social cristiano que, en una era tecnológica tan potente como ambivalente, se vuelve más actual que nunca”.

Por este motivo, Martínez ha expresado su deseo de que todos los egresados de Comillas “estén en primera línea como constructores eficaces del conjunto de condiciones para una convivencia de todos en concordia, justicia y libertad”. “El bien común que empieza por no sucumbir a la tentación de apropiarse de bienes o dineros que son de todos”, ha remarcado, “y sigue por la búsqueda de las relaciones, alianzas y colaboraciones que más beneficien al común, así como por procurar los recursos necesarios y proveer los medios necesarios para una vida digna”.

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