LOS AVIVATOS DE LA OLA INVERNAL

Afinadas veedurías de Iglesia y comunidad en poblaciones afectadas para evitarlos

La avidez criminal pareciera no respetar circunstancia alguna y de ello no ha sido excepción la tragedia invernal acaecida durante los últimos meses en buena parte del territorio nacional. Mientras las sospechas corren  en los pasillos de gobernaciones y alcaldías de algunos departamentos de la región caribe colombiana, en cada diócesis y en especial las más afectadas, han aparecido en municipios y ciudades intermedias falsos damnificados, quienes mostrándose como tal, buscan obtener beneficios en atención, albergue y alimentación por cuenta de las parroquias que constituyen la red de respuesta de la Iglesia a los afectados.

Ante este fenómeno, las mismas parroquias y centros pastorales están hoy más coordinadas que nunca con la propia comunidad, funcionando a manera de veeduría, que evite el aporte de beneficios a quienes no son realmente víctimas de la tragedia invernal, ni de ninguna otra eventualidad que amerite una respuesta de esta naturaleza.

“Los avivatos son una amenaza permanente y con lo que contamos como mecanismo más efectivo es con una coordinación muy cercana entre el párroco y la misma comunidad para prevenir el robo o aprovechamiento indebido de las ayudas que estamos canalizando”, expresó Jackeline Saavedra, profesional del Servicio Nacional de Emergencia de la Conferencia Episcopal, quien ha estado en terreno y en las labores de coordinación de respuesta humanitaria. Las ayudas que se distribuyen por estos días van desde kits de aseo, alimentos, albergues temporales, ropa y carpas, especialmente en los departamentos de Bolívar, Magdalena, Sucre, Atlántico, Santander y Valle del Cauca.

Por su parte Monseñor Héctor Fabio Henao, director de Pastoral Social Nacional, manifestó que: “para la Iglesia es mucho más fácil identificarlos que para otras organizaciones y personas que aportan ayudas en carretera o en sitios donde es más difícil identificarlos”.

La siguiente fase que se está planeando conjuntamente entre la Iglesia, la Cruz Roja, alcaldías y gobernaciones para reducir el riesgo consiste en la  refundación de veredas y municipios hoy severamente afectados y abandonados por sus antiguos habitantes. Por estos días, se estarían construyendo 150 nuevos albergues en el departamento del Atlántico por iniciativa de la Pastoral Social de la Iglesia.

“La situación sigue siendo compleja, hay grandes problemas alimentarios, educativos  y de integración, una muestra de esto son las 800 familias procedentes de Gramalote que llegaron a Cúcuta, con problemas de todo orden… las soluciones aún tardan”, comentó monseñor Henao. Hay dos líneas de respuesta sobre las que tanto Iglesia como demás organismos que hacen parte del sistema de respuesta al desastre, vienen trabajando. La primera de ellas es la respuesta inmediata a cualquier nueva eventualidad producto del clima u otro fenómeno natural. La segunda es la respuesta estructural a situaciones como la ubicación de comunidades en el lugar equivocado; el mal manejo del entorno por parte de su misma gente, así como la ausencia de organización de estas comunidades, situaciones de hecho, que se suman a la condición de pobreza en las que viven estas personas.

En todo esto han sido determinantes los COPAS -Comités parroquiales de Pastoral Social- comenta con algo de humor otro de los profesionales, quien omitió su nombre y labora en la coordinación y emisión de ayuda desde Bogotá.

En la región del Pacífico se han articulado igualmente iniciativas que buscan conjurar los estragos provocados por la ola invernal, de manera que a la acción de las entidades departamentales y de la Iglesia, se han sumado también campañas lideradas por un sector empresarial, canalizando la respuesta a través de la Cámara de Comercio y de la seccional de la Cruz Roja en Cali. VNC

TEXTO: J. DE FRANCISCO

FOTO: Jackeline saavedra, cortesía cec

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