Francisco en el EMMP2016: “¿Quién gobierna? El dinero. ¿Cómo? Con el látigo del miedo”

El Papa denuncia el “terrorismo de base” en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares

papa Francisco con participantes en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares Vaticano 5

El III Encuentro tuvo lugar en el Aula Pablo VI

EN ABIERTO: Tierra, techo y trabajo. El Papa lleva tres años reclamándolo

DARÍO PELAYO (ROMA) | “¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco, de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto? Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no solo el Mediterráneo… ”. Más o menos a la misma hora en que el papa Francisco les decía estas palabras a los participantes en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares, durante la audiencia que les concedió el 5 de noviembre en el Vaticano, se desarrollaban 16 operaciones distintas en aguas del Canal de Sicilia en las que fueron salvadas 2.200 personas y se recuperaron 10 cadáveres.

Era solo un día más en el Mediterráneo de este 2016 en el que se han superado ya todos los récords en la llegada de inmigrantes a Italia cruzando el mar: desde el 1 de enero han desembarcado más de 163.000. Si continúa el ritmo actual, podrían arribar 200.000 desplazados en este año, una cifra nunca vista hasta el momento.

La cuestión migratoria fue protagonista en la intervención del Papa, que ofreció un discurso de peso y que completa al que dejó en el anterior Encuentro Mundial de Movimientos Populares, celebrado en julio de 2015 en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra.

Jorge Mario Bergoglio retomó la reivindicación de las ‘tres T’ de los participantes (tierra, techo y trabajo) para lanzar una dura crítica al sistema económico que prevalece hoy en el mundo. “¿Quién gobierna entonces? El dinero. ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás. ¡Cuánto dolor y cuánto miedo! Hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo de base se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de Estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso, pero ningún pueblo, ninguna religión es terrorista”, dijo.

Francisco propuso un cambio cultural que lleve a la búsqueda de la “vida buena” que propugnan los movimientos populares, no a “ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y nos propone la ‘buena vida’”. Para alcanzar este objetivo, echó mano del largo camino recorrido por la comunidad cristiana: “La Iglesia y los profetas dijeron, hace milenios, lo que tanto escandaliza que repita el Papa en este tiempo, cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas. Toda la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad”. Con esta mención, Francisco parecía pretender evitar que le tildaran de comunista, como ha ocurrido en otras ocasiones.

Un cambio cultural

Los alrededor de 150 participantes en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, procedentes de 65 países diferentes, conformaban una asamblea heterogénea. Les unía su ambición por lograr un mundo donde todas las personas puedan vivir en paz y con dignidad. Tras saludarles uno a uno, el Papa reconoció ese objetivo común por encima de las diferencias: “Quienes hoy estamos aquí, de orígenes, creencias e ideas diversas, tal vez no estemos de acuerdo en todo, seguramente pensamos distinto en muchas cosas, pero ciertamente coincidimos en estos puntos”, enunció.

Para luego animarles a responder de manera conjunta a esas “fuerzas poderosas” que tratan de “neutralizar” el proceso de maduración de un cambio en el que trabajan los movimientos populares para “desplazar la primacía del dinero” y colocar en el centro al ser humano, al hombre y la mujer. Para alcanzar su objetivo, que consideró “Política con mayúsculas”, les advirtió de dos peligros: dejarse encorsetar y dejarse corromper.

“Las organizaciones de los excluidos y tantas organizaciones de otros sectores de la sociedad, están llamadas a revitalizar, a refundar las democracias que pasan por una verdadera crisis. No caigan en la tentación del corsé que los reduce a actores secundarios, o peor, a meros administradores de la miseria existente”.

A continuación, dejó su segunda advertencia: “El que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, por favor, no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular”. Si lo hace, acabará provocando “mucho daño a sí mismo, al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola”. Y que tampoco “se meta en el seminario”, subrayó Francisco, dejando claro que, frente a “la tentación de la corrupción”, el mejor antídoto es “la austeridad”.

La denuncia de Mujica

Además de la intervención del Papa, la conferencia que generó más interés durante el encuentro fue la de José Mujica, presidente de Uruguay de 2010 a 2015. Convertido en referente para la izquierda europea, el anciano exmandatario mostró una gran sintonía con Bergoglio.

Denunció que “la civilización no tenga un gobierno político, sino impuesto por el mercado”, y criticó la participación en política de “quien le gusta mucho la plata”, así como la “atroz concentración de la riqueza” en el mundo. “Si no cambia la cultura, no cambia nada. Los cambios estructurales no modifican la conducta civilizadora de la gente. No se puede construir la cultura solidaria a partir de valores capitalistas. La construcción de una cultura es tan importante como la construcción de una economía solidaria”, comentó, advirtiendo de que “el sello del mercado” marca la globalización.

La ruptura del consenso

Entre los organizadores del encuentro de Roma estaba el Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), cuya copresidenta es la española Charo Castelló, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). En declaraciones a Vida Nueva, asegura que esta cita sirve para volver a la realidad del trabajo de cada uno “con las pilas cargadas y la mochila llena” y para sentir el apoyo del Papa. “Para nosotros resulta muy útil, pues comprobamos que hay mucha gente en el mundo participando en este proceso para crear una nueva cultura en la que todas las personas vivan con dignidad”, afirmó Castelló.

La HOAC presentó en el encuentro algunas problemáticas propias de la realidad de los trabajadores españoles: la dificultad de los jóvenes para acceder a un empleo, la precarización del mercado laboral y la situación de los empleados pobres, cuyos salarios no les permiten cubrir las necesidades básicas de sus familias. “Tanto en España como en otras economías avanzadas, se ha roto el consenso según el cual antes el empleo servía para distribuir la riqueza y acceder a unos derechos mínimos”, lamentó la copresidenta del MMTC. “Queremos llevar ahora las reflexiones de estos días en Roma a nuestras realidades locales, para ir propiciando ese cambio cultural al que aspiramos”.

La ruptura de ese consenso al que hace referencia Castelló se hace aún más patente en Grecia, representada en la conferencia por Lambros Moustakis, antiguo trabajador de la hostelería al que la crisis dejó primero sin empleo y luego sin vivienda. Pasó un tiempo como sin techo y ahora se gana la vida gracias a Shedia, un semanario que venden por las calles personas en su misma situación. “He podido contar –narró en su alocución– cómo entrar en el ciclo de la deuda acaba destruyendo una nación. Es lo que ha ocurrido en mi tierra”.

Publicado en el número 3.011 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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