Confianza resquebrajada y débil esperanza

Chile enfrenta una crisis institucional delicada. Se generaliza la desconfianza y no se avista aún una salida que descomprima el clima de incertidumbre de la ciudadanía. Con motivo de las Fiestas Patrias, varios obispos cuestionaron el modelo, pero invitaron a levantar la mirada y a construir la esperanza.

ROBERTO URBINA AVENDAÑO. SANTIAGO

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“Alguien podría objetar que ante los problemas que enfrentamos en la actualidad –tan numerosos y tan urgentes–, estaría fuera de lugar hablar de esperanza. Ante los problemas actuales –se podría rebatir– hay que hablar del presente y no del futuro. Entonces, ¿por qué hablar de la esperanza?”, se preguntó el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati en su homilía del Te Deum con ocasión de las Fiestas Patrias de Chile, en la Catedral ante la presencia de la presidenta Michelle Bachelet y un centenar de autoridades civiles y militares.

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Como él, muchos obispos en ceremonia análoga en sus respectivas catedrales ante autoridades locales, también hicieron mención a que “en un ambiente enrarecido que tiende al pesimismo y en donde muchos piensan que todo anda mal, valoro los avances…”, dijo el obispo de San Felipe, Cristián Contreras Molina, odm; o la aguda expresión del obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, al afirmar que “el aire que hoy respiramos se nos está haciendo denso y envenenante, porque la agresividad y el conflicto se están tomando la vida política, social, económica y familiar. La amistad cívica, parte esencial del bien común, comienza a desaparecer de nuestros horizontes culturales, para dejar paso a una cierta crispación de los ánimos”.

Este diagnóstico no es nuevo. “Se ha ido posicionando en nuestra sociedad un clima agresivo y violento que despierta temor, inseguridad, genera desconfianza y resquebraja nuestras relaciones humanas”, expresó Ezzati al inicio de su homilía en el Te Deum del año pasado. Con esas palabras insistió en lo que el Comité Permanente del Episcopado había denunciado en su declaración Convivencia en Chile: Desafío ético y respeto a nuestra dignidad, dada a conocer a comienzos de mayo del 2015 (Vida Nueva 57). Allí los obispos se preguntan: “¿Qué ha sucedido para que se haya resquebrajado el tejido social y debilitado la confianza en nuestra manera de convivir como nación? Es preocupante constatar la pérdida de confianza en las relaciones sociales y en los liderazgos: en la política, la empresa, la escuela, las universidades, y también en nosotros como Iglesia Católica… ¿Será que se ha agotado el modelo social, económico y político?”.

Escándalos de corrupción

CHILE_pentaEn estos años recientes el país se ha visto conmocionado por escándalos en ámbitos muy distintos. Empresarios acusados y en prisión por pagos ilícitos a políticos, otros acusados de soborno; empresas coludidas sancionadas; parlamentarios obligados a dejar sus cargos y otros aún en proceso, acusados de recibir sobornos; estafas financieras de empresarios que han afectado a miles de personas; acusaciones de estafas en organizaciones deportivas, como el caso del fútbol nacional. Incluso esas mismas acusaciones en el Ejército mantienen varios procesos judiciales en investigación; altos índices de corrupción que brotan en diversas manifestaciones y cada vez con mayor frecuencia.

La misma presidenta Bachelet se ha visto envuelta en una compleja acusación que mantiene a su nuera indagada por la justicia, junto a varios otros implicados. Hay quienes ven en este doloroso hecho una causa de la pérdida de liderazgo que mostró la presidenta en particular durante 2015, pero que aún no logra superar. Las encuestas han ido mostrando una progresiva baja en la adhesión, que este mes llegó a menos del 20por ciento, su momento más crítico.

Este deterioro en la adhesión a la figura de la presidenta es un signo notable, como expresan muchos analistas, ya que ella llegó al cargo con una altísima votación y con mayoría en ambas cámaras del Congreso Nacional, lo que le otorgaba una posición única para llevar adelante las varias reformas que se proponía implementar.

Convulsión social

Sin embargo, esas mismas reformas se fueron transformando en problemas. Primero la reforma tributaria la enfrentó a los empresarios y algunos académicos que los apoyan. Logró salir airosa. Más difícil han sido las reformas educacional y laboral en las que ha encontrado obstáculos inesperados y se ha visto enfrentada a instituciones como la Iglesia que, ante la reforma educacional, ha reaccionado a través de sus organismos especializados, hasta de los mismos obispos.

