Familia Quiceno Zabala. Participantes en el Encuentro Mundial de las Familias

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“El que vive con nosotros el proyecto de Dios, ese es nuestra familia”

Astrid Zabala, Jorge Quiceno y su hija Aymará fueron invitados por el Pontificio Consejo para la Familia a compartir su experiencia en el marco del Encuentro Mundial de las Familias, llevado a cabo recientemente en Filadelfia, Estados Unidos. Como miembros de la Corporación Casitas Bíblicas, que busca el buen vivir en las lomas sur-orientales de Bogotá a partir de un proceso comunitario, su ponencia destacó la relevancia de la lectura popular de la Biblia, como luz para las familias y el mundo. Según Astrid y Jorge, la Iglesia debe repensar su acompañamiento al mundo familiar, en lugar de emitir juicios. Más allá de los lazos de sangre, “el que vive con nosotros el Proyecto de Dios, ese es nuestra familia”, afirman. Vida Nueva comparte algunas de sus impresiones sobre el encuentro y algunos de sus sentires y pensamientos en su caminar cristiano.

¿Entre las preguntas que se hace el mundo católico sobre la familia cuáles de las que estuvieron presentes en el encuentro los interpelan más?

Jorge: Se discute sobre la relación de la pareja, el manejo de la economía, el tema de la homosexualidad en la familia, la oración y problemas de los hijos como la drogadicción.

IMG_0102Astrid: Nos preocupan bastante algunas posturas que tiene la Iglesia frente a la construcción de familia; todavía ve una familia bastante conservadora. La familia que tiene diseñada la propuesta de la Iglesia Católica no es la propuesta que está representando una familia actual. Se sigue  considerando a la familia como el papá, la mamá y los hijos; y no a otro tipo de familias. Otra de las cosas que nos preocupan es la postura que tiene la Iglesia frente a la planificación. Por algunas cosas que escuchamos en ponencias, la Iglesia no está de acuerdo con ella. Además, se está saturando de una manera muy agresiva a la mujer que aborta. Dentro de una construcción de familia no tendría que estar pasando ya esto: una mujer que tiene que ser rechazada; que tiene que ser excluida; que, además, tiene que pedir permiso a la Iglesia por si la perdona o no.

En esa construcción de familia, yo, particularmente, creo que no cabemos, por ejemplo, muchas familias colombianas; porque las familias colombianas tienen una característica que es especial: la mayoría no están conformadas por papá, mamá e hijos. En Colombia las familias están funcionando de otra manera: la abuela, el tío, la tía, etc. Por toda la situación de violencia, la mayoría de hijos están sin papá; es una familia huérfana, de alguna manera.

Vemos una Iglesia muy conservadora. Se está promoviendo el no apoyo a los matrimonios igualitarios, que también se tienen que empezar a reconocer como familias.

¿En qué consistió su aporte durante el evento?

Jorge: Había que presentar un documento que sintetizara nuestra experiencia y que recogiera también nuestro caminar en Casitas Bíblicas. Fue un proceso bastante arduo, de revisión, de volver a leer, de sentarnos juntos: “esto es lo que hemos vivido, lo que has vivido tú, lo que he vivido yo, lo que hemos vivido con nuestra hija”.

Astrid: Cuando estábamos haciendo la ponencia decíamos que no era justo que solamente saliera el proyecto de familia de nosotros tres, porque el de Casitas Bíblicas es un proyecto construido por muchas familias. Quisimos abarcar todo lo que es la corporación; un proceso de familias que es el proceso de una comunidad. En ese sentido, fue un trabajo muy interesante: de darnos cuenta de lo que tenemos en común. Somos un grupo de amigos, un grupo de familias que quisimos hacer resistencia cuando en un momento nuestra iglesia local nos dijo que no podíamos leer la Biblia del modo como lo hacíamos, reuniéndonos en grupos, de manera ecuménica, en los hogares.

Una luz para el mundo

¿En qué radica la importancia de la lectura popular de la Biblia en un proceso como el suyo?

Jorge: Justamente, la pregunta que se discutió en nuestra ponencia fue: “¿Por qué la lectura de la Biblia en la familia es una luz para el mundo?”. Nuestra tesis fue sustentada en el sentido de que nos transformamos, leemos la Biblia y ella nos invita al servicio a los hermanos. Somos capaces de leerla, de reflexionarla y de hacer proyectos que sirven y que llevan a que nuestras familias marquen la pauta en el ejemplo, el amor, el servicio comunitario, la amistad, el cuidado de los otros, de los hijos, del planeta.

