‘Amoris laetitia’ en una palabra: integrar

Paloma Gomez Borrero

Paloma Gomez BorreroPALOMA GÓMEZ BORRERO | Periodista

Estaba rodeada de especulaciones, sobre todo en lo que se refería a las llamadas situaciones “irregulares” y a las parejas homosexuales. A nadie sorprendió, pues, que en su presentación el 8 de abril, la Sala Stampa estuviera abarrotada de periodistas.

La exhortación Amoris laetitia sobre el amor en la familia impresiona por su amplitud y articulación, pero sobre todo por el lenguaje fácil, cercano, sencillo y comprensible. El Papa habla de la familia con ese estilo tan suyo y con una claridad que difícilmente se encuentra en los documentos de la Iglesia. Es, ante todo, un texto consolador. Nadie se debe sentir condenado ni despreciado ni excluido: “Integrar a todos porque todos tenemos necesidad de la misericordia de Dios”.

Hay dos palabras clave: acompañar y discernir en cada caso particular, sobre todo en las situaciones irregulares, en cada matrimonio y cada familia, con la convicción de que “el Señor usa misericordia”. Los nueve capítulos afrontan la problemática familiar en diversos aspectos: educación de los hijos, preparación de los novios, espiritualidad conyugal, sexualidad, matrimonios mixtos, familias con hijos homosexuales… Un punto este en el que Francisco recuerda que se debe rechazar “cualquier injusta discriminación, forma de agresión o violencia”.

La opinión pública se ha focalizado en el capítulo octavo: los divorciados vueltos a casar y su acceso a la Eucaristía. Quienes esperaban una nueva normativa general de tipo canónico aplicable a todos los casos se han desilusionado. El Papa no la da. Sigue la Familiaris Consortio de Juan Pablo II. Con una diferencia: la revolucionaria manera de exponerla. Francisco pide un responsable discernimiento personal y pastoral. En una nota a pie de página, afirma que, en ciertos casos, esas parejas pueden comulgar. La decisión la deja al discernimiento del sacerdote, el obispo y la propia conciencia.

Amoris laetitia se resume con cuatro verbos: acoger, acompañar, curar heridas, discernir. Siempre teniendo en cuenta que “el amor misericordioso del Señor es la manifestación más luminosa de la verdad de Dios”. Me uno al consejo del cardenal Schönborn: no leerla de un tirón, sino poco a poco, reflexionándola y meditando cada página.

En el nº 2.984 de Vida Nueva

 

ESPECIAL ‘AMORIS LAETITIA’:

Compartir