Tragedia en el Mediterráneo: “Buscaban la felicidad…”

inmigrantes supervivientes del naufragio en el Mediterráneo abril 2015

Varias instituciones eclesiales se unen al clamor papal ante el drama de los inmigrantes

inmigrantes supervivientes del naufragio en el Mediterráneo abril 2015

ANTONIO PELAYO (ROMA) | La noticia del naufragio llegó al Vaticano a media mañana del domingo 19 de abril y fue comunicada a Francisco inmediatamente. El Papa se conmovió ante una tragedia de tales proporciones y decidió preparar un texto que expresara su profundo dolor. Minutos después, se asomó a la ventana del tercer piso del palacio apostólico para dirigir el rezo del Regina coeli. La plaza estaba abarrotada en una mañana de sol primaveral y la inmensa mayoría de los presentes ignoraba en esos momentos la catástrofe sucedida doce horas antes en el Mediterráneo, a pocos centenares de kilómetros de la costa italiana.

Después de la oración mariana, el Santo Padre, con un tono de voz y una expresión facial que dejaban traslucir su profunda turbación, dijo: “Están llegando en estas horas noticias sobre una nueva tragedia en aguas del Mediterráneo. Una barca cargada de emigrantes ha volcado la pasada noche a unas sesenta millas de la costa libia y se teme que haya centenares de víctimas”. Al oír estas palabras, todos los presentes reaccionaron con comprensible emoción.

“Expreso –prosiguió el Pontífice, subrayando cada una de sus palabras– mi más sentido dolor frente a tal tragedia, y aseguro a los desaparecidos y a sus familias mi recuerdo y mis oraciones. Dirijo un encendido llamamiento a fin de que la comunidad internacional actúe con decisión y prontitud para evitar que puedan repetirse tragedias semejantes”.

El Papa quiso añadir algunas palabras más para sensibilizar a todos los que le escuchaban: “Son hombres y mujeres como nosotros, hermanos nuestros que buscan una vida mejor, hambrientos, perseguidos, heridos, explotados, víctimas de las guerras; buscan una vida mejor. Buscaban la felicidad. Os invito a rezar en silencio después, todos juntos, por estos hermanos y hermanas”. Un silencio inimaginable, absoluto, concentrado se adueñó durante algunos segundos de toda la plaza, que se unió a Bergoglio cuando este comenzó a rezar el Ave María.

No es la primera vez que Francisco alza su voz pidiendo a la comunidad internacional –a la Unión Europea, a las Naciones Unidas, a los distintos organismos internacionales– que tomen medidas eficaces para evitar un tráfico de seres humanos que se ha cobrado ya decenas de miles de muertes y que ha arrastrado al fondo del mar a tantas víctimas inocentes.ataúdes de los inmigrantes fallecidos en el naufragio en el Mediterráneo abril 2015

No se olvide que el primer viaje de Francisco tuvo como destino la isla de Lampedusa, el confín italiano más cercano a las costas de África y donde han sido desembarcados tantos cadáveres y acogidos decenas de miles de prófugos. Ese viaje tuvo lugar el 8 de julio de 2013 y, en la homilía de la misa que celebró con la habitantes de la isla, el Papa afirmó: “La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles a los gritos de los otros; nos hace vivir en unas pompas de jabón que son bellas, pero que no son nada; son la ilusión de lo fútil, de lo provisional, que lleva a la indiferencia hacia los otros. Es más, lleva a la globalización de la indiferencia. Nos hemos habituado al sufrimiento del otro; no nos afecta, no nos interesa, no es asunto nuestro”.

La isla de Lampedusa pertenece a la Archidiócesis de Agrigento, cuyo arzobispo, Francesco Montenegro, fue elevado al cardenalato en el último consistorio. Es, al mismo tiempo, presidente de la Comisión para las Migraciones en el Episcopado italiano. “Es un acontecimiento negro y oscuro –dijo Montenegro al conocer la noticia–. Debemos darnos cuenta de que la historia está tomando este sesgo. Si no queremos que las cosas todavía empeoren, es necesario que quienes ocupan espacios de responsabilidad comiencen a tomar decisiones diferentes. No podemos maravillarnos si continúan los muertos, pero no podemos tampoco resignarnos ante la muerte”.

