Màxim Muñoz: “El reto es cómo ser menos, pero más significativos”

Nuevo presidente de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC)

JORDI LLISTERRI | Es el nuevo presidente de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC), elegido en marzo por 6.000 representantes. Asume el encargo “en plena continuidad” con la anterior presidenta, la teresiana Cristina Martínez. Màxim Muñoz, extremeño de 52 años, es provincial de los claretianos de Cataluña desde 2004. Doctor en Teología, cuando habla de continuidad se refiere a fortalecer el trabajo conjunto entre institutos de VR y conseguir que su testimonio llegue a más gente.

Las estadísticas dan pocas alegrías a la VR. ¿Cómo se vive este momento?

Con realismo, esperanza y autenticidad. Somos conscientes de que estamos en un momento difícil, pero también para la Iglesia. Cuando preguntan cómo afrontamos la crisis de vocaciones en la VR, respondo que la crisis es a la vocación de cristiano. Hoy es difícil ser religioso porque es difícil ser cristiano. Y más difícil es para un estilo de vida que es una alternativa muy clara a muchos valores imperantes. La necesidad es profundizar en los motivos fundamentales de nuestra vida: la experiencia de Dios y, de la misma manera que en toda vida cristiana, la opción por los más necesitados. El sentimiento es que si nosotros somos fieles a nuestra opción, vamos sembrando, aun sin saber lo que recogeremos. Quién sabe si se está gestando otro tipo de VR.

¿Y de dónde salen las fuerzas?

Mentiría si dijese que no cuesta. Hay interrogantes sobre el futuro. Pero hay una opción de purificación y de confianza en Dios. Lo que nos traiciona es la comparación con el pasado. El futuro, al menos en Europa, no es una Iglesia de cristiandad muy numerosa. El reto es cómo ser menos pero más significativos, liberándonos de estructuras que ahogan nuestra imagen y dificultan transmitir más lo que somos.

En Cataluña, un 25 % de los alumnos se escolarizan en centros católicos, la mayoría de religiosos con una larga tradición. ¿Para qué sirve esta presencia?

En esta sociedad plural, la escuela religiosa es un lugar de frontera. Cualquier persona, no solo la élite, puede entrar en nuestras escuelas. Encontramos familias con convicciones religiosas muy diversas. Esto permite un diálogo con un mundo de valores derivados del cristianismo en el que hay un gran entendimiento. Los padres desean que sus hijos estén formados en valores como la dignidad de la persona, el respeto a la libertad, la convivencia, la solidaridad… Y la formación actual de la escuela cristiana marca un perfil personal muy evangélico en sus alumnos.

Pero el punto delicado, y que a veces se simplifica, es la escuela también como plataforma para anunciar a Jesucristo. Esto hay que hacerlo siempre en diálogo. No puedes imponer el Evangelio. En este perfil evangelizador hay que encontrar nuevas formas que permitan hacer una propuesta más explicita del cristianismo. La división de la escuela para formar en valores, y lo explícitamente catequético y evangelizador solo para la parroquia, tal y como está configurada la sociedad actual, ya no funciona. Los laicos también tienen que asumir este reto dentro de la escuela, asumir que este proyecto de escuela cristiana no es una responsabilidad solo de los religiosos.

¿La relación con los obispos es fluida?

Sí, porque tenemos organismos que la aseguran. Por ejemplo, cada dos años, la junta de la URC se reúne con todos los obispos de la Tarraconense y con religiosos vinculados al tema del encuentro. El clima es muy positivo y se habla con mucha libertad. Con motivo de los 30 años, los obispos catalanes hicieron un documento de apoyo a la VR muy positivo.

El último documento de los obispos catalanes reivindica de nuevo esta especificidad de la Iglesia en Cataluña. ¿Esto es meterse en política?

No. Y, a veces, cuesta entenderlo. El Evangelio está llamado a inculturarse, a ser vivido en una determinada cultura y en una lengua. En el caso de España, esta realidad es plural. A nivel religioso, lo que nos perjudica es trasladar el tema político a esta cuestión, que no lo es. La clave es saber cómo el Evangelio arraiga en una cultura o en una tradición. Es un hecho reconocido en la Doctrina Social de la Iglesia y avalado por el magisterio de los obispos de Cataluña hace 25 años, y ahora refirmado. La preocupación debe ser que esta realidad se comprenda y se respete, para asegurar un testimonio y una buena práctica pastoral.

En el nº 2.749 de Vida Nueva (entrevista completa para suscriptores)

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