Una exposición en León muestra el origen de los beatos

Una gran exposición explica la relación entre el origen del Reino de León y la gran tradición de los beatos

(Juan Carlos Rodríguez) El principio fueron los beatos, esos desconocidos objetos de deseo que encierran el misterio de la fe, el terror ante la llegada del año 1000 y, a su vez, el esplendor del arte visigótico. León, en el contexto del 1100 aniversario del Reino, reúne los más significativos en una gran exposición. Los siglos VIII y IX supusieron el primer periodo de la escritura visigótica, caracterizado, frente al resto de Europa, por la escasa producción de códices.

Uno de los pocos de los que se tiene noticia fue el Comentario al Apocalipsis de San Juan del Beato de Liébana, monje cántabro del siglo VIII que vivió, probablemente, en Santo Toribio de Liébana, entonces bajo la advocación de san Martín, como recuerda el catedrático de la Universidad de León, Maurilio Pérez González. Escrita en 776, la famosa obra defendía que el fin del mundo era inminente.

Aunque el Beato fue también autor de un himno litúrgico a su contemporáneo rey Mauregato, en el que introduce la idea del apóstol Santiago como cabeza de España, fue conocido para la posteridad, especialmente en los siglos IX, X y XI, por ese Comentario, obra copiada, ilustrada y muy leída en los monasterios leoneses y castellanos. Estos manuscritos, bautizados genéricamente como beatos, son muy apreciados por sus miniaturas, verdaderas obras maestras del arte románico. Del original no ha quedado ejemplar alguno, sí de sus copias.

Como Beato de San Salvador de Tábara (Archivo Histórico Nacional, Madrid) se conoce otro manuscrito también miniado por el monje Magio –que lo dejó inacabado, concluyéndolo uno de sus discípulos, Emeterio, en torno al 970–, que contiene la miniatura más conocida de todos los beatos, la Torre de Tábara, representación del scriptorium del propio monasterio. Con este original se abre la primera parte de la exposición In principium erat verbum: el Reino de León y los beatos –titulada Beatos y scriptoria– que los Príncipes de Asturias calificaron la semana pasada durante la inauguración en el edificio Botines de “fascinante”.

Los tres beatos –Tábara, Escalada y Girona– se completan con fragmentos de otros procedentes de Zamora y Sahagún, así como con biblias (la de San Isidoro de León, la edición facsimilar de la Universidad de León) y documentos (un valioso diploma de Alfonso III sometiendo la villa de Zacarías al monasterio de Sahagún, junto a otros pergaminos de García I, Ordoño II o Ramiro II). Estos últimos enlazan con la segunda parte, en la que el marco es El Reino de León y su capital.  En esta segunda parte se exhiben vajillas de cerámica altomedieval leonesa, un fragmento de pizarra procedente de Fuente Encalada (Zamora) con un pasaje de La Pasión de san Bartolomé inscrito y el sudario de san Pelayo. El desarrollo de las instituciones eclesiásticas se observa en el tercer apartado, Iglesia y Monasterio en el Reino.

Más información en el nº 2.723 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea el reportaje íntegro aquí.

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