Reacciones de las entidades eclesiales

Las reacciones que ha provocado esta hecatombe se fueron sucediendo a medida que las noticias fueron haciéndose más concretas. La Comunidad de Sant’Egidio hizo pública una declaración en la que afirmaba: “Si Europa no está a la altura para poner fin a las inaceptables muertes en el mar, la ONU debe entrar en acción utilizando todos los medios posibles, incluida la convocatoria urgente de una reunión del Consejo de Seguridad. Es un número de víctimas similar al de una guerra”.

Los expertos de la institución eclesial, que muchos conocen como “la ONU del Trastevere”, indican tres direcciones en las que se debe actuar: primero, poner fin de inmediato a las muertes en el mar utilizando barcos militares que permitan detectar las barcazas y auxiliar a los emigrantes, incluso en condiciones de mar gruesa. Segundo, crear un sistema europeo que permita el ingreso regular y controlado, por motivos humanitarios, con un coste claramente inferior para los refugiados (que llegan a gastar miles de euros) y, sobre todo, que permita realizar el viaje sin arriesgar la vida. Y en tercer lugar, intensificar los esfuerzos diplomáticos y de mediación para detener las guerras que, en gran parte, son el origen del fenómeno migratorio.

Otra de las instituciones que se ocupa habitualmente de los emigrantes llegados a Italia, el Centro Astalli, dirigido por la Compañía de Jesús, manifestó igualmente su “horror y consternación” ante la noticia. Pero no se quedó ahí; en una declaración pública, pidió que “se active de forma inmediata una operación de socorro y salvamento de amplio campo. Hoy pagamos el altísimo precio de la nefasta opción de interrumpir la operación Mare Nostrum y sustituirla hipócritamente con Tritón, que tiene solo el mandato de controlar las fronteras, pero no de salvar vidas humanas”.inmigrantes supervivientes del naufragio en el Mediterráneo abril 2015

“Hay que actuar de modo que –añade el Centro Astalli– todos los estados de la Unión Europea acojan de modo proporcional a los emigrantes forzosos. De momento, solo seis de los 28 estados miembros acogen al que logra llegar vivo a Europa huyendo de guerras y persecuciones”. El padre Camillo Ripamonti, director del Centro, insistió en que “se ponga inmediatamente fin a estos asesinatos, creando canales humanitarios seguros y rompiendo el absurdo monopolio de los traficantes de seres humanos”.

El presidente de Cáritas Italia, el arzobispo de Trento, Luigi Bressan –según recogía el diario del Episcopado italiano, el Avvenire– considera que “la Europa de los últimos veinte años tiene mucha responsabilidad en lo que ahora está sucediendo en el Mediterráneo; no ha hecho la parte que le correspondía. Hoy, una Europa encerrada en sí misma es un anacronismo. Hasta los años 70, supo dar su contribución a los países en vías de desarrollo. Después, ha dirigido la mirada hacia otra parte. Es urgente que toda Europa se active en las políticas internacionales: no con una intervención armada, como sucedió desastrosamente en Libia, sino como una fuerza de paz”.

Según datos facilitados por el arzobispo, Cáritas Italia ofrece gratuitamente todos los días 5.000 comidas a los emigrantes y ha invertido casi dos millones de euros en proyectos asistenciales en Siria, Líbano, Jordania y Turquía.

La Fundación Migrantes, por su parte, ha reclamado que la indignación y el dolor ante las últimas hecatombes en aguas mediterráneas deben dar paso a acciones concretas, serias y realizables para ayudar a las personas y pueblos que huyen de la miseria o de las violencias de todo tipo. Indica tres pasos a seguir: una acción naval internacional que pueda garantizar “canales humanitarios”, un plan social europeo que asegure el derecho de solicitar asilo en los 28 países miembros de la UE y una “ acción de paz y seguridad” en los países norteños de África, en el Medio Oriente y en el llamado “cuerno de África”.

Un banco de datos

Aparte de las reacciones eclesiales, también han llegado las políticas, sin duda necesarias. Así, en nombre del Comité de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Italia, su presidente, Mario Marazziti, ha propuesto que se cree en los países de origen y de tránsito de la emigración un banco de datos con las peticiones de protección internacional.

“De este modo –asegura–, puede crearse un primer banco europeo de datos y viajes seguros para quien huye de las guerras y persecuciones. En los próximos días, con algunos colegas del Bundestag [el Parlamento alemán], llevaremos este llamamiento a la Unión Europea comprometiendo a otros parlamentarios de la UE”.

En el nº 2.938 de Vida Nueva

 

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