También los obispos han sido fuertes opositores al proyecto de ley para despenalizar el aborto en tres causales: inviabilidad del feto, riesgo de la vida de la madre o violación. A estas reformas propuestas por el gobierno se agrega la exigencia, expresada en manifestaciones callejeras multitudinarias en la mayoría de las ciudades del país, por una reforma del sistema previsional heredado de la dictadura. Temas que han tenido impacto internacional, mencionándose en el Financial Times y el New York Times, destacando la potencia de las manifestaciones callejeras, consideradas más numerosas que las estudiantiles de 2011. Además de lo crítico que está mostrándose el sistema previsional chileno basado en el ahorro individual, exclusivamente, con pensiones muy por debajo de lo indispensable para vivir frente a gigantescas utilidades de las empresas que las administran.

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En esas manifestaciones de 2011 los estudiantes pedían educación gratuita y reformar el sistema educacional; sin embargo, los dardos alcanzaron al modelo económico vigente en Chile y pronto se complementaron con quienes piden una nueva constitución, a través de una consulta plebiscitaria. El gobierno acogió este planteamiento y este año se inició un proceso de consulta constitucional que no estaba en sus planes originales.

Este clima revuelto, a veces sombrío, se incrementa con convulsiones en regiones, como lo han sido la persistente tensión en La Araucanía y la firme reacción de la población en Chiloé por el desamparo en que quedan al no tener acceso al mar debido a que está contaminado. Otros conflictos de cobertura nacional, aunque más específicos, expresan también aspectos éticos graves: el servicio nacional de menores que acoge a niños y jóvenes en situación irregular o con sanciones judiciales, ha recibido fuertes denuncias por maltrato con consecuencias graves; por su parte, el servicio de gendarmería a cargo de la custodia de las cárceles también ha vivido días difíciles y recibe duros cuestionamientos, sobre todo por la sobre carga de trabajo y responsabilidad que viven sus funcionarios, llegando a conocerse dos casos de suicidios en estos días.

Por su lado, el contexto no es favorable. La economía está a la baja debido al menor precio del cobre y limitaciones en las principales exportaciones. A pesar de ello, recién se ha conocido el resultado de la encuesta oficial que mide entre otras áreas la situación de pobreza indicando que continúa en disminución. Sin embargo, aunque también muestra leves índices de reducción, la desigualdad sigue siendo alta y muchos la señalan como una de las posibles causas de la delincuencia y la insatisfacción.

Gran concentración económica

Un estudio de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile dice que el ingreso per cápita mensual de las 1.200 personas más ricas “es estratosférico”, con cifras por sobre los 10 millones de dólares al año, casi tres mil veces mayor que el ingreso promedio del 80 por ciento más pobre de la población. “Chile es por lejos el más concentrado entre todos los países para los cuales existen datos basados en declaraciones tributarias oficiales y estimaciones de las ganancias de capital”, concluye la investigación.

Otros estudios muestran que el 0,1 por ciento de los chilenos que tienen mayores ingresos, concentra entre el 17,6 por ciento y el 19,9 por ciento de los ingresos totales. El informe anual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que Chile es el país más disparejo, pues mientras el 10 por ciento de su población con menos recursos tiene solo el 1,5 por ciento de la riqueza nacional, el 10 por ciento del segmento más rico concentra el 40,9.

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Esta alta concentración es notoria en las empresas, especialmente del comercio: tres grandes cadenas de farmacias a lo largo del país cubren el 80 por ciento del rubro; cuatro bancos, tres cadenas de supermercados, etc. Frente a este panorama empresarial, se asfixian los competidores pequeños. Algo similar ocurre en otras áreas. En este contexto es fácil, como ha ocurrido reiteradamente, la colusión en los precios impidiendo el ejercicio del libre mercado, en una economía libremercadista. Es fácil también caer en la tentación del soborno.

“Se deben eliminar todos los cuellos de botella que tiene la economía. Entre ellos destacan la falta de competencia y la existencia de grandes poderes económicos que tienen la capacidad de cooptar el poder. Mientras no logremos que la institucionalidad del país sea corregida, exigiendo que realmente exista competencia y que los mercados funcionen, la economía seguirá teniendo enormes problemas y se mantendrá la mala distribución del ingreso”, ha escrito Hugo Fazio, sociólogo, director del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (CENDA).

