Ante el 1º de Mayo: la recuperación económica del Gobierno “no llega a quien más lo necesita”

JOC y HOAC piden acabar con la precariedad laboral

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JOSÉ LUIS PALACIOS | El carácter reivindicativo del Día Internacional del Trabajo le ha ganado la partida al aspecto festivo en este año plagado de citas electorales. No puede ser de otra manera, ante un paro que no baja del 20% y el aumento de la pobreza incluso entre quienes han encontrado un empleo. Las organizaciones católicas de trabajadores abogan por un cambio de rumbo que convierta a la persona y a la familia en la prioridad de la agenda política.

Juventud Obrera Cristiana (JOC) y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) han firmado un comunicado público conjunto, en el que afirman que esta situación es fruto de “una forma de hacer y funcionar en la que la lógica prevalente es la del dinero, no la de procurar garantizar el ‘bien ser’ o ‘bien vivir’ de todas las personas”. No en vano, la Evangelii gaudium del papa Francisco declara: “Cuando la vida social –también el trabajo– pone en el centro al dinero, y no a la persona, negamos la primacía del ser humano sobre las cosas, negamos la primacía de Dios”.

El presidente de las Hermandades del Trabajo, José Miguel López, en declaraciones a Vida Nueva, coincide en señalar que la mejoría “no ha llegado a quienes más lo necesitan” y que la situación es triste si se tienen en cuenta “el desempleo, la precariedad, la situación de tantas familias, el drama de los niños y niñas pobres y la falta de horizontes de la juventud”.

Ante las elecciones municipales y autonómicas, López recuerda que los ciudadanos están llamados a elegir “qué modelo social quieren” y hace un llamamiento para que “todos, incluido los poderos públicos, nos impliquemos para superar la actual situación de desigualdad creciente”. Hermandades del Trabajo apuesta por atender a quien más lo necesita y desarrollar programas de atención a los desempleados, junto con instituciones como Cáritas.

Por su parte, la HOAC y la JOC recuerdan que “no hay remedio si no empezamos a poner a las personas y a las familias, especialmente a las más empobrecidas y castigadas, en el centro”. En su declaración, apuestan por mantener su compromiso por “luchar el presente, tratando de alzar la voz contra el sufrimiento y por las esperanzas de tantas personas trabajadoras y sus familias”.

En su declaración firmada, recurren al papa Francisco, quien, en la VII Cumbre de las Américas, proclamó que “no es suficiente con que los pobres recojan migajas que caen de la mesa de los ricos; hay bienes básicos como la tierra, el trabajo y la casa, además de servicios públicos como salud, educación, seguridad o medio ambiente, de los que ningún ser humano debería quedar excluido”.

Como seguidores de Jesús, abogan por la “esperanza como programa de acción”, para “cambiar la manera de actuar, superando los planteamientos capitalistas del beneficio como motor de la historia”.

El norte que anhelan las organizaciones católicas obreras está, como ya indicó Benedicto XVI, en “una sociedad donde todos y todas podamos tener un trabajo digno que permita nuestro sostenimiento y el de nuestras familias, nuestra realización personal y nuestra contribución a esa sociedad mejor”.

Más de 12 millones en riesgo de exclusión social

El paro sigue muy alto, la desigualdad aumenta, los servicios sociales no dan abasto y la solidaridad familiar está exhausta. La cohesión social en España está en riesgo, tal y como ha confirmado el esclarecedor Informe FOESSA. Con más de 12 millones de personas en riesgo de exclusión social, 1,7 millones de hogares con todos sus miembros en paro, 7000.000 familias sin ingresos y la mitad de los jóvenes en desempleo, muchos de ellos obligados a la emigración, el futuro de la familias trabajadoras no pinta bien. Frente al discurso de quienes proclaman que España va a mejor, la HOAC y la JOC aseguran que “no vivimos tiempos de recuperación laboral y social en nuestro país”. Recuerdan que el 90% del empleo creado es temporal y a tiempo parcial, por lo que no permite escapar de la trampa de la precariedad.

En el nº 2.938 de Vida Nueva.

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