Colombia, en mora de un mayor espíritu misionero

Conclusiones del XII Congreso Nacional Misionero llevado a cabo en Bucaramanga

Participantes de la actividad llevada a cabo semanas atrás

Participantes de la actividad llevada a cabo semanas atrás

Bajo el lema “Somos Iglesia colombiana en salida misionera”, semanas atrás se llevó a cabo en Bucaramanga el XII Congreso Nacional Misionero.

La actividad, que reunió a más de mil personas, entre obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos provenientes de todas partes del país, contó con la participación del cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Vida Nueva reproduce en la sección Pliego de la presente edición la ponencia del prelado sobre la conciencia y responsabilidad misionera de las iglesias particulares (ver página 23).

Entre las contribuciones del congreso, el padre Mario Álvarez, director nacional de Obras Misionales Pontificias, destacó la posibilidad de evaluar el compromiso misionero ad gentes, tanto ad intra como ad extra, en los planes y procesos de pastoral de las diversas jurisdicciones. Se estima que son aproximadamente 700 colombianos los que en la actualidad llevan a cabo una labor misionera fuera del país. Sin embargo, según afirma el sacerdote, “estamos en mora”: “En estos momentos la inmensa población de Asia es un reto para nuestra Iglesia y es una valiosa oportunidad para nosotros. Allí estamos llamados a llegar desde nuestras tierras”. “Nos aleccionan países como Corea del Sur con un porcentaje de católicos muy inferior al nuestro y con cerca de mil sacerdotes en misiones ad extra de su patria”, complementa.

Ahora bien, con 11 vicariatos apostólicos en Colombia, más de la mitad del territorio nacional es campo de misión ad gentes ad intra. ¿Cuáles son los desafíos pastorales de estas jurisdicciones? Álvarez responde: “son territorios muy vastos en extensión y de muy difícil y costoso acceso. Faltan misioneros: sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos. Y falta mucha generosidad económica, ya que allí todo es muy costoso, desde el desplazamiento hasta la vida misma”.

La acción misionera da identidad a la Iglesia. Sin embargo, es mucho lo que está por delante en el país en esta materia. Se entiende por qué el papa Francisco pidió a la presidencia de la Conferencia Episcopal mayor compromiso al respecto, durante la visita que la CEC hizo al obispo de Roma para invitarlo oficialmente a venir a Colombia. Las mismas conclusiones del evento dan cuenta de que “a todos nos falta una mayor conciencia misionera universal y una respuesta más generosa en la misión ad gentes ad intra y ad extra”.

Ya se están dando algunos pasos para promover de manera más notoria la espiritualidad, la animación y la formación misionera en Colombia. Insertar la cátedra de misionología como parte de los estudios en los seminarios y fortalecer su impacto en otros escenarios se ve como una de las principales posibilidades en esta línea.

En el marco del congreso la figura de santa Laura Montoya tuvo una particular relevancia. La ternura aplicada a la pastoral que practicó la misionera antioqueña, respetando la historia del otro, es una enseñanza clave de su apostolado. Los asistentes pidieron fortalecer la pastoral indígena y afro en el país, así como intensificar la integración y acompañamiento de los laicos en su compromiso con la misión ad gentes. Estas y otras recomendaciones seguirán animando espacios de articulación regional, con el fin de que la salida misionera de la Iglesia colombiana sea cada vez más una realidad y no una tarea pendiente.

Miguel Estupiñán

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