Ignacio Madera Vargas, SDS

En alguna ocasión, al asumir una responsabilidad con muchas complicaciones, alguien me dijo con una amplia sonrisa en sus labios: “¡Que nadie te quite la alegría!”. Desde ese día esa frase taladra mi espíritu y me hace luchar por ir más allá de los infortunios que la vida me pueda deparar. Y en verdad que mantener la alegría, con la variedad de situaciones inesperadas que cada día nos trae, es un arte de la vida que es urgente cultivar para no ceder a la tentación de la tristeza.

Te comparto los siguientes pensamientos que estimulan esa necesidad de no dejarnos quitar la alegría:
-Cuando te quiera invadir la tristeza ante la traición de una amistad, entonces alégrate porque tienes la oportunidad de aprender acerca de lo que es capaz el corazón humano y ser libre frente al traidor o traidora.
-Cuando te quiera invadir la tristeza porque has sido calumniado o calumniada, entonces alégrate porque la seguridad de que un día la verdad llegará a brillar, te hace mayor que todas las consejas.
-Cuando te quiera invadir la tristeza porque aquellos de quienes esperabas más aprecio, cariño y comprensión te han abandonado, entonces alégrate porque es una gran oportunidad para crecer en fortaleza y abandonarte en los brazos amorosos del único que nunca falla: Jesucristo.
-Cuando te quiera invadir la tristeza porque experimentas la impotencia ante las reacciones malsanas de la envidia de parte de quienes por sentirse inferiores a ti, no soportan tu brillo, entonces alégrate porque tu grandeza es irresistible y tu bondad imbatible.
-Cuando te quiera invadir la tristeza porque todo parece gris y la esperanza en un mundo distinto se oscurece, entonces recuerda que mucha gente está buscando otro mundo posible que te permite seguir soñando en que otro país, es posible.

Compartir