LA RITUALIDAD DE HOY

 

Diez razones para defender la misa tridentina

 

Las noticias transmitidas por diferentes medios nos informan del regreso de las misas en latín, el sacerdote de frente al sagrario y de espaldas al pueblo.
El Concilio Vaticano II, aprobó varios ritos para celebrar la Santa Misa, algunos que recuerdo son:
Rito romano de san Pio V, rito Mozárabe, rito Copto fiel a Roma, Rito Siro Maronita, Rito Ciro Malabar (India), Rito Griego, Rito Ortodoxo, Rito Inglés Antiguo y Rito Ambrosiano entre otros.
Muchos de estos ritos son poco conocidos en América Latina porque la Evangelización del continente se hizo con el rito de San Pío V y después de 1970 se continuó con el Novus Ordo de Pablo VI.
Después de la clausura del Concilio Vaticano II, muchos fieles, sacerdotes y obispos del orbe Católico, solicitaron al Beato Juan Pablo II que hubiera una asistencia pastoral, para un gran número de fieles adictos a las formas litúrgicas preconciliares.
El Papa escuchó e instituyó la Pontificia Comisión Ecclesia Dei en 1988. Mediante Motu propio “Ecclesia Dei Aflicta”, confió a esta comisión el cuidado pastoral de los fieles tradicionalistas. Este dicasterio extiende además, sus servicios a las aspiraciones de cuantos por una sensibilidad particular, desean mantener viva la liturgia latina en la celebración de la Eucaristía y demás sacramentos. Su voluntad pastoral es poner a disposición de la Iglesia todos los tesoros de la liturgia latina, que durante siglos ha nutrido la vida espiritual de tantas generaciones.
Hay experiencias de comunidades de vida religiosa erigidas por la Santa Sede, que celebran la liturgia tradicional entre ellas están: el Instituto San Felipe Nery en Berlín, El 0asis de Jesús Sacerdote, Comunidad Contemplativa de Barcelona España; la Fraternidad San Pedro, La Administración Apostólica San Juan María Vianney en campos Brasil, y el Instituto Pontificio del Buen Pastor de Burdeos Francia. Su objetivo es defender la Misa tridentina y el canto Gregoriano en Latín.
Cabe destacar el papel del Cardenal Darío Castrillón Hoyos cuando fue presidente de la Comisión Pontificia “Ecclesia Dei”, para defenderla. Nunca fue abolida, existe un renovado interés en practicarla, por eso el Papa facilita las cosas, para que los Católicos que quieran tengan acceso a esta Liturgia.
Es un querer del Papa Benedicto XVI, quien ha impulsado la iniciativa. El 7 de julio de 2007 publicó el motu propio Sumorum Pontificum y el 13 de mayo de 2011 la instrucción Universae Ecclesiae, sobre la aplicación del anterior documento.
Enumero razones para seguir defendiendo la misa tridentina y el sacerdocio tradicional:

  1. La misa tradicional en latín cumple con todos los requisitos necesarios para darle el honor y la gloria debidos a DIOS.
  2. Es la que se ha celebrado en la Iglesia por más de veinte siglos en la cual se renueva el Sacrificio de Cristo en la cruz en el Monte Calvario.
  3. Simboliza en palabras, gestos claros y manifiestos lo que ocurrió el viernes santo en la cruz, el sacrificio de la Nueva Alianza.
  4. Se reafirma el aspecto sagrado de la Eucaristía y se enfatiza en el carácter Sacrificial.
  5. Las Eucaristías en latín, siempre se entendían en todos los países católicos, expresando el carácter universal del Santo Sacrificio de la Misa, acompañado por el canto gregoriano en latín, que está diseñado para adorar a DIOS.
  6. Al celebrar el sacerdote la misa de san Pio V, se ciñe a las rúbricas del Misal Romano para ofrecer el sacrificio agradable a DIOS.
  7. Hay más respeto hacía lo sagrado a través de los gestos litúrgicos, las genuflexiones, los silencios y la debida adoración tributada a Dios tanto por el sacerdote celebrante como por los fieles que asisten a ella con devoción y Fe.
  8. Hay más espacio reservado a la meditación sobre la acción del Señor y también a la devoción personal del celebrante y del sacrificio, no solo por los fieles, sino también por sus propios pecados y su propia salvación.
  9. Se dice en latín porque es el idioma sagrado de la Iglesia, el cual sirve para hablar con DIOS de un modo diferente al del diario vivir.
  10. Conserva el papel del sacerdote sacrificador que obra en persona CHRISTI y su misión de conducir al rebaño como lo hace el buen pastor.

