La clave es el amor

En sus 25 años, Cristo Vive ha atendido a más de 25 mil personas en sus diversos programas promoción social.

ROBERTO URBINA AVENDAÑO

“Se me hacía cada vez más difícil desplazarme entre esos dos mundos. Cuando tenía tiempo, aparte de la universidad donde estudiaba enfermería y el convento, lo pasaba en los barrios pobres” recuerda Karolina Mayer de sus primeros días en Santiago, donde llegó desde Alemania enviada por su Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo en 1968. Ese primer contacto con la miseria traspasó su corazón y marcó su vida.

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Después de otras experiencias buscando servir a familias pobres, hace 25 años puso en marcha Cristo Vive, una fundación que ha atendido a más de 25 mil personas en sus programas de salud familiar, educación inicial, rehabilitación y prevención de drogodependencia, residencia y acogida a personas en situación de calle, atención a adultos discapacitados y formación profesional en oficios, además de asesoramiento jurídico, promoción humana y asistencia social. Sólo del programa de formación profesional en oficio, egresan unas 1.200 personas cada año y ha tenido unos 14 mil estudiantes, entre 18 y 65 años, desde su creación.

“Las personas que llegan acá son muy carentes no sólo en lo económico, sino también en lo social y emocional”, nos comparte Héctor Moya, profesor, técnico industrial mecánico. Llegó en 1998 como instructor del área mecánica industrial y ahora es el coordinador de la Escuela de Formación Profesional de Oficios. “Cuando llegan son toscos, duros, poco receptivos –continúa–, pero cuando les entregas un poco de cariño y les muestras que los respetas y aprecias, que los escuchas y acompañas, cambian y se entregan con más flexibilidad a aprender”.

_Motores automóvilesLa formación de oficios la realizan en cinco sedes en barrios periféricos de la ciudad de Santiago. Mecánica industrial y automotriz, instalación sanitaria, electricidad, soldadura, cocina, computación, enfermería, panadería y asistente contable, son los principales oficios que se ofrecen actualmente. Varios de estos oficios tienen certificación del organismo estatal correspondiente y ninguno de los estudiantes paga nada. Al contrario, si estudian reciben una beca para movilización.

“Es muy hermoso ver, en las graduaciones, cómo ellos han cambiado y están felices del logro que han obtenido, no sólo por el certificado que reciben sino, muchas veces, porque es la primera vez que terminan algo en sus vidas”, sostiene Moya. Y agrega: “Por eso, lo más importante para nosotros es el buen trato, porque muchos de ellos han sido maltratados y se sienten desvalorizados. Tratamos de que prevalezca su dignidad a través del trato respetuoso, responsable, cumpliendo con rigor lo que hay que cumplir, para que, con su capacitación profesional, se integren de buena manera al ámbito laboral”.

Moya asegura: “No damos una técnica que permita hacer una actividad laboral, sino que damos una formación a la persona que incluye una habilidad laboral, técnicas de aprendizaje que reciben en tutoría; formación en derechos laborales; técnicas de computación; autocuidado para prevenir accidentes; y nivelación de estudios para igualar conocimientos en lenguaje o matemáticas”. Y resume: “La clave es el amor con el que entregamos todo esto”.

Educación inicial

Poco más de 500 personas y unos 50 voluntarios trabajan en los diversos programas de la fundación. Uno de ellos brinda educación inicial en un jardín infantil (niños hasta 5 años) y sala cuna (hasta 2 años).

“Trabajamos el amor a los niños, trabajamos con niños vulnerables”, dice Marcela Campos, técnica en párvulos, quien llegó hace 21 años a la fundación. “Cada una de nosotras –continúa– en sala cuna tenemos 20 niños. Muchos provienen de familias de escasos recursos. Al comienzo una tiene que ir a buscarlos a sus casas, preocuparse de su alimentación, de su aseo. Vemos que les falta mucho amor. Nosotras vamos aconsejando a sus mamás, averiguamos por qué los niños están más agresivos, las ayudamos a que sean mas cariñosas con sus hijos”.

Sonia Cortés lleva la administración que incluye la provisión de materiales y alimentos para tres comidas en el día ya que los niños están desde 8:30 a 16:30 con extensión horaria hasta las 18:45 para las mamás que trabajan. “Recorro las salas, acompaño a las chiquillas, les doy fuerza para que sigan adelante, sobre todo en los momentos en que uno se cansa. Yo estoy disponible para escucharlas”, describe.

