La masiva llegada en la última semana ha colapsado el CETI de Melilla y el CIE de Tarifa
FRAN OTERO | La masiva llegada de inmigrantes a España en busca de una vida mejor sigue poniendo de manifiesto que las exclusivas medidas restrictivas –vallas antitrepa con concertina, mayor control policial…– promovidas por el Gobierno no solucionan el problema.
Ya lo denunciaron obispos e instituciones de la Iglesia como el Servicio Jesuita a Migrantes o Cáritas, que reclaman ir a las causas más profundas del fenómeno para dar una solución y ofrecer un trato humano a los que llegan.
Los últimos, en torno a medio millar, accedieron a nuestro país el pasado 28 de mayo por Melilla, superando la valla que separa España de Marruecos, y se unieron a los miles que permanecen en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad autónoma, que ha superado un nuevo récord de ocupación, alcanzando los 2.300 internos, casi seis veces más de su capacidad.
Tal es la situación que el Gobierno ha tenido que trasladar a la Península a un centenar y medio de inmigrantes para reubicarles. También la Iglesia ha ayudado a aligerar la saturación de este centro, así como del CIE de Tarifa: la Diócesis de Cádiz ha acogido “de urgencia” a 39 personas, que se suman a las 11 de las que ya se ocupaba.
Alojamiento y manutención
Según informa la diócesis gaditana, han sido alojados en los pisos de acogida que el Secretariado de Migraciones tiene, en colaboración con la Asociación Cardijn, en el Centro Tartessos de Cádiz.
Ambas instituciones se harán cargo del alojamiento y la manutención hasta que encuentren un lugar donde establecerse por tener familiares y amigos o mayores posibilidades para encontrar un trabajo. Y es que no tienen capacidad para albergar a un volumen tan grande por un tiempo prolongado.
Sobre los 11 inmigrantes que residen normalmente en estos pisos de acogida, continuarán con sus estudios y cursos de formación, a la vez que se les proporciona alojamiento, alimentación y sanidad.
La procedencia de los acogidos comprende 18 nacionalidades, casi todas africanas: 11 de Camerún; siete de Guinea Bissau; seis de Chad; cuatro de Sudán y Guinea Conakry; tres de Sierra Leona y Marruecos; dos de Togo y Burkina Faso; y uno de Liberia, Benín, República Centroafricana, Somalia, Senegal, Nigeria, Malí, Pakistán y Colombia.
En el nº 2.897 de Vida Nueva
