Francisco envía “mensajeros de la misericordia” a todo el mundo

papa Francisco deja atrás la Puerta Santa el día que entrega bula por la que convoca el Año Santo Extraordinario de la Misericordia 11 abril 2015

En la bula que convoca el Año Santo, anuncia que habrá un Jubileo en cada diócesis

papa Francisco entrega bula por la que convoca el Año Santo Extraordinario de la Misericordia 11 abril 2015

Homilía el 11 de abril, al publicar la bula ‘Misericordiae vultus’

ANTONIO PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | El Año Santo de la Misericordia (anunciado el 13 de marzo, segundo aniversario de la elección de Francisco) ha comenzado a entrar en la historia de la Iglesia este 11 de abril con la publicación de la bula papal Misericordiae vultus (El rostro de la misericordia) en una solemne ceremonia cuya primera parte se celebró en el atrio de la Basílica Vaticana, frente a la Puerta Santa, que cerró hace algo menos de 15 años Juan Pablo II en la clausura del Jubileo del año 2000.

En presencia de numerosos cardenales, del cuerpo diplomático y de muchos fieles, a las cinco y media de la tarde, Bergoglio entregó la bula a los cardenales arciprestes de las cuatro basílicas papales y a tres cardenales prefectos de congregaciones de la Curia que representaban a los obispos del mundo entero: Marc Ouellet (Obispos), Fernando Filoni (Evangelización de los Pueblos) y Leonardo Sandri (Iglesias Orientales), así como al arzobispo chino Savio Hon Tai-Fai, al africano Barthelemy Adoukonou y al copto Khaled Ayad Bishay.

El regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, Leonardo Sapienza, leyó algunos de los pasajes más notables de este extenso documento (28 páginas). “Siempre tenemos necesidad –afirma el Santo Padre al comienzo de este escrito, salido de su puño y letra– de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une a Dios al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado”.

papa Francisco entrega bula por la que convoca el Año Santo Extraordinario de la Misericordia 11 abril 2015

Francisco entrega la bula

Poco más adelante, explica por qué ha escogido el 8 de diciembre como apertura del Año Santo, al celebrarse ese día el 50º aniversario del cierre del Concilio Vaticano II. “La Iglesia –asegura Francisco– siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella se iniciaba un nuevo período de su historia. Los padres conciliares habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres de su tiempo de un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido a la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre”.

Sin citarlo, Bergoglio evoca, como nota en su editorial de L’Osservatore Romano su director, Gian Maria Vian, un libro de Hans Urs von Balthasar, publicado en 1952, con el título Derribadas las murallas.

Recordando palabras de sus predecesores Juan XXIII y Pablo VI, el Papa cita las palabras de Montini en su alocución del 7 de diciembre de 1965: “El Concilio ha enviado al mundo contemporáneo, en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores; en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza. Sus valores no solo han sido respetados, sino honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos; sus aspiraciones, purificadas y bendecidas”.

La viga maestra de la Iglesia

“La misericordia –afirma– es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada, en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo, puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia vive un ‘deseo inagotable de brindar misericordia’ (Evangelii Nuntiandi, 24). Tal vez, por mucho tiempo, nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. (…) Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar al futuro con esperanza”.

Pero no solo se trata de una invitación teórica, sino que Francisco quiere que el Año Santo tenga repercusiones prácticas. De ahí su anuncio en la bula de que enviará a todas las diócesis del mundo a los “misioneros de la misericordia”, “sacerdotes a los que daré la autoridad de perdonar también los pecados reservados a la Sede Apostólica para que se haga evidente la amplitud de su mandato”.

Bergoglio espera que su invitación a la conversión llegue a todos, también “a aquellas personas que se encuentran alejadas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida”. Cita en concreto “a los hombres y mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que este sea. Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en nombre del Hijo de Dios, que, si bien combate el pecado, nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso e inmortal. Para todos, más tarde o temprano, llega el juicio de Dios, al cual ninguno puede escapar”.

papa Francisco deja atrás la Puerta Santa el día que entrega bula por la que convoca el Año Santo Extraordinario de la Misericordia 11 abril 2015

La Puerta Santa volverá a abrirse en la apertura del Jubileo

Bergoglio desea que “la misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción. Esta llaga putrefacta de la sociedad es un grave pecado que grita al cielo, pues mina desde su fundamentos la vida personal y social. La corrupción impide mirar al futuro con esperanza porque, con su prepotencia y avidez, destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres. Es un mal que anida en gestos cotidianos para expandirse luego en escándalos públicos. La corrupción es una obstinación en el pecado que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder”.

Tras el reparto de la bula, la celebración continuó con las vísperas del Segundo Domingo de Pascua, dedicado, por voluntad de Karol Wojtyla, a la Divina Misericordia. En su homilía, Francisco respondió a la pregunta de por qué es necesario un Jubileo de la Misericordia: “Simplemente, porque la Iglesia, en estos momentos de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Este no es un tiempo para estar distraídos, sino, al contrario, para permanecer alertas y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial”.

Cumbre de las Américas

No pudo asistir a esta ceremonia el secretario de Estado. Durante esos días, el cardenal Pietro Parolin se encontraba en Ciudad de Panamá asistiendo a la VII Cumbre de las Américas. Fue el presidente panameño, Juan Carlos Varela, el que invitó al Papa, durante su estancia en Roma para asistir al consistorio para la creación de nuevos cardenales, a mandar una representación a esa importante cita continental.

El 10 de abril, Parolin leyó en la sesión inaugural un mensaje del Santo Padre a todos los reunidos en el que, desde las primeras líneas, destacó su sintonía con el tema elegido para esta cumbre, Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación en las Américas. “Este deseo, que todos compartimos –escribía el primer Papa latinoamericano–, desgraciadamente aún está muy lejos de la realidad. Todavía hoy sigue habiendo injustas desigualdades que ofenden a la dignidad de las personas. El gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad y la fraternidad en lugar de la globalización de la discriminación y la indiferencia. Mientras no se logre una distribución equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de nuestra sociedad”.

“Me gustaría también –añadía en un pasaje muy aplaudido– llamar su atención sobre el problema de la inmigración. La inmensa disparidad de oportunidades entre unos países y otros hace que muchos se vean obligados a abandonar sus tierras y su familia, convirtiéndose en fácil presa del tráfico de personas y del trabajo esclavo, sin derechos ni acceso a la justicia. La falta de cooperación entre los estados deja a muchas personas fuera de la legalidad y sin posibilidad de hacer valer sus derechos, obligándoles a situarse entre los que se aprovechan de los demás o a resignarse a ser víctimas de los abusos. Son situaciones en la que no basta salvaguardar la ley para defender los derechos básicos de la persona, en las que la norma, sin piedad y misericordia, no responde a la justicia”.

Durante su estancia en Panamá, el cardenal mantuvo contactos con diversos líderes allí presentes (Castro, Obama, Morales y Maduro, entre otros), pero sobre ellos no se ha dado información alguna.

En el nº 2.937 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir