Livieres: “El Papa tendrá que dar cuentas a Dios”

El obispo paraguayo de Ciudad del Este califica su remoción de “infundada y arbitraria”

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NICOLÁS MIRABET. BUENOS AIRES | El Papa ha procedido a apartar de sus funciones pastorales como obispo de la diócesis paraguaya de Ciudad del Este a Rogelio Livieres Plano y, en su lugar, ha nombrado a Ricardo Jorge Valenzuela Ríos, obispo de Villarrica del Espíritu Santo, como administrador apostólico de la “sede vacante”. La decisión fue dada a conocer por el nuncio apostólico en Paraguay, Eliseo Ariotti, durante una conferencia de prensa celebrada en la sede de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), junto con Claudio Giménez, presidente del Episcopado, y Adalberto Martínez, secretario general de la CEP.

Los prelados informaron de que, el jueves 25 de septiembre –según recoge un comunicado de la Sala de Prensa de la Santa Sede–, el papa Francisco “dispuso la sustitución del obispo de Ciudad del Este” por “falta de disponibilidad del obispo Livieres Plano a presentar su propia renuncia”, tal como lo había solicitado la Congregación para los Obispos. De inmediato, el nuncio viajó a Ciudad del Este para:

Asegurar la serenidad eclesial y espiritual de la diócesis en este delicado momento y garantizar las adecuadas medidas de continuidad administrativa y pastoral.

Esta histórica remoción para la Iglesia paraguaya tiene lugar tras la visita apostólica que, del 21 al 26 de julio, realizó el cardenal Santos Abril y Castelló, presidente de la Comisión de Vigilancia del Instituto para las Obras de Religión, junto con Milton Luis Tróccoli, obispo auxiliar de Montevideo y rector del Seminario Interdiocesano Cristo Rey de Uruguay (Vida Nueva, nº 2.904). Dicha visita –que, según el Código de Derecho Canónico, se realiza solo “en casos de suma gravedad”– había sido encargada por el papa Francisco ante las acusaciones de abusos sexuales que involucraban a un sacerdote y por malversación de fondos en la diócesis.

El día en que se hacía pública su remoción, Livieres se encontraba en Roma recibiendo la noticia de la decisión pontificia por boca del cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos.

Respuesta inesperada”

Apenas tres horas después de conocida la sucesión, el sitio web de la Diócesis de Ciudad del Este publicaba la carta que su ya exobispo había enviado a Ouellet en respuesta a la resolución de ser apartado de sus funciones episcopales. “El anuncio público por parte del nuncio antes de que yo sea notificado por escrito del decreto es una irregularidad más en este anómalo proceso”, lamenta el polémico prelado. Y añade:

La intervención fulminante de la diócesis puede quizás deberse al temor de que la mayoría del pueblo fiel reaccione negativamente ante la decisión tomada, ya que han manifiestado abiertamente su apoyo a mi persona y gestión durante la visita apostólica. (…) No hay que temer rebeldía alguna. Los fieles han sido formados en la disciplina de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas.

Livieres Plano considera haber demostrado que “los ataques y maniobras destituyentes” hacia su persona “se iniciaron ya desde mi nombramiento como obispo, antes incluso de que pudiera poner un pie en la diócesis”. Asimismo, pone de manifiesto que “no recibí en ningún momento un informe escrito sobre la visita apostólica y, por consiguiente, tampoco he podido responder debidamente a él”. Y critica:

A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación.

En este sentido, se duele por no haber podido recibir “ninguna corrección paternal –o fraternal, como se prefiera– de su parte”.

En la misma misiva, el exobispo de Ciudad del Este denuncia más adelante “que mis opositores y la prensa local hayan estado recientemente informando en los medios, no de lo que había pasado, sino de lo que iba a suceder, incluso en los más mínimos detalles; es, sin duda, otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el nuncio apostólico y algunos obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y dando filtraciones irresponsables para ‘orientar’ el curso de acción y la opinión pública”. Sin embargo, a pesar de todo ello, Livieres concluye admitiendo que:

Como hijo obediente de la Iglesia, acepto esta decisión, por más que la considero infundada y arbitraria, y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios.

En el nº 2.911 de Vida Nueva

 

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