José Luis Azcona, OAR: “La dignidad de una niña pobre vale más que el mundo entero”

Obispo prelado de Marajó (Brasil)

j-l-azcona(José Luis Celada) José Luis Azcona es un agustino recoleto nacido en Pamplona hace 69 años, que lleva 25 como misionero en Marajó, en la Amazonía oriental brasileña. Desde 1987, es obispo de aquella prelatura territorial, donde acompaña a las Pastorales sociales y a la Comisión ‘Justicia y Paz’ de una región que durante la última década se ha visto conturbada por la violencia. Una situación que él ha denunciado reiteradamente, hasta el punto de estar por ello amenazado de muerte. “Me gustaria terminar mís días aquí, en Marajó”, confiesa. Y añade: “A los que rezan por mí y me dicen que no me pasará nada, acostumbro a responder: ‘Recen por estas dos cosas: que no sea un cobarde, sino que siga hasta el final, y que no me crea un superhombre, sino solamente un cristiano'”.

¿Cómo se vive amenazado de muerte?

En mi caso, pensando como nunca en la posibilidad de la misma en cualquier momento, y en el significado que ella tiene para mí. Misteriosamente, Dios me ha quitado el miedo que le tenía, y sin ansiedad pienso en ella con una frecuencia que me llama la atención. Algunos momentos pienso que si muriese por Jesús, que dio su sangre por mí y por los pobres, niños y jóvenes de Marajó, sería el gran final de mi vida, no podría tener otro mejor.

¿Se siente un misionero, un profeta, un temerario…?

Me siento un cristiano, un bautizado, que trato de ser coherente en las circunstancias difíciles que me toca vivir. Así también, mi condición de misionero se fortalece cada día más y toma contornos muy precisos. Lo de “profeta” me cae muy grande. En cuanto el profetismo es parte constitutiva del ser cristiano, me siento profeta. Con relación a mi posible condición de “temerario”, creo que no, porque el riesgo no nace de mí, nace de la realidad cruel y de otros.

¿Qué está ocurriendo exactamente en Marajó que debe conocer el mundo y que no puede callar?

Exactamente no se puede explicar lo que está ocurriendo aquí. Es verdad que el tráfico humano, también de menores, tiene aquí sus rutas y sus negocios. La presencia del narcotráfico es cada día más intensa y extensiva, llegando a los lugares más remotos y cambiando la mentalidad, así como controlando las autoridades. Y existe un abandono secular por parte del Estado que hace de Marajó una región sin ley, donde los grupos organizados del crimen se hacen cada día más fuertes ante la inercia y el inmovilismo criminal de nuestras autoridades.

Las consecuencias ya están siendo desastrosas, y el futuro se presenta sombrío, muy sombrío.

j-l-azcona-2¿Ha adquirido su vocación religiosa otro sentido cuanto más hostiles se han ido volviendo las circunstancias que actualmente le rodean?

Sí. A partir de la comprensión de la Biblia, especialmente del Nuevo Testamento. Seguir a Jesús cargando su cruz tiene ahora un realismo evidente que antes no tenía. La experiencia de Pentecostés se ha renovado profundamente desde la dimensión del “dar testimonio”. Los mismos obispos de Brasil, en la nota declaratoria publicada el día 14 de abril del año pasado, decían que los tres obispos de la región que estamos hoy día amenazados de muerte lo estamos por “causa del Evangelio”. Esta afirmación, esta experiencia, evidentemente llena nuestros corazones de alegría, de la bienaventuranza del Evangelio, de amor a Jesús y a los pobres.

Por otra parte, el hecho de ver todo ahora sub specie aeternitatis, en la memoria constante de la muerte, hace que la vida se abra para la resurrección, para la vida eterna, para lo seguro… Además, la teología de la liberación en lo concreto del morir por los pobres y oprimidos, en la bienaventuranza del ser perseguido y calumniado por ellos y por el Reino, toma un realismo muy sano, que te aparta de cualquier “complacencia” teórica o ideológica.