Astrid: También consideramos que, para Casitas Bíblicas, el hecho de que sea un proceso de familia permite que la lectura popular de la Biblia realmente pase por el cuerpo. ¿Y cuál es el cuerpo? El cuerpo es la familia, porque es la posibilidad que tenemos de encarnar lo que leemos. No vamos a la Biblia porque queremos saber de Biblia sino porque queremos que los textos bíblicos hagan resonancia en nuestras vidas; a partir de la realidad familiar; a partir de lo cotidiano. En Casitas Bíblicas siempre hemos visto que la casa de la familia debe ser el lugar de aprendizaje de los valores, de la solidaridad. Eso propusimos en la ponencia: el servicio tiene que nacer en la casa para trascender a una comunidad.

¿Qué realidades de las familias tocan a la puerta de Casitas Bíblicas?

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“La casa de la familia debe ser el lugar de aprendizaje de los valores”

Astrid: El tema que más nos cuestiona es el tema de la población LGBTI. Las familias no quieren aceptar a los jóvenes que quieren otras decisiones en la vida. A veces sentimos que no tenemos las  herramientas para responder a esta necesidad. ¿Cómo las familias aprendemos a ir a las fronteras? ¿Cómo los papás se hacen capaces de ir a los hijos y cómo los hijos se hacen capaces de ir a los papás? No estamos encontrando las fronteras ni de los niños ni de los jóvenes ni de los adultos.

El tema de los jóvenes y el tema de la niñez nos preocupan mucho; y también el tema de las nuevas masculinidades: se está trabajando, pero a veces sentimos que no es suficiente; todavía se ven actitudes machistas, todavía a la mujer se le sigue discriminando, todavía se le sigue agrediendo. Estamos a años luz de la liberación femenina.

Jorge: Niños y jóvenes que por su naturaleza y su desarrollo personal van descubriendo que sus orientaciones afectivas y su deseo sexual son homo encuentran que el primer lugar de agresión es su casa: eso nos duele. Estamos en proceso.

Francisco dijo en uno de sus discursos en Filadelfia que la mirada de la sociedad frente a la familia no está coincidiendo con la mirada de la Iglesia, y ese es un tema álgido que tenemos que tratar. Se sigue pensando la familia como la familia de parejas hétero. ¿Cómo abrimos el corazón al estilo de Jesús buen samaritano? ¿Cómo vivimos la samaritanidad con todos? ¿Cómo vivirla con estos niños que son abandonados, maltratados por sus mamás, por sus propios padres, que no pueden ir al barrio tranquilos porque son agredidos?

Por eso nuestra sede es un lugar donde ellos se pueden encontrar y, evidentemente, no solo los jóvenes; adultos también. Sin embargo, ello es una razón para que se nos juzgue; para que Casitas Bíblicas sea puesta en entredicho. Pero eso es el Evangelio.

¿Qué significó participar en el encuentro para el proceso familiar y cristiano que tienen?

Astrid: El trabajo que compartimos tuvo mucho impacto en laicos, sacerdotes, pastoralistas, familias de trabajo en comunidades eclesiales de base. No nos imaginamos la magnitud. Vale la pena apostarle a estos procesos comunitarios, mostrar el trabajo. La experiencia me dio herramientas para trabajar el tema de la niñez, que no se abordó casi desde ningún punto de vista y para recopilar lo que en la corporación hacemos.

Jorge: Me llamó la atención que muchos de nuestros hermanos se sienten identificados con nuestro sentir. Proyectos como este no son valorados por la Iglesia. Pero argumentamos desde la teología de la Iglesia, de Medellín, de Puebla, donde se habla de los procesos laicales. Si bien los documentos los reconocen y les dan importancia, nuestra iglesia local no lo hace. Eso incomodó a algunos sacerdotes, que no han querido dar pasos. Con todo, nuestros hermanos pastoralistas del mundo latino sí nos entienden. Había gente que nos decía: “lo que ustedes desarrollaron tiene que ver con lo que vivimos y queremos: familias que sirven, que quieren que se les deje hacer, pero que no encuentran la forma”.

Texto: Miguel Estupiñán

Fotos: Archivo particular

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