Francisco pide que liberen a secuestrados en Siria e Irak

Dall'Oglio

En su “apremiante y dolorido llamamiento”, recuerda al jesuita Paolo Dall’Oglio

Salvo su breve aparición en el encuentro con los alcaldes de destacadas ciudades sobre las nuevas esclavitudes y el cambio climático, los días 21 y 22 de julio en el Aula Nueva del Sínodo, el papa Francisco no se ha mostrado en público durante toda la semana. El domingo 26, como estaba previsto y anunciado, sí compareció ante la nutrida multitud congregada en la Plaza de San Pedro para escuchar sus palabras a la hora del ángelus.

Comentando la multiplicación de los panes y los peces (Jn 6, 1-15), Bergoglio afirmó: “Jesús sacia no solo el hambre material, sino la más profunda, el hambre del sentido de la vida, el hambre de Dios. Frente al sufrimiento, a la soledad, a la pobreza y a las dificultades de tanta gente, ¿qué podemos hacer nosotros? Lamentarse no sirve de nada, pero podemos ofrecer lo poco que tenemos, como el muchacho del evangelio. Tenemos ciertamente algunas horas de tiempo, algún talento, alguna competencia… ¿Quién de nosotros no tiene sus ‘cinco panes y dos peces’? ¡Todos los tenemos! Si estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor, bastarán para que en el mundo haya algo más de amor, de paz, de justicia y, sobre todo, de alegría. ¡Qué necesaria es la alegría en el mundo! Dios es capaz de multiplicar nuestros pequeños gestos de solidaridad y hacernos partícipes de su don”.

Después de la oración mariana, el Santo Padre quiso ser el primero en inscribirse como peregrino en la próxima XXXI Jornada Mundial de la Juventud, que –como es ya sabido– se celebrará del 26 al 31 de julio del año que viene en Cracovia, la ciudad episcopal de san Juan Pablo II. Acompañado en la ventana de su estudio por dos jóvenes polacos, un colaborador le acercó un iPad, en cuya pantalla activó el oportuno dispositivo electrónico para sumarse a las decenas de miles de jóvenes de todo el mundo que participarán en esta jornada puesta bajo el signo del Año de la Misericordia.

Inmediatamente después, el Papa hizo un “apremiante y dolorido llamamiento para la liberación” del jesuita Paolo Dall’Oglio, secuestrado en los últimos días de julio de 2013 cerca de la ciudad de Raqqa, en la Siria septentrional, feudo del autodenominado “califato”. Todas las informaciones concuerdan en que se halla en poder de las milicias yihadistas. Este misionero (de 60 años de edad) llevaba viviendo en dicho país árabe desde hace treinta años y era un pionero del diálogo islamo-cristiano; fue expulsado en 2012, pero volvió a entrar clandestinamente en su país de adopción. La movilización de su familia, de la Compañía de Jesús y de sus numerosos amigos italianos no ha logrado su rescate. También ha fracasado, hasta ahora, en sus gestiones el Ministerio italiano de Asuntos Exteriores.

El titular del mismo, Paolo Gentiloni, ha enviado al Papa un mensaje de agradecimiento por su llamamiento, que se extendía  también “a los obispos ortodoxos secuestrados en Siria y a todas las otras personas que, en las zonas de conflicto, han sido raptadas. Hago votos por el renovado compromiso de las autoridades locales e internacionales para que a estos nuestros hermanos se les restituya la libertad”.

SIDA por Antonio Pelayo

Ahora que el mundo mediático parece haberse olvidado del sida, la Iglesia católica –que atiende en el mundo al mayor número de víctimas de esta enfermedad– sigue en la brecha. A través del secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, el Papa ha hecho llegar un mensaje a la Conferencia Mundial sobre el Sida, que ha tenido lugar en Vancouver del 19 al 22 de julio. Unidos contra la enfermedad, esta será vencida, es la síntesis del mensaje pontificio, que recoge este interesante punto: “Todos los progresos en la farmacología, en la terapia, en la investigación pueden ser acompañados por un firme compromiso para promover el desarrollo integral de toda persona como un hijo amado por Dios”.

Las ‘vacaciones’ del Papa

Francisco, pues, observa su personal ritmo de vacaciones. Oficialmente, nada trasciende sobre cómo trascurren sus jornadas en la Casa Santa Marta del Vaticano.

El argentino Guillermo Karcher, que es uno de los cerimoniere que acompañan al Papa en las celebraciones litúrgicas y, al mismo tiempo, es uno de los más cercanos a su compatriota, ha hecho unas declaraciones a Radio Vaticano. En ellas ha dicho: “Trascurre estos días con mucha serenidad y alegría. Yo le veo siempre contento, cada mañana. Y, además, siempre trabajando, porque siempre está con las manos ocupadas, lleno de papeles, de correspondencia; es muy importante para él responder personalmente”.

También añadió que pasa este período “en comunicación con sus amigos, con la gente que quiere. Aprovecha, sobre todo, porque puede tener más tiempo a disposición y entonces se dedica a esto. Más las lecturas de documentos y de proyectos, para programar el futuro próximo”.

Antonio Pelayo. Roma

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