“La resurrección es la fuerza para generar caminos de dignidad”, clama Francisco en la Vigilia Pascual

  • El Papa ha presidido la celebración más importante del año para los cristianos, en la que 8 adultos de diferentes nacionalidades han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana
  • Para el pontífice “celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza”

Siguiendo las rúbricas, la celebración comenzó a las 20:30 h. en torno a una pequeña hoguera situada en el atrio de la basílica de San Pedro. Allí el papa Francisco bendijo en fuego y encendió en cirio pascual, antes de entrar en una basílica totalmente a oscuras hasta el canto del ‘Exsultet’, el pregón pascual en el que se proclama el triunfo de la Resurrección sobre la muerte y la oscuridad del mundo.

En la celebración que es la “madre de todas las vigilias”, en expresión de san Agustín, se leyeron 7 lecturas que resumen los principales momentos de la historia de la salvación, siendo un momento culminante el texto de la resurrección con el canto del Gloria. Tras la homilía, en la que Francisco invitó a dejar que la luz de la Pascua rompa “la oscuridad de la noche” que mueve el conformismo de la humanidad, sigue la liturgia bautismal.

En este momento destacó el hecho de que 8 adultos han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana. Esta año, el papa Francisco ha bautizado, confirmado y dado la Primera Comunión a 3 mujeres y 5 varones, de edades comprendidas entre 28 y 52 años. Por nacionalidad, 4 son italianos, uno albanés, uno nigeriano, uno estadounidense y uno peruano. 

La última parte de la celebración fue, como es habitual, la liturgia eucarística hecha en latín. En esta ocasión, acompañaron al Papa en el altar los cardenales Giovanni Battista Re y Tarcisio Bertone.

 

Frente al “siempre se ha hecho así”

Francisco se ha referido en su homilía a la estructura litúrgica de la propia Vigilia, que comienza en el exterior, entre “la oscuridad de la noche”, el frío y un “un silencio en el que cada uno de nosotros puede reconocerse y cala hondo en las hendiduras del corazón del discípulo que ante la cruz se queda sin palabras”. Un silencio que el Papa ha atribuido simbólicamente al “discípulo enmudecido”, que se encuentra “entumecido y paralizado” frente a la injusticia, calumnias y falsos testimonios que ha recibido el Maestro.

Es el discípulo de hoy, enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y lo que es peor, creer que nada puede hacerse para revertir tantas injusticias que viven en su carne nuestros hermanos”, subrayó el pontífice. Un “discípulo atolondrado por estar inmerso en una rutina aplastante que le roba la memoria, silencia la esperanza y lo habitúa al ‘siempre se ha hecho así’”.

Las piedras empiezan a gritar

La fuerza de la Resurrección irrumpe en estas actitudes que el Papa ha condenado: “en medio de nuestros silencios, cuando callamos tan contundentemente, entonces las piedras empiezan a gritar y a dejar espacio para el mayor anuncio que jamás la historia haya podido contener en su seno: ‘No está aquí ha resucitado’”. Y es que, para Francisco, “fue la piedra del sepulcro la primera en saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de alegría y de esperanza al que todos somos invitados a tomar parte”, apuntó.

El pontífice se refirió al testimonio de las mujeres, testigos de la resurrección como mensaje que toca “nuestras convicciones y certezas más hondas, nuestras formas de juzgar y enfrentar los acontecimientos que vivimos a diario; especialmente nuestra manera de relacionarnos con los demás”.

La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar que Dios ‘acontece’ en cualquier situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los rincones menos esperados y más cerrados de la existencia”, clamó Bergoglio. El mensaje de la resurrección, para el Papa, es “el fundamento y la fuerza que tenemos los cristianos para poner nuestra vida y energía, nuestra inteligencia, afectos y voluntad en buscar, y especialmente en generar, caminos de dignidad”.

 “Él resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos”, recordó Francisco.

“Dios no deja de irrumpir en nuestras historias”

“Celebrar la Pascua, es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros ‘conformantes’ y paralizadores determinismos”, insinuó Francisco. Para él, “celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza”.

Para Bergoglio, se actualiza en esta Pascua la “invitación a romper las rutinas, renovar nuestra vida, nuestras opciones y nuestra existencia. Una invitación que va dirigida allí donde estamos, en lo que hacemos y en lo que somos; con la «cuota de poder» que poseemos”.

“¡No está aquí ha resucitado! Y te espera en Galilea, te invita a volver al tiempo y al lugar del primer amor y decirte: No tengas miedo, sígueme”, concluyó el pontífice.

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