Héctor Eduardo Lugo García. ofm
Grandes organismos internacionales y transnacionales, muchos de ellos gubernamentales, están reemplazando de una manera lenta pero segura diversidad de conceptos y vocablos que de siglos atrás está manejando la Iglesia Católica, conceptos nacidos de la cultura griega y judeo – cristiana.
El propósito es eliminar del vocabulario religioso, ético y comunitario, diversidad de conceptos que han nacido con profundas raíces en la realidad de los pueblos. Son nuevos vocablos que no solamente cambian el sentido de la realidad, sino que confunden la comprensión de la misma. Los conceptos que sutilmente se están cambiando y transformando para desterrar aquellos vocablos propuestos por la cultura cristiana son, entre otros: hombre o mujer, ética, familia, pareja, anticoncepción, matrimonio, verdad, pecado, etc. Y la alerta es que detrás del nuevo vocabulario viene una ideología y con ella otra visión de la humanidad y parece que no nos hemos percatado de que es de esa manera como se desarraiga de la mente y el corazón de las nuevas generaciones, todo vocabulario religioso y cristiano, llegando a un lenguaje exclusivamente civil, gnóstico y consumista. Por supuesto que todo esto hace parte de la dictadura del relativismo que se ha convertido en un nuevo credo, incluso dentro de algunas religiones.
Los nuevos vocabularios proponen antropologías individualistas y se vuelven parte de los nuevos lenguajes sin Dios y sin ley. Vale la pena detenernos en algunos de ellos para ilustrar este fenómeno del cual posiblemente aún no somos conscientes:
No se habla de hombre o de mujer, sino de “partner”; el concepto de verdad se convirtió en “opinión de las mayorías”; el de ética por “todo vale” y el de género como naturaleza por el de “papel en la sociedad”. No se quiere hablar de anticoncepción sino de “salud reproductiva” y el concepto de bueno se expresa como “lo que está de moda”. En fin, hemos de hablar “del derecho a no ser ofendido” en lugar del derecho religioso.
Estos nuevos vocabularios permean y determinan las mentalidades y cambian la visión cristiana de la realidad. ¿Será para alertarse o por lo menos para ser conscientes del fenómeno?
