Abrir puertas, sanar corazones

El “Hospital de campo” ideado por la Fundación Víctimas Invisibles

Hospital-del-campo

Actividad de presentación de la iniciativa, llevada a cabo en la nunciatura apostólica.

El papa Francisco ha pedido a la Iglesia colombiana asumir el riesgo de convertir cada parroquia y cada institución en “un hospital de campo”, un lugar seguro en el que, en pos de una sociedad reconciliada y en paz, se puedan reencontrar quienes han experimentado las atrocidades del conflicto armado y quienes han actuado desde la orilla de la violencia.

En atención a lo anterior, la fundación Víctimas Visibles organizó semanas atrás un retiro espiritual en el cual, acompañados por un grupo de sacerdotes y laicos, ex-integrantes de las AUC, las FARC y el ELN coincidieron con personas que han sufrido por cuenta de la acción de dichos grupos o de agentes del Estado. Según algunos de sus participantes, la actividad, orientada al perdón, abrió una puerta en el país para consolidar la paz más allá de una posible firma de acuerdos.

“Estamos invitando a creer que este camino es posible”, manifestó Pastora Mira, proveniente del municipio de San Carlos (Antioquia). Como dijo a Vida Nueva, la experiencia contribuyó a construir la verdad al rededor de un conflicto que, según enfatiza, supone una memoria respetuosa.

María Rubí Tejada Suárez, originaria de Putumayo, aporta nuevas exigencias para una paz completa. Todavía anhela que en su región haya justicia: “lo estamos esperando a gritos”. Igualmente espera que el Estado garantice que cese para siempre la violencia: “Que no vuelva a suceder más lo que sufrimos tanto”. Y añade: “La paz completa es con inversión social”.

También de Putumayo, Gonzalo, ex-guerrillero de las FARC en proceso de reintegración, afirma que si hubiera tenido mayores oportunidades no hubiera tomado las armas. En su niñez y en su tierra, “terminar una primaria era un lujo”, sostiene. A pesar de que hoy está desempleado, ya no quiere más violencia, sino salir adelante de otro modo.

El perdón sanador

Si bien los desafíos sociales permanecen, en medio del conflicto armado hay heridas cuya atención urgente reclama acciones inmediatas. Hay víctimas para quienes el perdón, al tiempo que es un don, se constituye en forma de garantizar que en sus propias vidas el daño reciba una cierta forma de sanación.

Al bautizar como “Hospital de campo” su iniciativa de reunir en perspectiva de reconciliación a víctimas y antiguos actores armados, la fundación Víctimas Visibles se propone contribuir con una estructura móvil al Jubileo de la misericordia. Ha dicho el papa Francisco: “¡Cuánta gente necesita que sus heridas sean curadas! Esta es la misión de la Iglesia: curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es Padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre”. La institución se declara en sintonía con el pensamiento del obispo de Roma y retoma las palabras con las cuales en marzo del año pasado Francisco se dirigió a los colombianos: “Hay que arriesgarse a cimentar la paz desde las víctimas, con un compromiso permanente para que se restaure su dignidad, se reconozca su dolor y se repare el daño sufrido”. En aquella ocasión Bergoglio señalaba: “no hay que perder el ánimo y la esperanza antes las dificultades que esa tarea encierra, (sino) seguir trabajando por la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición”. Verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición que exigieron las víctimas que se hicieron presentes en la sede de la nunciatura apostólica el 10 de mayo, cuando fue presentado al país el “Hospital de campo”.

Miguel Estupiñán

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