‘Brotes verdes’ en la Vida Religiosa

MAITE LÓPEZ | Hace pocas semanas revolucionó la red un artículo del prestigioso escritor católico Vittorio Messori titulado ‘El ocaso de las órdenes religiosas’ y publicado en el Corriere della Sera. Muchos se apresuraron a aplaudirle y a frotarse las manos, encontrando en el periodista un aliado de peso para dar un golpe de gracia, no ya a las grandes órdenes religiosas, sino a la Vida Consagrada en general.

No es fácil rebatir sus afirmaciones pues, aunque algunas son apreciaciones personales, la mayoría son verdad. Con todo –y reconozco mi osadía– muchas de ellas podrían aplicarse a la Iglesia en general y, sin embargo, nadie se atrevería a afirmar con semejante rotundidad que estamos ante el “ocaso de la Iglesia” por el hecho, por ejemplo, de que muchos seminarios –mastodónticos edificios de los años 40– estén vacíos o que la asistencia a la misa dominical sea numérica y salvajemente inferior que hace unos años.

“La Vida Religiosa (VR) nace del misterio de la Iglesia. Es un don que la Iglesia recibe de su Señor”, reza el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 926), por eso nunca será algo marginal ni ajeno a su esencia misma. Nacida en Oriente, en los primeros siglos del cristianismo, ha conocido muchas formas y estructuras pero, sobre todo, ha dado muchos frutos, especialmente en personas que han renovado la vida de la Iglesia en épocas de auténtica decadencia o tensión.

Religiosos fueron Ignacio de Loyola, Teresa de Ávila, Francisco de Asís, Domingo de Guzmán o Teresa de Calcuta, ya en las puertas del siglo XXI. Cita Messori momentos de crisis que la VR ha vivido, como la Reforma protestante, las revoluciones que se llevaron a muchos por delante (aunque fueran semilla de mártires para nuevas vocaciones) y la secularización, fundamentalmente de Occidente. En España, además, hay que sumar las desamortizaciones o la “muerte al fraile” de la sinrazón anticlerical. Algunos incluso pronosticaron en los años 80 que las congregaciones religiosas iban a ser superadas por los nuevos movimientos, pero no ha sido así.

Pionera en la evangelización

La VR, que nació como búsqueda del estado de perfección viviendo los consejos evangélicos, brotó como un árbol de ramas llenas de libertad y aire fresco, siendo pionera en el campo de la evangelización, no sujeta a estructuras locales o a ataduras territoriales, sino siempre universal y fiel al Espíritu que movió a cada fundador o fundadora.

Cuando muchos obispos no eran sino señores feudales, residiendo incluso fuera de sus diócesis, cuando muchos párrocos eran pobres hombres ordenados pero sin instrucción, los franciscanos convulsionaron a la Iglesia con su predicación y ejemplo, los dominicos fundaban universidades, los jesuitas revolucionaban la experiencia cristiana con los ejercicios espirituales o los mercedarios navegaban por el Mediterráneo liberando cautivos.

Hoy, con obras sin tanta epopeya, pero no menos heroicas, viven muchos religiosos y religiosas anónimos significando el amor de Dios “en el lenguaje de nuestro tiempo”. Cuántos obispos no llaman a las puertas de las curias provinciales pidiendo religiosos que atiendan parroquias, religiosas que apoyen en la formación o se hagan presentes en esta o aquella realidad.
Sí, ha bajado el número de vocaciones pero, gracias a Dios, lo importante no es el número. Sobre todo, cuentan las obras, la entrega, los signos, el testimonio y el compromiso.

En Occidente descienden las vocaciones y el número de creyentes; religiosos, sacerdotes seculares y fieles se enfrentan al mismo declive. Pero ¿quiénes se adaptan mejor a los nuevos tiempos? ¿Quiénes son los que aceptan la cruda realidad (propia y ajena) y le ponen remedio? Efectivamente… ahí están los religiosos y religiosas.

En España, son varias las congregaciones que están en proceso de unificación de provincias (carmelitas, jesuitas, marianistas…), simplificando curias y estructuras (¿alguien se atrevería a suprimir o reagrupar las diócesis minúsculas por falta de vocaciones?); otras órdenes se han refundado, nacen nuevas congregaciones de viejos troncos, se repueblan antiguos monasterios o se integra a los laicos en la misión,  tareas y responsabilidades apostólicas.  Es incuestionable: hay movimiento, hay esperanza, hay ‘brotes verdes’ en la Vida Consagrada, concretamente en España. Los puede ver quien realmente quiera.

En el número 2.769 de Vida Nueva

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