Por su parte, Campos asegura: “una está dispuesta siempre a dar cariño, aunque una se canse. Hay momentos, como a fin de año, que estamos más agotadas, pero no podemos mostrar eso a los niños, porque estamos para darles cariño. Tenemos que estar siempre dispuestas para ellos”.

El área de educación inicial está dirigida por María Jofré, compañera y amiga de la hermana Karolina hace 45 años –y en este cargo hace 42–. “Lo propio de estos jardines –dice María– es que entregamos mucho amor a los niños, a sus familias y a todos quienes llegan. Aquí tienen un espacio donde la familia llega a compartirnos sus problemas. Las puertas están abiertas para que cada persona se sienta hombre o mujer, en plena dignidad. Para nosotros la dignidad de cada persona es lo fundamental. Todos aquí aprendemos de los demás y nos relacionamos con amor y con dignidad”.

_Paneles solaresAsimismo este área incluye un hogar para 30 adultos, entre 28 y 65 años, con discapacidades mentales y físicas. Ocho profesionales llevan los programas que incluyen actividades de manualidades. En el Jardín Infantil hay 8 salas para 256 niños de 2 a 4 años cumplidos. En sala cuna hay 80 niños de 84 días a 2 años. Todos ellos vienen de familias pobres del sector, no pagan, pero sus padres colaboran de diferentes modos. Por ejemplo, los sábados haciendo aseo en turnos.

Superar la pobreza

“La hermana Karolina es el motor que nos inspira. Su testimonio y sus palabras son importantes para nuestra formación y para el sentido de lo que hacemos”, asegura Felipe Muñoz, encargado de comunicaciones. “Tenemos buen clima laboral, aunque no faltan conflictos y problemas. Tenemos una motivación extra que inspira nuestro compromiso: estamos en una organización con un fin muy noble, sabemos que remamos para el mismo lado: para superar la pobreza y dignificar a las personas”, explica.

“Cada grupo, según sus diferencias, acoge y hace suya la trascendencia que tiene nuestro trabajo y eso inspira lo que hacemos. Somos una organización compleja, con varias sedes, con muchos programas distintos, por eso tenemos que encontrar el modo de que todos nos empapemos de la obra, de lo esencial del sentido de lo que hacemos. Con recursos modestos, sencillos, lo hemos logrado y seguimos avanzando. Para nosotros es importante mantener un estilo sobrio; no nos gusta el marketing ni hacer mucho ruido”, comenta Muñoz.

Todos tienen claro ese objetivo: destacar la dignidad de cada persona, en todas las áreas de servicio que ofrecen.

 


La hermana Karolina

“Saber que el país de mi misión sería Chile, fue un gran golpe ”, dice Karoline Mayer al recordar el destino asignado por su superiora. Su anhelo era ir a India o a China. Recién llegada a Santiago misiona en un sector de extrema pobreza en el barrio de los ricos, donde está su convento. Allí se encuentra con María Jofré con quien abre un jardín infantil. Años después, al recibir como obediencia religiosa, regresar a Alemania, plantea a su superiora retirarse de la orden. En septiembre de 1973, el golpe militar le da una certeza: “mi lugar está en Chile, con la gente a la que había prometido no abandonar jamás”. En diciembre del mismo año regresa sin el respaldo de su congregación.

Sister Caroline, poses a portrait in the streets of a poor neighbourhood of Santiago de Chile. Santiago, Chile, Saturday, November 21, 2015. Photo: Luis Hidalgo.

El cardenal Silva Henríquez le pidió atender una población que tenía 1.700 familias en situación de miseria. Allí concentró sus esfuerzos otra vez. “Nuestro trabajo creció. Y en la misma medida creció la presión que ejercía el régimen”. Acudió al obispo Jorge Hourton, con quien crearon la Fundación Missio para dar cobertura jurídica a su trabajo y para canalizar financiamiento desde el extranjero o donantes locales. “Después de las desastrosas experiencias con Missio no tenía intención de fundar otra institución. Pero no tuvimos alternativa y tuvimos que iniciar la Fundación Cristo Vive” rememora Karolina. Creada en 1989, en 2000 se extendió a Cuzco, Perú y Bolivia.

En 2001 recibió la nacionalidad chilena por gracia, con acuerdo unánime del Parlamento. “El único sentido de mi vida, lo único que en mí misma tiene sentido es vivir el amor. En alguna parte de mí el amor tiene una profunda base original a la que yo la llamo Dios, la fuente de donde viene el amor”.

 

 

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