Manos Unidas se la juega por las mujeres “cuya voz ni se oye por mucho que griten”

  • La presidenta de la ONG católica reivindica la igualdad de género en el 60º aniversario de la entidad
  • María Jesús Pérez, misionera en Ecuador, subraya que “nuestros proyectos no son limosna, impulsan los derechos de la mujer”

La misionera española María Jesús Pérez

Un homenaje y una reivindicación. Por todas las mujeres. Las que sufren la violencia. Las que padecen la exclusión. Por su dignidad y sus derechos. Manos Unidas cumple 60 años y, para celebrar este aniversario, ha centrado su mirada en ‘La mujer del siglo XXI: ni independiente, ni segura, ni con voz’. Bajo el lema ‘Creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas’, la ONG de la Iglesia católica ha puesto en marcha su campaña de lucha contra el hambre con una rueda de prensa celebrada en la Asociación de la Prensa de Madrid.

La presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, puso en valor que la igualdad de género sea un principio fundamental de la Carta de las Naciones Unidas. “La igualdad de género no es algo de ahora, hace muchos años que se reivindica”, enfatizó, sabedora de que “por todas las mujeres que no son independientes, por las que no se sienten seguras y por aquellas cuya voz ni se oye por mucho que griten, vamos a trabajar especialmente este año”.

Manos Unidas presenta su campaña contra el hambre en la Asociación de la Prensa de Madrid

Manos Unidas presenta su campaña contra el hambre en la Asociación de la Prensa de Madrid

La máxima responsable de la entidad recordó que todavía hoy 821 millones de personas padecen hambre en el mundo fruto de la “globalización de la indiferencia” que denuncia el papa Francisco. “Es la suma total de la población de Europa y Estados Unidos. Y no se consentiría que esta cifra brutal, que cuesta asimilar, comprender y digerir haya aumentado por segundo año consecutivo”, denunció Pardo, que alzó la voz contra quienes especulan con el precio de los alimentos, contra los “gobiernos tiránicos y corruptos que financian guerras eternas”, contra las empresas que “amenazan las vidas de las poblaciones cercanas, como acabamos de ver hace menos de una semana en Brasil”.

Trabajar con esperanza

“En Manos Unidas no nos permitimos perder la esperanza”, alentó Pardo, “a pesar de que no es a Manos Unidas, ni a ninguna ONG del mundo, a quien corresponde esa labor, que debería recaer exclusivamente en los Estados”.

Lo cierto es que, durante estos 60 años, Manos Unidas ha apoyado proyectos de desarrollo en África, América y Asia. En la última década, esto se ha traducido, por ejemplo, en más de mil proyectos agropecuarios por un valor de 113 millones de euros que han alcanzado a 2,6 millones de personas, o 2.433 iniciativas educativas que han ayudado con 122 millones de euros a más de 2,4 millones de personas.

Contra la explotación y la marginalidad

A Clara Pardo le acompañó en la presentación de la campaña María Jesús Pérez, misionera franciscana estigmatina destinada en Ecuador, que además es directora ejecutiva de Maquita Chushunchic, entidad colaboradora de Manos Unidas. Junto a ella, Martha Beatriz Roldán, indígena quechua beneficiaria de Maquita descendiente de esclavos y perteneciente a una familia marcada por el machismo y la exclusión.

“Maquita no nació de la cabeza de nadie, sino de la explotación que vivían los campesinos y la marginalidad de las mujeres de la región”, explicó la religiosa, que aclaró que si bien la entidad “empezó siendo una respuesta para el consumo de las familias, luego nos ampliamos a otras acciones para solucionar otros problemas causa de la pobreza”.

Triplemente pobres

“Las mujeres son doble o triplemente pobres, primero por la pobreza de su región, luego por ser mujer y, en tercer lugar, por ser indígenas y negras”, lamentó María Jesús Pérez, que alzó la voz especialmente contra la violencia machista y en favor de medidas como la protección de la maternidad.

“Como mujer, en las reuniones de las ONG, yo misma me he tenido que hacer escuchar por ser la única. Estoy acostumbrada a que se manipulen mis palabras, pero he logrado hacerme valer para mostrarles a los hombres que puedes y sabes sin crear choques ni violencia”, explicó la franciscana estigmatina, sabedora de que “si queremos crear una sociedad de iguales, tenemos que ayudar a tomar conciencia a los varones con toda sencillez”.

Frente a ello, la misionera española subrayó cómo Maquita ha puesto en marcha en este tiempo, entre otras medidas, cursos de formación y capacitación, así como asambleas y marchas por los derechos y la igualdad. “Nuestros proyectos no son limosna, impulsan la sostenibilidad y los derechos de la mujer. Hoy en día ya hay mujeres lideresas que están llegando a puestos de gobierno de sus comunidades, para que se acojan sus necesidades y proyectos. Aun así, queda mucho por hacer”, lamentó.

Condiciones indignas

“Nuestras mujeres siempre han sido discriminadas en temas de educación y de salud”, comentó Martha Beatriz, que explicó cómo “las condiciones de las mujeres en mi comunidad no han sido dignas, porque todo lo producido no siempre es reconocido en el mercado, y por ser indígenas todavía hemos sido más excluidos”.

“Gracias a Manos Unidas, las mujeres sí podemos liderar, sí podemos salir adelante”, agradeció. Y lo ilustró desde su propia experiencia: “Antes en mi parroquia solo los hombres podían ser dirigentes, ahora estamos al cincuenta por ciento para asumir cargos públicos. Yo soy una de esas mujeres que ha asumido un cargo y he podido sacar adelante una normativa que respalde a la mujer”.

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