 

Más crítica, más escrutinio público

Este conjunto variado de áreas que presentan dificultades llevaron a que el ex presidente Ricardo Lagos, en el pasad julio, expresara: “la crisis ahora es institucional. No porque las instituciones hayan dejado de funcionar. Lo que pasa es que están perdiendo legitimidad. Y esto tiene que ver con la reacción de la ciudadanía ante la institución presidencial, ante el Parlamento, ante los jueces… Y no hablemos de los partidos políticos. (…) Creo que es la peor (crisis) que ha tenido Chile desde que tengo memoria. Dejo aparte, por cierto, el quiebre de nuestra democracia el año 1973, cuando el país se dividió en dos. Hablo exclusivamente en términos de legitimidad”.

Ricardo-LagosEsa ‘reacción de la ciudadanía’ a la que alude Lagos ha sido señalada por Ezzati, en su homilía del reciente Te Deum, como factor novedoso en este proceso: mayor crítica, pero sobre todo un fuerte aumento del escrutinio público generando mayor cantidad de denuncias y más rechazo a lo no aceptable. Siendo esto positivo, tiene una contraparte: genera desconfianzas e insatisfacción, se expande la sospecha de que todos son igualmente abusadores y corruptos. “Estos dos fenómenos –el espíritu crítico y la insatisfacción–, también pueden comprenderse como una señal inequívoca de que el corazón humano espera otra cosa, algo más grande. El ser humano no se conforma con poco y, especialmente un número significativo de jóvenes, aspira a una esperanza que los lleve a alcanzar la estatura alta de su vocación humana”, señaló Ezzati.

Ese espíritu crítico e insatisfacción, ¿estarán también en el origen del desencanto frente a la política? Marcela Ríos, representante en Chile del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entregó la semana pasada los resultados de la IV Encuesta Nacional de Auditoría a la Democracia, cuyos resultados son demoledores para la clase política. Una de las cifras más elocuentes es la que indica que un 83 por ciento de las personas, no se identifica con ningún partido político. Ríos advierte que ese profundo descrédito en las instituciones políticas es un terreno fértil para el populismo”. No es algo reciente. No es algo que haya ocurrido hace poco, que sea coyuntural, es más bien un problema estructural del sistema democrático, que viene hace mucho rato. Hace tiempo que venimos diciendo que hay un problema severo de representación, un distanciamiento de la ciudadanía con las élites. La identificación y la confianza en los partidos vienen cayendo desde fines de los 90”, aseguró Ríos”. La caída en confianza se está extendiendo a instituciones, que no son solo las instituciones políticas tradicionales. También otras privadas. No hay ninguna institución que no caiga en confianza”, concluyó.

 

Salir de la encrucijada

Las expresiones que hablan de desconfianza, falta de esperanza y débiles indicios de salida para esta ‘crisis institucional’, como la llamó Lagos, se reiteran desde el año pasado sin complementarse con propuestas viables o que pudieran ser acogidas.

El mismo Lagos propuso “la necesidad de llamar a un gran encuentro nacional de todos –sí, de todos– para recuperar la confianza”, propuesta compartida por Ezzati y otros obispos, en sus últimos mensajes, además de otras instituciones como la Gran Logia de Chile, sin que llegara a construirse una propuesta de implementación de ese encuentro nacional.

El período que ha comenzado en estos días, además, lo hace poco viable. La campaña electoral municipal, en todo el país, está en marcha. Hacia fines de octubre serán las elecciones de Alcaldes y Concejos comunales. Además, aunque todavía tímidamente, la campaña presidencial para las elecciones del próximo año está activándose cada vez de manera más explícita.

