Editorial

El Papa pide un nuevo modelo económico

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Este recién estrenado 2013 comienza con el mismo regusto amargo con el que nos dejó 2012: la incertidumbre, marcada por la mala situación económica, planea sobre naciones enteras. Lo que pueda surgir de esa inestabilidad social es aún impredecible, pero hay indicios de que la resignación se está agotando ante una nueva forma (que en realidad es una marcha atrás) de entender las relaciones sociales, marcadas ahora por criterios únicamente economicistas.

Y llegados a este punto, es muy conveniente no dejar pasar por alto el Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz que acabamos de celebrar el 1 de enero. En este sentido, 2013 es también muy similar a 2012, pues parece que los grandes medios de comunicación solo dejan espacio para la actualidad vaticana cuando esta viene salpicada de escándalos.

Y nada hay de escandaloso en este texto papal; si acaso, la contundente denuncia de un sistema que está ahondando las diferencias entre ricos y pobres. Porque Benedicto XVI dice, ni más ni menos, que hay que construir el bien de la paz mediante un nuevo modelo de desarrollo y de economía.

Tanto el desarrollo integral, solidario
y sostenible, como el bien común,
exigen una correcta escala de valores y bienes,
que se pueden estructurar teniendo
a Dios como referencia última.

“Son muchos los que reconocen que es necesario un nuevo modelo de desarrollo, así como una nueva visión de la economía. Tanto el desarrollo integral, solidario y sostenible, como el bien común, exigen una correcta escala de valores y bienes, que se pueden estructurar teniendo a Dios como referencia última. No basta con disposiciones de muchos medios y una amplia gama de opciones, aunque sean de apreciar. Tanto los múltiples bienes necesarios para el desarrollo, como las opciones posibles deben ser usados según la perspectiva de una vida buena, de una conducta recta que reconozca el primado de la dimensión espiritual y la llamada a la consecución del bien común. De otro modo, pierden su justa valencia, acabando por ensalzar nuevos ídolos”, señala el Pontífice.

No ha sido precisamente ese modelo el que ha regido las relaciones económicas en el mundo, sino que el que ha prevalecido en los últimos decenios “postulaba la maximización del provecho y del consumo, en una óptica individualista y egoísta, dirigida a valorar a las personas solo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad”.

Es más, con meridiana claridad, se advierte a todos los que están comprometidos en el mundo en trabajar por la paz que, “en sectores cada vez mayores de la opinión pública, la ideología del liberalismo radical y de la tecnocracia insinúan la convicción de que el crecimiento económico se ha de conseguir incluso a costa de erosionar la función social del Estado y de las redes de solidaridad de la sociedad civil, así como de los derechos y deberes sociales. Estos derechos y deberes han de ser considerados fundamentales para la plena realización de otros, empezando por los civiles y políticos”.

Seis años después del comienzo de esta Gran Recesión, el Papa nos vuelve a recordar que los estados lo que tienen que hacer es impulsar políticas que se preocupen por el progreso social y que, además, es “fundamental e imprescindible” la “estructuración ética de los mercados” para “que no se cause daño a los más pobres”.

En el nº 2.830 de Vida Nueva. Del 5 al 11 de enero de 2013.

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