MISIONEROS NO RELIGIOSOS NO SE ARREDRAN EN EL SURORIENTE

Se ha hecho muy poco de cara al tamaño del desafío, admite un representante

Texto : VNC Foto: VNC Las violaciones de los Derechos Humanos no los arredran. Los misioneros laicos del suroriente del país no modificarán su labor social y pastoral en el 2011, a pesar de los conflictos que abundan en sus zonas de trabajo.

Así se desprende de la intención y propósitos formulados por estas 34 personas, entre hombres y mujeres, quienes sin ser religiosos, están igual y firmemente comprometidos con la comunidad sobre la cual actúan, en coordinación con las diócesis en donde adelantan su misión.

El último encuentro de 2010, de carácter nacional y que tuvo lugar en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia en Bogotá, permitió a estos misioneros ventilar inquietudes e intercambiar experiencias a través de las cuales, se identificó la necesidad de actuar cada vez más enfocados hacia el concepto de familia y planes de vida de la propia comunidad. Esto, en virtud de la vulnerabilidad en la que caen niños y jóvenes, así como las mujeres de distintas edades, quienes por razones de todo tipo se convierten en mujeres cabeza de familia y objeto de fácil acceso y abusos por parte de los actores armados.

Yesid Rojas, actual presidente de la Comisión Nacional de los Misioneros Laicos de Colombia, dice que “lo que se ha hecho es muy poco, son 542.729 kilómetros cuadrados por atender”, tal es el tamaño del desafío que le representa el suroriente del país, -compuesto por Meta, Vichada, Guaviare Guania, Vaupes y Amazonas-  que es la zona de la cual es responsable como coordinador y misionero desde hace siete años. Él como los demás misioneros debe atender un grupo humano compuesto por 63 etnias indígenas, 300.000 afrodescendientes, colonos, llaneros y también debe tener en cuenta la presencia y acción de grupos armados ilegales, sembradíos de coca, narcotráfico, minería, petróleo y transporte de hidrocarburos.

En ese vasto territorio se da otra variable que si bien no ha representado obstáculo, sí es un factor de atención para los misioneros, y es que en el caso de las etnias indígenas, exactamente en el departamento del Vichada, el 70 por ciento de éstas son evangélicas. “Es que en la década de los años sesenta y con el boom de las misiones evangélicas, una misionera, Sofía Müller, recorrió y evangelizó buena parte de esa zona, era una gran lingüista, les leía la biblia en su propio idioma” explica Rojas.

Para Edith Espinoza, -otra misionera- destacada en Altos de Cazucá, una de las zonas más deprimidas e inhóspitas de la capital colombiana, es claro que la situación exige mayor participación de misioneros como ella y como Yesid Rojas. Su misión es atender familias  en coordinación con la parroquia a la que está adscrita. Acompaña a tres familias en la actualidad, a las cuales apoya desde lo espiritual hasta en lo material. “El trabajo del misionero es siempre apoyar y acompañar y en esto hace falta mucho y más cuando el Estado no está presente”, concluye.

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