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La gratitud a Dios por logros y avances en la vida social del país y el aliento al optimismo, destacan en las expresiones de varios obispos, en las celebraciones del Te Deum reciente. “Los cambios que requiere el país, en todas las áreas, serán posible si cambiamos nuestro corazón; si somos más asertivos para hacer nuestro el dolor del otro. Si somos más magnánimos, más justos, más misericordiosos; si nos interesamos por el bien común antes que del propio. Si salimos de nosotros mismos y poder entrar en la aventura fascinante de ver, en los demás, especialmente al sufriente, al mismo Cristo”, expresó Fernando Chomalí, arzobispo de Concepción. “Comprometámonos a trabajar para pasar de un proyecto de desarrollo meramente económico a un desarrollo integral, que abarque los maravillosos campos del saber filosófico, artístico en todas sus expresiones. Chile será, en 50 años, lo que los jóvenes son hoy”, agregó.

Por su parte Carlos Pellegrín, obispo de Chillán, señaló: “No podemos poner toda nuestra esperanza en el mero progreso y bienestar económico. La plenitud de las personas va más allá de aquello y lo que Chile requiere aun consolidar es una profunda vivencia de valores que conduzcan a la vida plena. Proveer nuevas oportunidades, mayor equidad y justicia en el campo de la educación, la salud, el trabajo, son caminos a la plenitud humana pero no fines en sí mismos”. Y agregó: “frente al pesimismo cultivemos la esperanza y el vigor positivo, dejando atrás toda palabra y actitud negativa que solo destruye. Fijémonos en nuestra historia y renovemos la adhesión a los valores trascendentes, resistiendo la ideología de un falso progreso sin ellos, pues ahí se encuentran las raíces culturales cristianas más hondas del alma de la patria, que le dan sentido y plenitud”.

Por su parte, el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, hizo un llamado a los políticos: “cabe exigir un cambio de actitud a nuestros actores políticos, de manera que su vida personal, social y pública sea el ejemplo para el ciudadano común. Todos los conflictos de intereses, aprovechamientos injustos de las posiciones de poder, enriquecimientos ilícitos, etc. que hemos conocido, son el antecedentes del momento de tensión que hoy vivimos”.

En Rancagua, Alejandro Goic, obispo de esa diócesis y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile, propuso cuatro actitudes fundamentales para recomponer las confianzas: hablar siempre con la verdad, humildad para saber pedir disculpas y ofrecerlas a quienes las pide, creer siempre que el diálogo es la forma de vivir en sociedad, y leyes que regulen la vida en sociedad fundada en estas actitudes.
Más optimista fue Guillermo Vera, obispo de Iquique, al expresar: “en este marco celebrativo, hoy queremos dar gracias por Chile y su gente y rezar por ese futuro esplendor que en el presente hemos de ir construyendo; la fuerza de la fe nos anima a ello”.

 


Pérdida de confianza

“Es preocupante constatar la pérdida de confianza en las relaciones sociales y en los liderazgos: en la política, la empresa, la escuela, las universidades. A esto se añade la pérdida de credibilidad en las instituciones de la República, y también en nosotros como Iglesia Católica. Se cuestiona en ellas la falta de transparencia y de espacios de participación. Esto resulta aún más preocupante en un país que ha sabido encontrar caminos para superar diferencias que parecían irreconciliables y para forjar significativos acuerdos. Muchos se preguntan: ¿Será que se ha agotado el modelo social, económico y político? ¿Será un efecto indeseado de ese bienestar económico que reconoce una mayoría de chilenos, pero que engendra apetitos insaciables de bienestar material, de poder y de ganancia fácil asociada a actos de corrupción? ¿Será un cansancio ante estructuras que frenan o limitan un proceso más rápido y eficiente para superar las escandalosas brechas sociales, aquellas que generan chilenos de primera y segunda categoría, según los bienes y las relaciones sociales a los que pueden acceder?”
Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, mensaje del 5 de mayo de 2015, “Convivencia en Chile: Desafío ético y respeto a nuestra dignidad”.

 


Construir el presente y el futuro

“Al tratar de comprender lo que hoy día nos sucede, no se trata de volver atrás ni de caminar de espaldas al futuro, pero como muchos destacaron, es esencial retomar un diálogo ciudadano amplio y generoso, buscando más lo que nos une que lo que nos separa. Sobre todo, porque este diálogo –que siempre implica una capacidad de escucha– debe ayudarnos a construir el presente y el futuro, abriendo espacio a las nuevas generaciones y a los que vendrán. En este sentido, necesitamos un “diálogo puente” que supere los obstáculos de nuestra actual convivencia”.
Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, mensaje del 13 de mayo de 2016,”De la desconfianza al reencuentro”.

 

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