El Instituto del Buen Pastor está en plena comunión con la Iglesia y está autorizado por la Santa Sede del Vaticano para celebrar la misa tridentina, así la Iglesia salvaguarda lo eterno y sobrenatural que ocurre en el altar, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la consagración que siempre se han repetido en todas partes y por todos los sacerdotes “HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA” (San Lucas 22, 19).

 

De la misa a la Eucaristía, se trata de una opción de vida, de vida nueva

 

El querer volver a la misa en latín o a la así llamada misa tridentina, codificada por Pío V, nos ha llevado a tomar conciencia del porqué estamos celebrando en lengua vernácula y en el paso trascendental dado por el Concilio Vaticano II al respecto y secundado por Pablo VI. La reforma conciliar de la liturgia, dada a conocer en la Constitución Sacrosanctum Concilium, en continuidad con la tradición y respondiendo a las circunstancias y necesidades de los tiempos quería una nueva vitalidad para la vivencia litúrgica, una participación activa de los fieles y hacer de la acción cultual un momento didáctico y formativo. Esta reforma litúrgica responde a un proceso de cambio y superación de una herencia recibida para que no se estancara en una teología tradicional de la misa, sino que conociendo los aportes bíblicos logre nutrirse del vigor propio de las fuentes del Evangelio en su aporte al misterio eucarístico. Teología y liturgia se integran, reflexión y praxis celebrativa se unen para responder a las representaciones desviadas o insuficientes de este sacramento. ¿Cómo creer que la eucaristía hace a la Iglesia y la Iglesia vive de la Eucaristía? ¿Cuándo lo que celebramos no tiene en nosotros mayor sentido que la musicalidad y tonalidad de un latín que no conocemos? ¿Cuándo los términos y palabras resuenan al gusto  y a la sensibilidad de quien las escucha independiente de su comportamiento y tenor de vida? Seguiremos enredados en un gesto religioso meramente individualista aunque su celebración sea masiva, nos ahogaremos en la pasividad de lo ceremonioso serio y solemne carente de vida pero pleno de aburrimiento, seguiremos respondiendo a la obligación del precepto, devoción privada, sólo rentable para nuestros intereses.
No se trata tan sólo de celebrar de cara a la gente, escuchar y entender lo que se dice y saber lo que está ocurriendo en el altar. La liturgia está manifestando todo un sentido de lo que significa ser y hacer como Jesús, es decir, la liturgia expresa nuestro seguimiento de Jesucristo en el aquí y ahora de la historia. Entender, comprender y hallar sentido a la Sagrada Escritura cuando la Palabra es proclamada; saber interactuar en diálogo celebrativo entre el celebrante y la asamblea cuando descubrimos el significado de los movimientos y las dinámicas que comprende cada una de las partes de la celebración eucarística; orientar y dirigir toda nuestra existencia como corporeidad elocuente en gestos litúrgicos cargados de profunda devoción. Poder vivir lo que celebramos y celebrar lo que vivimos nos ha llevado a tomar conciencia de nuestra experiencia religiosa. Ya no es lo mismo celebrar la eucaristía que decir u oír misa, ya no creemos en la magia de las palabras, sino en la presencia viva, actuante y real de Jesucristo que se hace pan de vida en sacrificio de entrega y donación, banquete que nos reúne y congrega.
Creemos que la eucaristía es cumbre y fuente de nuestra vida cristiana porque lo celebramos y lo celebramos porque lo comprendemos. La íntima relación entre Eucaristía y liturgia, como celebración de la Iglesia, ha sido una renovación formativa, catequética y pastoral que ha sabido integrar liturgia, misterio y vida para dar nuevo vigor a los contenidos fundamentales de nuestra fe, ofrecer en un lenguaje sencillo y actualizado los temas nucleares de la celebración litúrgica que permiten unir y complementar doctrina y vida, rito y compromiso, dando así a nuestra experiencia de fe, razones de esperanza.
Celebrar la eucaristía nos lleva a tomar conciencia de una nueva experiencia religiosa cargada de encuentro, ágape y comunidad por un lado, y de intervención activa, protagonismo y aportación por el otro. Se trata de celebrar lo que vivimos y vivir lo que celebramos en orden a la comunión y participación en apertura, aceptación y reconocimiento de los otros, empeño de hacer realidad, mientras vamos de camino, el tejido fraterno que como cristianos nos proponemos. Así como la Iglesia ha dejado de ser los muros fríos de una estructura de cemento y metal, para pasar a ser rostros vivos de personas que hacemos comunidad de fe, así la celebración del misterio eucarístico no puede reducirse a la misa, celebración mistérica, precepto normativo y cúltico de carácter obligatorio, sino actualización celebrativa del misterio pascual, comer y beber juntos la fracción del pan que el Señor nos ha legado, don y tarea de un compartir juntos el dolor y sufrimiento humanos como la alegría y el gozo del Resucitado. VNC

 

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