Kirill: un futuro prometedor

La elección del nuevo patriarca de Moscú alienta el diálogo entre católicos y ortodoxos

PEDRO LANGA, OSA |La elección del metropolita Kirill al Patriarcado de Moscú y de todas las Rusias (elegido el 27 de enero y entronizado el día 1 en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú) se veía venir por su competencia, escritos, habilidad negociadora y servicio al Santo Sínodo, y los acontecimientos no han hecho sino confirmar las previsiones. Prometedora página eclesial la suya, con acento en el quehacer educativo y misionero y en la promoción numérica de iglesias, monasterios, seminarios y academias. Algo difícil, pues la gestión de su antecesor empieza ya a ser denominada “siglo de oro de la Ortodoxia rusa”. No tanto en ecumenismo, aprendido del mentor Nikodim, figura la más brillante de su Iglesia en todo el siglo XX. Aquella juventud junto al que falleciera en brazos de Juan Pablo I va a determinar sus relaciones con Roma, donde Benedicto XVI y él han mantenido hasta hoy no menos de tres entrevistas.

Estamos muy satisfechos de haber colaborado”, declaró cuando la consagración del nuevo arzobispo católico de Moscú. Y en Altea (Alicante) el 11 de noviembre de 2007, a monseñor Palmero: “Ya que estamos en esta diócesis de la que usted es obispo, le pido su beneplácito para proceder a la bendición de esta iglesia”. Suyas, sin embargo, son las durísimas notas del 19 de mayo de 2003: una, contra la institución de dos nuevas diócesis católicas en Kazajstán; otra, para oponerse a una posible parada del Papa en territorio ruso durante su posible viaje a Mongolia. Las justificaría luego acudiendo al Protocolo suscrito por los representantes de la Santa Sede y el Patriarcado de Moscú durante las negociaciones de Ginebra 1992. De ahí que el cardenal Kasper haya declarado ahora: “Tiene una postura firme, pero con él se puede dialogar”.

Desde temprana juventud hubo de hacer frente a quienes buscaban su renuncia a las convicciones religiosas. Eso le acostumbró “a ir contra corriente, a no aceptar los estereotipos propuestos, a no seguir la moda ideológica”.

Siendo rector en Leningrado, acertó a rodearse de un equipo dinámico de jóvenes profesores, triplicó el número de estudiantes e introdujo un intenso trabajo de traducción de teólogos occidentales como Rahner, Von Balthasar y Congar. Sobre su destitución en 1984 comentaba no hace mucho: “Fui acusado de ser un agente de influencia occidental sobre la juventud”. La perestroika, no obstante, le devolvió en 1989 al primer plano eclesial, y la caída del comunismo le permitió formar una verdadera máquina al servicio de la reevangelización rusa. No han faltado clérigos envidiosos poniendo en solfa un pretendido autoritarismo y su apertura a la causa ecuménica y a Occidente, pero él lo ha desmentido siempre.

Católicos y ortodoxos -dijo en 2006- deben ser capaces de presentar la tradición cristiana de manera abierta y positiva”. Y estos días, tranquilizando sobre sus intenciones: “La Iglesia, conservadora por naturaleza, ha de abrazar por igual a eslavófilos y a occidentalistas. Y no se debe inmiscuir en política, sino anunciar la verdad de Dios”. Habrá que desearle, pues, con Benedicto XVI, “que el Todopoderoso bendiga sus esfuerzos para mantener la comunión entre las Iglesias ortodoxas y para buscar la plenitud de la comunión, que es el objetivo de la colaboración y el diálogo entre católicos y ortodoxos”.

PROBADO CURRÍCULUM

Vladimir Mikhailovich Gundyaev nace el 20 de noviembre de 1946 en Leningrado, hoy San Petersburgo, por cuya Academia se gradúa en Teología en 1970. El metropolita Nikodim le confiere la tonsura y el nombre de Kirill el 3 de abril y el sacerdocio el 1 de junio de 1969. Archimandrita en 1971, representa a su Iglesia en Ginebra hasta 1974, cuando accede a rector de la Academia de Leningrado, donde causa baja en 1984 por oponerse a la invasión soviética de Afganistán. Obispo de Wyborg en marzo de 1976, hasta 1978 ejerce de vice-exarca para Europa Occidental. Promovido en 1988 al Arzobispado de Smolensko y Kaliningrado, y en 1989 a presidente del Departamento de Relaciones Exteriores de la Iglesia ortodoxa rusa y miembro permanente del Santo Sínodo, sube a metropolita el 25-2-1991. Premio internacional de la Paz Loviis 1993, es doctor honoris causa por Budapest 1984, Perusa 2002 y Varsovia 2004. Su ecumenismo le lleva en 1975 al Comité central del CEI en Nairobi y al Pleno de la Comisión FyC del CEI. Autor de más de 200 publicaciones, durante 15 años ocupa en televisión el programa semanal Slovo Pastyrya (Una palabra del Pastor), con altos índices de audiencia. Locum-tenens a la muerte de Alexis II, ha sido elegido 16º Patriarca de Moscú y de todas las Rusias por 508 votos de 677 válidos.

En el nº 2.647 de Vida Nueva.

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