Sebastián Mora, reelegido como secretario general de Cáritas

Sebastián Mora, secretario general de Cáritas

“La economía sin ética mata y descarta a muchas personas”

Sebastián Mora, secretario general de Cáritas

F. OTERO | Sebastián Mora seguirá siendo secretario general de Cáritas Española durante cuatro años más –llegó al cargo en 2009–, después de que la Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ratificase el nombramiento decidido por la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

A pesar de trabajar en un momento complicado, Mora afronta el encargo desde la alegría y la responsabilidad. “Lo hago desde la alegría del Evangelio, que nos abre caminos eternamente nuevos. Es una gran responsabilidad estar al servicio de la dimensión caritativa y social de la Iglesia en esta situación de crisis global de lo humano. No solo nos preocupa la situación de España, sino la de tantos hermanos y hermanas nuestros que, allende nuestras fronteras, siguen clamando justicia y dignidad. Pero, para este servicio, me siento con mucha paz y serenidad, querido y acompañado por tanta buena gente de Cáritas y otras organizaciones, que puedo sentir el gusto espiritual de ser pueblo”, confiesa a Vida Nueva después de que se hiciese pública la renovación, el pasado 2 de diciembre.

Denuncias y propuestas

En los últimos cuatro años, Mora se ha involucrado en el acompañamiento de las Cáritas diocesanas, en análisis sociales, en la adecuación de respuestas a las nuevas pobrezas y al incremento de la precariedad, así como en la denuncia y propuestas de nuevos marcos de relaciones sociales y económicas centrados en la dignidad de las personas más desfavorecidas.

¿Y el futuro? Lo ve con esperanza, aunque “va a ser un período duro, porque la exclusión, la pobreza y la desigualdad social se han instalado de manera muy densa en nuestro mundo. Esta economía sin ética, que mata y descarta a tantas personas, está mostrando su rostro más diabólico. Pero siempre hay pliegues de esperanza que debemos saber entresacar y construir. Siempre que existan personas y pueblos en camino de búsqueda, siembre que perfumemos nuestras vidas de vínculo solidario, cada vez que nos situemos a los pies de la Cruz con los crucificados de nuestro mundo, brillará la esperanza entre nosotros. No soy optimista, que suena a música de los satisfechos, pero sí tremendamente esperanzado, que es el clamor de un pueblo en marcha buscando nuevas tierras donde no exista llanto y rechinar de dientes”.

Una de sus tareas fundamentales es la denuncia y la propuesta, y, en este sentido, le compete la labor de concienciar, a veces contracorriente. Por ejemplo, y ante las mejoras económicas que se van percibiendo, dice: “A veces parece que no nos alegramos de las posibles mejoras económicas, pero no es cierto. El asunto radica en que esas posibles mejoras están dejando y descartando a muchas personas y pueblos. No se trata de mejorar lo que tenemos o volver a lo que teníamos, sino de recrear espacios de humanidad inclusiva. Necesitamos no solo mejorar, sino cambiar y transformar. La anunciada luz al final del túnel es un brillo para los privilegiados, no para los últimos, que siguen bajo penumbra. La pregunta no es si hay luz al final del túnel, sino quiénes se quedarán en él”.

En el nº 2.874 de Vida Nueva

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