Uno de los discursos más importantes del viaje a América Latina
MATEO GONZÁLEZ ALONSO | Tras el encuentro con los sacerdotes y religiosos, a las 17:30 h. (23:30 hora española) de ayer jueves 9 de julio el papa Francisco se trasladó en automóvil al recinto ferial Expo de Santa Cruz para acudir a la clausura del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, que se ha celebrado desde el pasado martes, con la participación de 1.500 delegados de 40 países. En este acto, entregaron al Papa el documento final que recoge las conclusiones sobre los temas tratados: tierra, techo y trabajo.
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Esta reunión es una continuación de la celebrada el pasado mes de octubre en el Vaticano, en el que el propio Evo Morales participó como líder indígena. Fue el mismo presidente de Bolivia el encargado de abrir el acto, tras la lectura de las conclusiones, con un discurso en el que, además de agradecer el trabajo realizado por el congreso, quiso presentar la experiencia el proceso de reformas de Bolivia. “Por primera vez siento que tengo un Papa”, terminó diciendo, mientras una niña le ofrecía tanto a Morales como a Francisco el sombrero típico de Santa Cruz de la Sierra.
A continuación, tomó la palabra el papa Francisco, quien reclamó: “Necesitamos un cambio, un cambio real, un cambio positivo, un cambio redentor”, ante los aplausos de la asamblea. El Papa recordó el encuentro anterior en el que sintió “fraternidad, garra, entrega, sed de justicia”.
Señaló la alegría que le produce “ver la Iglesia con las puertas abiertas a todos” y “que se involucre, acompañe y logre sistematizar en cada diócesis… una colaboración real, permanente y comprometida con los movimientos populares”.
“Este sistema ya no aguanta”
En su intervención Francisco pidió insistentemente un auténtico cambio: “Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra, como decía San Francisco”. Reclamó “un cambio positivo, un cambio que nos haga bien, un cambio –podríamos decir– redentor”.
En este sentido, animó a todos a implicarse en dicho cambio, especialmente a los humildes: “Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de ‘las tres T’ (trabajo, techo, tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, nacionales, regionales y mundiales. ¡No se achiquen!”.
Por ello, afirmó el Papa, el mundo entero necesita “respuestas globales a los problemas locales. La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia”. Así, el Pontífice se refirió a los participantes como “sembradores de cambio” al rebelarse contra las injusticias sociales.
A partir de esta propuesta, el papa Francisco señaló tres medidas concretas: “Poner la economía al servicio de los Pueblos”, frente a una economía de exclusión y desigualdad que destruye al planeta y a la humanidad; “unir nuestros Pueblos en el camino de la paz y la justicia”, frente a tantas resistencias de quienes tratan de mantener el actual sistema social como si se tratara de un “nuevo colonialismo”; y “defender la Madre Tierra”, tal como ha desarrollado en la encíclica Laudato si’.
Crímenes contra los pueblos originarios
Fue en este punto cuando Francisco no quiso evitar mirar al pasado y pidió “humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. “Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el CELAM y también quiero decirlo. Al igual que san Juan Pablo II, pido que la Iglesia ‘se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos'”.
Concluyó su intervención afirmando que el futuro de la humanidad “está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizar y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio”.
Como es habitual pidió a los presentes que rezasen por él y, a “quien no puede rezar” le pidió “que le piense bien y le mande buena onda”. Tras los discursos, saludó a los representantes de los distintos colectivos de indígenas, inmigrantes, campesinos, “sin tierras”…
A la salida del recinto ferial, poco antes de las 20:00 h. (hora local), Francisco se dirigió en automóvil a la clínica en la que lleva dos semanas hospitalizado el único cardenal boliviano, Julio Terrazas, en cuya residencia está alojado en Papa en Santa Cruz. El cardenal y Francisco son viejos conocidos desde sus años de formación. La visita duró veinte minutos.
Última parada: Paraguay
Hoy viernes 10 de julio, a las 9:30 h. (15:30 hora española), Francisco visitará el centro de rehabilitación Santa Cruz–Palmasola. Posteriormente, se reunirá con los obispos de Bolivia en la iglesia parroquial de La Santa Cruz.
Será el último acto público del Papa en Bolivia, pues a las 12:45 h. (18:45 hora española), tendrá lugar la ceremonia de despedida en el aeropuerto, para emprender el vuelo a Paraguay.
El avión papal aterrizará en el aeropuerto de Asunción a las 15:00 h. (21:00 hora española), donde se desarrollará la ceremonia de bienvenida. Después, Bergoglio realizará la habitual visita de cortesía al presidente Horacio Cartesen en el Palacio de López, donde se encontrará también con las autoridades civiles del país y el Cuerpo Diplomático.