Luces y sombras para un nuevo tiempo en Túnez

Aunque ya cuenta con una Constitución de consenso, la amenaza islamista es ahora mayor

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MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Pese a la aparente estabilidad de Túnez a los tres años de iniciarse en su seno la Primavera Árabe, quedando países del entorno sumidos incluso en la guerra civil, las sombras amenazan con cubrir su panorama.

Porque, aunque en enero se aprobara, por primera vez desde su independencia en 1956, una Constitución de consenso por 200 de los 216 diputados de su Asamblea Nacional, la división social es aún enorme y la amenaza de los grupos islamistas es mucho mayor que en los tiempos del dictador Ben Ali.

Así lo constata a Vida Nueva la religiosa argentina María Arabell, del Instituto Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, perteneciente al Verbo Encarnado.

Llegada hace dos años a Túnez capital –su congregación está allí desde 2003, dirigiendo la pastoral de la catedral, una residencia para universitarias en situación de dificultad y una escuela diocesana integrada por un alumnado mayoritariamente musulmán–, advierte en la población un doble sentimiento cuando se habla de la Primavera Árabe:

La gran mayoría están orgullosos de la revolución que ‘encendió la chispa’ en el resto del mundo árabe; pero, por otro lado, no ven en qué los ha beneficiado. Han aumentado la inseguridad y el vandalismo, pues, en la revolución, se abrieron las cárceles. También se ha dado una cierta vuelta al islamismo radical, propiciada por un despertar del orgullo árabe en contra de lo occidental.

 

Regresan grupos terroristas

Arabell observa preocupada “el crecimiento de grupos extremistas, como los salafistas. Algo a tener en cuenta, pues, durante el anterior gobierno, estaba prohibido todo tipo de muestra exterior de fundamentalismo religioso; entonces, ni se podía llevar barba o portar el niqab. Lo peor es que, ante el menor control por parte de la policía y el gobierno, han regresado grupos terroristas después de muchos años.

Antes, el régimen les prohibía la entrada con mano de hierro y eso atemorizaba a muchos”. Ahora, en cambio, se ha producido incluso “el asesinato de dos líderes políticos de la oposición, algo que jamás había ocurrido en la historia de este país”.

La religiosa María Arabell.

La religiosa María Arabell.

Más allá de lo estrictamente político, la religiosa percibe un creciente “caos social”, lo que se refleja, por ejemplo, “en una mayor inseguridad de cara al turismo, fuente de trabajo para miles de tunecinos y que ya ha descendido muchísimo, cerrando varias sociedades extranjeras que operaban aquí”. Otra consecuencia económica es que “el precio de los servicios, y en especial el de los alimentos, ha aumentado en la medida en que también el valor del dinar tunecino ha descendido con respecto al euro”.

Frente a ello, Arabell ve la Constitución con esperanza, aunque la considera fruto del miedo:

Es el resultado del consenso entre dos grandes bloques opuestos, el de los liberales de izquierda y el de los islamistas. Si se han puesto de acuerdo, es para que el país no desemboque en la situación del vecino Egipto. Ambos han hecho concesiones que no hubiesen aceptado jamás de no comprender que se trata del alto precio a pagar para salvar la paz.

De este modo, destaca que “ha habido puntos que han sido largamente discutidos, como garantizar el papel de la mujer y la libertad de conciencia, que la sharia no sea la fuente legislativa o que Túnez sea llamado estado civil. Aquí se han dado pasos significativos que parecen prometer una gran apertura y que, desde la Iglesia, vivimos con gran esperanza”.

Sin embargo, falta por comprobar que el espíritu de consenso se aplique de un modo real, enterrando contradicciones sospechosas: “La Constitución garantiza la libertad de culto, de expresión o la paridad de género en los órganos electos. Igualmente, prohíbe la tortura, la acusación de apostasía y la instrumentalización de la religión con fines políticos. Es lo deseado, pero, entonces, ¿por qué al mismo tiempo el Estado se define como protector de lo sagrado, entendiéndose solo por el islam y sus valores fundamentales?”.

En el nº 2.893 de Vida Nueva

 

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