Una alambrada de odio

El niño con el pijama de rayas

(J. L. Celada) Uno se acerca a cada nueva incursión en la tragedia del Holocausto con la idea de haberlo visto ya casi todo, pero acaba rendido a la evidencia de que aquel abominable capítulo de la historia nos va a seguir persiguiendo para los restos. Son tantos los títulos que han tratado de iluminar la oscura y siniestra barbarie encarnada en víctimas y verdugos, que se antoja harto improbable añadir un plus de algo, si no de horror, a situaciones mil veces recordadas y eternamente lamentadas.

Sin embargo, todavía quedan voces (plumas, en su caso) como la del joven escritor irlandés John Boyne dispuestas a explicar -imposible entender- cuanto sucedió hacia 1940 en tierras alemanas y polacas. Y por si alguien no había reparado aún en su gran éxito editorial, El niño con el pijama de rayas, su vecino, el realizador inglés Mark Herman, acaba de trasladarlo a la gran pantalla con notable resultado.

Dado el protagonismo infantil de la obra, podría caerse en el error de buscar referentes en La vida es bella, pero la comedia del italiano Benigni no admite comparaciones posibles con el drama que vehiculan a través de sus miradas y cándidos comentarios los dos personajes centrales de esta cinta. Aquí no caben fabulaciones en clave de humor de la realidad circundante, entre otras cosas porque el punto de vista no se sitúa dentro, sino fuera de la alambrada.

Con un estilo sobrio y un excelente pulso narrativo, Herman planta su cámara a la altura de los curiosos y asombrados ojos del hijo pequeño de un oficial nazi. Junto a él -y gracias a la amistad clandestina que entabla con un niño judío de su misma edad, preso en un campo de exterminio cercano a su casa- descubriremos el verdadero alcance de conceptos como la autoridad, la obediencia, la ignorancia, la inocencia y, sobre todo, la crueldad.

El traumático ingreso de ambos en el mundo adulto arrastra tras de sí tanto dolor, decepciones y mentiras, que sus rostros contrariados son el retrato callado pero terrible de una humanidad que se pregunta una y otra vez por el sinsentido de millones de muertes, mientras permanece atrapada en ese odio que causó tales estragos. De uno y otro lado de la valla, nuestros chicos aprenderán que casi nada es lo que parece, y que maldad y bondad anidan en el corazón humano de propios y extraños atendiendo a razones que ni la patria ni la familia pueden legitimar.

El niño con el pijama de rayas es la notable versión en celuloide de un libro necesario, una película que recoge -sin lagrimeo fácil, aunque con evidentes síntomas de angustia, desasosiego y desgarro interior, especialmente en su tramo final- la penúltima punzada en la conciencia de la vieja Europa ante unos hechos que podrán suavizarse, filtrarse o adaptarse, pero nunca caer en el olvido.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: The boy in the striped pyjamas.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Mark Herman, sobre el libro homónimo de John Boyne.

FOTOGRAFÍA: Benoît Delhomme.

MÚSICA: James Horner.

PRODUCCIÓN: David Heyman.

INTÉRPRETES: Asa Butterfield, Jack Scanlon, David Thewlis, Vera Farmiga, Amber Beattie, Richard Johnson, Rupert Friend.

En el nº 2.630 de Vida Nueva.

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