Una Iglesia evangelizadora

¿Qué está haciendo y qué puede hacer la Iglesia en Brasil para luchar contra la violencia y la injusticia?

En la declaración a la que hacía alusión más arriba, los obispos afirmaban que nuestra postura pastoral era señal de la autenticidad de la evangelización de la Iglesia en Brasil.

Por otra parte, este año la Campaña de la Fraternidad ha tratado precisamente de Fraternidad y Seguridad ciudadana, con el lema La paz es fruto de la justicia. Es una señal de la conciencia viva que nuestra Iglesia en Brasil tiene de la centralidad de su mensaje evangelizador sobre paz y justicia. Conciencia viva que, delante de los desafíos tan descarnados de la realidad, debiera ser mucho más comprometida y arriesgada. Mucho más.

El futuro del mundo y de la Iglesia, ¿se juega en la defensa de los derechos de los más débiles o es una apuesta de “cuatro quijotes”, dicho sea con el mayor respeto?

Yo creo que sufrir por el otro, con los otros, sufrir por la justicia, sufrir por el amor a los otros, es hacerse un hombre. Abandonar ese camino está siendo el fin de la humanidad.

Solamente así, un hombre, una sociedad, pueden huir de la mentira. Yo creo firmemente que la justicia, que la verdad, que la dignidad de una niña, también de una niña pobre, vale más que el mundo entero. Cuando una sociedad no entiende esto y, por lo tanto, no lo vive, no tiene ningún futuro y merece morir cuanto antes. Está sobrando.

Evidentemente, eso no es para “cuatro quijotes”. Es para todos y cada uno de los hombres y mujeres que constituimos la humanidad.

¿Qué piensa cuando oye hablar -si es que le llegan ecos de su país natal- de que la Iglesia en España o en la Europa occidental está perseguida?

Lo primero, trato de preguntarme por qué es perseguida. Esa cuestión es fundamental. Como decía el gran Agustín de Hipona: “El martirio no lo define la pena, sino la causa”. Siendo por el Reino de los cielos, en mi corazón brota una alegría incontenible, porque dice Jesús: “Si fueseis del mundo, el mundo os amaría. Pero como no sois del mundo, el mundo os odia como me odió a Mí”. Una alegría incontenible, porque esa alegría de las bienaventuranzas está con la Iglesia española. Y porque, así, el Reino de Dios está siendo anunciado con poder y autenticidad. Es lo más grande que le puede suceder a la Iglesia en España.

SOLIDARIDAD NAVARRA

El pasado 23 de marzo, ante las reiteradas amenazas de muerte recibidas por su paisano José Luis Azcona, obispo de la prelatura territorial de Marajó, la Junta de Portavoces del Parlamento de Navarra aprobó por unanimidad una declaración institucional de “solidaridad” con este agustino recoleto y con la “labor desinteresada a favor de la dignidad de las personas y en contra 

de la explotación sexual de las mujeres en Brasil” que lleva a cabo desde hace años en esta región del país, así como con todos los que “en España y otros lugares del mundo se afanan por conseguir la erradicación de esta lacra desde instituciones u organizaciones civiles o religiosas”. 

Tras hacer un llamamiento a la sociedad navarra para que se adhiera a esta iniciativa y “denuncie cualquier causa de discriminación”, el texto condena “tajantemente cualquier práctica corrupta y de abuso de poder que pueda amparar la utilización de la extorsión, la coacción o la amenaza, en cualquier rincón del mundo y que supone al mismo tiempo una amenaza de los valores y principios básicos de la democracia y de los derechos humanos”. 

Finalmente, el Parlamento de Navarra pide al Gobierno español que, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores y del propio Consulado de España en Brasil, “ponga en marcha cuantas acciones estén en su mano para que la seguridad de este obispo navarro, así como de todos aquellos compatriotas que se encuentren en similares circunstancias debido a la defensa de una causa justa, pueda estar garantizada”.

En el nº 2.655 de Vida Nueva.

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