Distintas organizaciones eclesiales se suman a la iniciativa en un trabajo en red
ANTÓNIO MARUJO. LISBOA | Los obispos portugueses van a crear, antes de que finalice 2010, un Observatorio Social para responder de forma inmediata a la grave crisis económica por la que atraviesa el país y a las carencias más acuciantes de amplios sectores de población. El anuncio se realizó en Fátima a principios de mayo, en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP). “Cada vez más, todos tenemos que trabajar en red para conocer exactamente cuál es la situación y, en el ámbito social, para ver cuáles son las urgencias y las prioridades para poder actuar convenientemente”, explicó el portavoz de la CEP, el jesuita Manuel Morujão.
Aunque se llame ‘observatorio’, la estructura quiere “dar debida información” para conectar en red a las organizaciones sociales ligadas a la Iglesia.
La situación del país está preocupando mucho al Episcopado y a diversos sectores católicos. Estos días, el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea ha dado luz verde a la petición de préstamo de 78.000 millones de euros, acordado entre Portugal y las instituciones internacionales que han negociado la deuda (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea).
El 5 de junio, además, hay elecciones legislativas, que podrán dar la victoria al Partido Socialista (PS, en el poder) o al Partido Social Demócrata (PSD, en la oposición, de centro-derecha). En cualquier caso, está garantizada la aplicación de las medidas de austeridad previstas, que agravarán la ya difícil situación social: más del 20% de los portugueses son pobres y la tasa de desempleo afecta a más de 600.000 personas (el 11% de la población activa).
Ante este panorama, instituciones de Iglesia han denunciado la falta de medios para socorrer las necesidades. El presidente de la Cáritas Portuguesa, Eugénio Fonseca, ya ha alertado varias veces de la incapacidad de estas instituciones para responder a todas las peticiones de ayuda. En la rueda de prensa posterior a la Asamblea de la CEP, Manuel Clemente, nuevo vicepresidente, afirmó que a los obispos les preocupa que “muchas familias portuguesas se pregunten cómo van a llegar a final de mes”. Y aseguró que “todo lo que privilegie a los más débiles es bueno”.
Medidas poco efectivas
Varias voces de Iglesia han señalado que seguir con las medidas que se han tomado es solo un remedio para la banca y las grandes finanzas. La Comisión Nacional Justicia y Paz (CNJP) ha lanzado la petición pública ‘Por una nueva economía’, que esta semana ha superado los 1.800 firmantes.
La expresidenta de la CNJP, la economista Manuela Silva, afirma que “una gran desigualdad perjudica” el desarrollo. Y añade: “Ha quedado en el olvido que la erradicación de la pobreza y la corrección de las desigualdades en el reparto de los beneficios y de la riqueza no deberían ser considerados objetivos de justicia social básicos, y no deberían ignorarse por ser factores que bloquean el propio crecimiento de la economía, con un consecuente impacto en los equilibrios financieros”.
El patriarca de Lisboa, nuevo presidente de la CEP
El patriarca de Lisboa, José Policarpo, ha sido elegido presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP), sustituyendo en el cargo al arzobispo de Braga, Jorge Ortiga, quien completó el segundo mandato consecutivo permitido por los estatutos de la CEP. La elección del patriarca, que ya ejerció el cargo entre 1999 y 2005, tuvo que superar, sin embargo, el importante número de votos para Manuel Clemente, obispo de Oporto y el otro ‘candidato’ fuerte para el cargo; al final, resultó vicepresidente.
El cardenal Policarpo fue elegido en la tercera votación. Su designación manifiesta el peso del patriarca de Lisboa, quienquiera que sea, en el seno de la CEP. Y consagra una solución semejante a la de los obispos españoles, que optaron por el cardenal Rouco Varela para un segundo mandato, a pesar de estar muy próximo a cumplir los 75 años (el próximo agosto). Siguiendo las reglas del Derecho Canónico, el patriarca presentó la dimisión al cumplir, el pasado febrero, los 75 años, y aguarda ahora el nombramiento de un sucesor. Pero se espera que permanezca en Lisboa al menos hasta finales de 2012.
En el nº 2.754 de Vida Nueva.