Paul Valadier: “No somos bestias de carga”

Entrevista con el filósofo jesuita

Paul Valadier, filósofo jesuita

Texto y fotos: ANTÓNIO MARUJO (LISBOA) | Antiguo director de la prestigiosa revista jesuita francesa Études, Paul Valadier estuvo recientemente en Valadares (cerca de Oporto, Portugal) para participar en los coloquios Iglesia y Misión sobre ¿Dios tiene futuro todavía? Nacido en 1933, Valadier es miembro de la Compañía de Jesus, filósofo y especialista en el pensamiento de Nietzsche. Sus libros tratan muchas cuestiones de filosofía política.

PREGUNTA.- Dice que el sabbat judío hace al hombre responsable en relación a la naturaleza y a sí mismo… Pero hoy, en nuestras sociedades occidentales, se valora sobre todo el trabajo, la eficacia, la productividad. ¿Están en riesgo el reposo, la cultura y las relaciones con los demás?

RESPUESTA.- El trabajo es esencial para el hombre, pero este no está hecho solo para trabajar. No es lo que Hannah Arendt llamó un animal laboriens, que yo traduciría por una bestia de carga. No somos bestias de carga. Necesitamos la distensión, la amistad, la belleza, la contemplación. El sabbat judío o el domingo cristiano son el momento de la respiración con la familia, los amigos, con uno mismo. Es muy grave que devoremos este tiempo de meditación y silencio, sin el cual no hay ser humano, y nos convirtamos en bestias de carga. La dificultad del trabajo hoy no es como estar en el fondo de una mina en el siglo XIX. Es estar en oficinas con aire acondicionado, muy limpias y organizadas, pero trabajando duro, con una competencia incesante y la gente enervada. La verdad cristiana sobre el domingo, incluso sin hacer reivindicaciones, es esencial para que el hombre sea autónomo.

P.- ¿Deberían ser más críticos los cristianos con este modelo económico?

R.- En el siglo XIX, fue la Iglesia, a pesar de todo, la que impuso a nuestros países el descanso dominical contra el capitalismo naciente. Lo hicimos sobre todo por razones religiosas, para que la gente fuera a misa. Hoy, en un ambiente más secularizado, el hombre necesita respiración y contemplación, en familia y con amigos, de forma gratuita. Las Iglesias pueden hablar, pero su palabra, desafortunadamente, es a menudo mal entendida. Es muy grave.

P.- Si pasamos de lo individual a lo colectivo –como trata en su libro Inevitable moral– en nuestra sociedad pluralista, ¿hay espacio para una ética común? ¿Es posible?

R.- Eso espero. Tal vez sea más difícil para un tema como la eutanasia, pues hay que ir reflexionando para darse cuenta de los riesgos que traerían ciertas medidas que abrirían el camino del suicidio asistido. Pero es parte del debate democrático, y creo que la diversidad de las morales es la que nos enriquece en el debate, porque entendemos el punto de vista del otro: el médico, el paciente, la familia, el creyente. Ese es el fundamento común: si somos demócratas, estamos convencidos de que nos entenderemos unos a otros, de que no solo yo tengo la verdad y el otro es un loco o un tonto. Ese es el fundamento democrático común y esta es también la idea de los derechos humanos.

Entrevista con Paul Valadier [íntegro solo para suscriptores]

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En el nº 2.872 de Vida Nueva

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