“Los divorciados no estábamos bien vistos antes de Francisco”

pareja hombre y mujer juntos

Las parroquias aplauden la ‘Amoris laetitia’ por ser “pedagógica” y “progresiva”

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RUBÉN CRUZ | Acompañar, discernir e integrar la fragilidad. Así titula Francisco el octavo capítulo de Amoris laetitia. Tres verbos que conocen bien en los grupos parroquiales de separados y divorciados. Y que vienen usando y llevándolos a cabo desde hace años decenas de sacerdotes en nuestro país. No se consideran adelantados a los aires de Francisco, sino pastores con un pensamiento compartido con el Pontífice. Pastores que acompañan, integran y ayudan a discernir a un colectivo que durante años se ha sentido señalado.

¿Y qué opinan los verdaderos protagonistas? “Sus palabras han sido una maravilla. Un avance total. Me parece fundamental que lo diga, porque los divorciados no lo saben”, explica a Vida Nueva Fernando Soler, antiguo integrante del grupo de separados y divorciados de la madrileña parroquia de Guadalupe (en septiembre dejó el grupo, tras dos años de acompañamiento con Fernando Artigas, misionero del Espíritu Santo y responsable del grupo, puesto que dos años se considera el tiempo necesario para que estas personas recompongan su vida). Y es que, cuando Soler llegó a Guadalupe, “me sentía condenado, porque los divorciados no estábamos bien mirados en la Iglesia bajo ningún concepto. Algo que, tras tres años de pontificado, parece que empieza a cambiar”, indica.

Por su parte, Fernando Artigas considera que hacía falta que un Papa se expresara más abiertamente sobre la situación de los divorciados, porque “su postura es oficial y, para la mayoría de los cristianos, es además una palabra entendida como la explicitación de la voluntad de Dios. Por lo que expresarlo de manera explícita ayudará a muchos a sentirse integrados en la Iglesia y no marcados o marginados”.

“Los ‘profetas’ seguirán tirando rocas sobre los ‘pecadores’”

En Barcelona, el sacerdote Manuel Claret, delegado de Pastoral Familiar, subraya que “quienes están en ‘situaciones irregulares’ han vivido sin esperanza de solución y sin respeto a sus opciones de vivir en pareja o matrimonio civil, que, muchas veces, es la única salida. La doctrina se ha usado como un muro infranqueable de ‘verdad absoluta y divina’”.

“Que el magisterio reconozca que entre la verdad objetiva y la realidad subjetiva puede haber un abismo, que no todo ‘pecado’ objetivo lo sea también subjetivo, es muy importante –continúa–. Se viene a decir que muchos pueden acceder a los sacramentos. El Papa habla claro: la clave está en dejarse llevar por el espíritu evangélico. Aunque me temo que habrá ‘profetas’ que seguirán tirando rocas sobre las cabezas de los ‘pecadores’”.

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