En su último acto en Mauricio antes de tomar un vuelo hacia Madagascar, donde pasará la noche para regresar mañana a Roma, el papa Francisco invitó a las autoridades de esta pequeña isla situada en el océano Índico que acojan y protejan a los inmigrantes que llegan a esta tierra en busca de una vida mejor. Lo hizo después de destacar cómo en el “ADN” de los habitantes de Mauricio “guarda la memoria de estos movimientos migratorios que condujeron a vuestros antepasados a esta isla y que también los llevaron a abrirse a las diferencias para integrarlas y promoverlas por el bien de todos”.
En el discurso que leyó en el Palacio Presidencial de la capital, Port Louis, tras reunirse con el presidente interino, Barlen Vyapoory, y con el primer ministro, Pravind Kumar, el Pontífice celebró la diversidad de este país de poco más de 1,3 millones de habitantes en el que son mayoría los descendientes de los migrantes del subcontinente indio. Destacó su “rostro multicultural, étnico y religioso”, así como “la belleza que proviene de vuestra capacidad de reconocer, respetar y armonizar las diferencias existentes en función de un proyecto común”.
Diversidad reconciliada
Puso, en definitiva, a Mauricio como un ejemplo de que “es posible alcanzar una paz estable desde la convicción de que la diversidad es bella cuando acepta entrar constantemente en un proceso de reconciliación, hasta sellar una especie de pacto cultural que haga emerger una ‘diversidad reconciliada’”. Se consigue así una base para construir una “comunión real” que evite la “marginación, exclusión o rechazo” de una parte de la sociedad.
El Papa pidió a las autoridades de este pequeño país que “luchen contra todas las formas de corrupción”, un problema al que no ajena la clase política de Mauricio, como demuestra la dimisión de la anterior presidenta, Ameenah Gurib-Fakim, debido al uso personal de una tarjeta de crédito proporcionada por una organización benéfica. “Que podáis manifestar la grandeza de vuestro compromiso al servicio del bien común y ser siempre dignos de la confianza que os dan vuestros conciudadanos”, pidió Francisco en Mauricio, donde sólo pasó ocho horas.
Oasis de paz
También recordó en su alocución la “tradición democrática” del país desde que obtuvo su independencia en 1968, que lo ha convertido en un “oasis de paz”, e invitó a las autoridades a “luchar contra todas las formas de discriminación” de manera que el crecimiento económico beneficie a toda la población.
“Me gustaría animaros a promover una política económica orientada hacia las personas y que sepa privilegiar una mejor distribución de los ingresos, la creación de oportunidades de empleo y una promoción integral de los más pobres”, dijo el Papa. Animó a continuación a “no sucumbir a la tentación de un modelo económico idólatra que siente la necesidad de sacrificar vidas humanas en el altar de la especulación y la mera rentabilidad”.
Base de Diego Garcia
En su discurso antes de que hablara el Pontífice, el primer ministro mauriciano pidió el apoyo del Vaticano para la resolución del conflicto que su país mantiene con Reino Unido a cuenta del archipiélago de Chagos, que reclama como parte de su territorio. La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el pasado mayo una resolución que exige a Londres la devolución a Port Louis del control de estas islas, en las que se encuentra la base militar angloestadounidense de Diego Garcia.