‘Metro Manila’: Dios tiene la llave

película Metro Manila

película Metro Manila

J. L. CELADA | Un proverbio filipino (“No importa lo larga que sea la procesión, siempre acaba en la puerta de la iglesia”) y una máxima militar (“Si has nacido para aguantar, nunca te ahogarás”) no solo constituyen el pórtico de entrada a Metro Manila, sino que ponen sobre aviso al espectador acerca de lo que se dispone a contemplar durante las próximas dos horas: una batalla por la supervivencia que resuena en las conciencias con la tozudez del llanto de un niño o el ladrido de un perro.

Así es el último trabajo del británico Sean Ellis, reputado fotógrafo y, de un tiempo a esta parte (Cashback y The Broken), guionista y realizador a seguir.

Su tercer largometraje arranca en los arrozales de Banaue (espectaculares terrazas de las cordilleras filipinas, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1995), donde una joven pareja con dos hijos trata de salir adelante con los ridículos ingresos que le reporta la venta del cereal, cuyo bajo precio no le permite siquiera adquirir las semillas para la campaña siguiente.

Intentando encontrar una salida a su dramática situación, y tras este breve prólogo en el campo, la familia decide emigrar con sus escasas pertenencias a la capital, a Manila, la gran metrópoli. Tránsito que la cámara de Ellis retrata con vocación casi documental.película Metro Manila

A través de los ojos de sus protagonistas –entre impresionados y temerosos–, nos asomamos a una ciudad ruidosa, caótica y con una de las densidades de población más altas del planeta, circunstancias que agravan el drama de los personajes, abocados a la miseria más absoluta. Junto a ellos, sufrimos las estafas de que son víctimas en la búsqueda de una vivienda o un empleo, pero también saludamos su inquebrantable confianza en Dios en medio de tanta estrechez y humillación.

Serán esas situaciones que claman al cielo las que irán reconduciendo la narración desde la denuncia social (explotación de la mujer, corrupción policial…) hacia el suspense propio del thriller que proporciona el peligroso trabajo del marido en una empresa de transportes blindados. Siempre sin abandonar las atmósferas miserables, sórdidas y violentas que acompañan a estos nuevos santos inocentes del siglo XXI.

Un estado de opresión vital que será el inevitable desencadenante de “acciones desesperadas”, como sacrificio definitivo (y redentor) que ponga a salvo a los seres queridos y, muy especialmente, la esperanza, “todo lo que la gente necesita”.

Soberana lección de fe –algo menos de cine– la que nos llega de la católica Filipinas, un país lastrado por la incapacidad de sus gobernantes, las injusticias de un mundo globalizado o los azotes de la naturaleza, pero que sigue depositando en el Creador la llave de su presente y su futuro. La estética de Metro Manila o su oportunista banda sonora no contribuyen demasiado a entenderlo, pero sí a descubrirlo. Y ese esfuerzo del director bien merece nuestro reconocimiento.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Metro Manila.

DIRECCIÓN: Sean Ellis.

GUIÓN: Sean Ellis y Frank E. Flowers.

FOTOGRAFÍA: Sean Ellis.

MÚSICA: Robin Foster.

PRODUCCIÓN: Mathilde Charpentier.

INTÉRPRETES: Jake Macapagal, John Arcilla, Althea Vega, Ana Abad-Santos, Miles Canapi, Moisés Magisa, Erin Panlilio, JM Rodríguez, Reuben Uy.

En el nº 2.874 de Vida Nueva

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