“No podemos seguir odiando”

Bertha Lucía Fries, víctima del atentado contra el club El Nogal

Bertha Lucía Fries sobrevivió a la bomba contra el club El Nogal en 2003. En la actualidad representa a un grupo de víctimas que le han exigido a las FARC y al Estado un acto de verdad, perdón y reconciliación. Su sueño es que durante una eventual visita del papa Francisco a Colombia el obispo de Roma participe del evento y sea garante y veedor de lo que pase en la actividad. Comparte la convicción de que quienes han sentido en carne propia el dolor, la tristeza y la soledad causadas por la guerra pueden tender hoy puentes hacia la paz. Ella misma lo ha hecho durante los últimos cinco años al propiciar el diálogo y encontrar puntos de unión entre las aspiraciones de distintos sectores de la sociedad y los protagonistas del conflicto armado, en función de avanzar a través de caminos para un país distinto.

¿Cómo ha sido su proceso para descubrir la posibilidad de la reconciliación?

Después de una recuperación de ocho años y medio, por la fractura de mi columna, y de haber salido de un estado grave de estrés postraumático, comencé a encontrarme con otras víctimas. No sentían el apoyo del Estado ni del club y había mucho odio.

Decidí caminar también con reinsertados. Conocer el contexto de su diario vivir, sus situaciones y creencias me generó un efecto de sanación muy grande. A pesar de estar en distintas orillas, el reinsertado y la víctima se tocaban en aspectos: no queríamos más guerra ni sufrimiento y necesitábamos que escuchasen nuestra historia. Al preguntarle a algunos qué harían si tuvieran a una víctima al frente, decían que pedirían perdón. Eso me ayudó. Quería entender por qué habían hecho lo que habían hecho y qué había detrás. En cierta forma, también eran víctimas, parte de la historia de un conflicto, y habían sentido también la ausencia del Estado en sus vidas.

La violencia que se vive en este país no es de la guerrilla solamente. La vivimos en muchos escenarios. Trabajé con mujeres abusadas sexualmente; me metí en zonas rojas, como Buenos Aires, Cauca, ese corredor de población civil, paramilitares y guerrilla. También he trabajado con comunidades indígenas y negras; con ganaderos y personas del sector empresarial. Hay que generar puentes de reconciliación, situaciones en donde la gente pueda encontrar puntos de unión y la posibilidad de hacer diálogos, a pesar de la diferencia.

¿Qué caracterizaría al acto de verdad, perdón y reconciliación que están preparando?

La construcción de un proceso de verdad, perdón y reconciliación es producto de años de reflexión. Las víctimas no podemos pasar la página de lo que pasó en El Nogal sin que nadie nos diga la verdad de lo ocurrido. ¿Y quiénes son los que nos tienen que decir la verdad? Las FARC y el Estado.

Queremos que sea un acto de perdón que incluya a Bogotá, porque la bomba la involucró, como capital del país. Así lo hemos diseñado con las FARC. Y queremos que sea un acto donde, además de las FARC, el Estado también pida perdón, porque también es responsable: hubo funcionarios que hicieron lo que no debían y expusieron a la población civil. Que sea un acto de reflexión. No queremos más guerra ni polarizaciones. No podemos seguir odiando.

Debemos soñar lo alcanzable. Soñamos con que el Papa esté presente, que deje un mensaje, que su figura inspire a las FARC y que el evento sea realmente un acto de contrición, que remueva el corazón.

¿Qué acciones adelantan para cumplir el sueño de un acto que involucre al Papa durante su vivista al país?

Hemos enviado mensajes por aquí y por allá, para que le lleguen a él por distintos lados. Estamos organizando reuniones más formales con las personas que manejan la agenda y recogiendo firmas representativas de víctimas, socios del club y amigos.

DICTO SENTENCIA

  • “Lo que estamos haciendo es un acto de misericordia”.
  • “Démonos la oportunidad de tener nuevas relaciones y no esta situación de tensión y polarización que vivimos”.
  • “Debemos crear conjuntamente un código de ética para la reconciliación”.

Miguel Estupiñán

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