El obispo de Málaga pide a los fieles que ayuden a los más necesitados ante el empeoramiento de la economía
(M. Á. Malavia / M. De Miguel) En un momento en el que la crisis económica está dejando en evidencia sus primeras consecuencias con la subida del paro y el encarecimiento de las hipotecas, se ha producido un crecimiento de la demanda en toda la ed nacional de Cáritas Española y esa demanda se ha masculinizado: ahora son los hombres quienes acuden solicitando especialmente la cobertura de las necesidades básicas. Al mismo tiempo, la difícil situación ha originado el incremento de ayudas relativas a la vivienda, sobre todo a la hipoteca o el alquiler; y al empleo, ya sea formación u orientación. Éstos son algunas de los datos a los que ha tenido acceso Vida Nueva, extraidos de las primeras conclusiones de un observatorio que Cáritas está llevando a cabo sobre cómo afecta la crisis económica a las peticiones que atiende en cada una de sus delegaciones diocesanas y parroquiales.
Juan José López Jiménez, miembro del equipo de estudios, ha explicado que ahora acuden un mayor número de familias españolas que estaban en una situación normalizada, pero bastante precaria. Debido a problemas de vivienda o pérdida de trabajo, se encuentran en situación de pobreza y exclusión social.
Con respecto a los inmigrantes, su situación se dificulta especialmente cuando no poseen papeles. Esto hace que crezcan las solicitudes de retorno, llegando incluso a atender en el primer semestre de este año las mismas que en todo 2007.
Junto a la construcción, el sector al que más pertenecen los solicitantes es el del servicio doméstico, una realidad sobre la que, según alerta, no se habla.
Estas peticiones han tenido su respuesta en los servicios de Cáritas pues, como dice Jiménez, algunas diócesis ya han agotado casi el presupuesto de asistencia para ayudas económicas, lo que les llevará a ampliarlo o a reorganizar las partidas y así priorizar estas necesidades. Del mismo modo, algunos centros han tenido que aumentar las jornadas de trabajo de los agentes y los horarios.
Carta del obispo de Málaga
“No podemos aceptar las amenazas que pesan sobre los débiles, ni que la pobreza se cebe en los ancianos y en los niños, los preferidos de Dios”. Con este ímpetu y afán de movilización, comienza el obispo de Málaga, Antonio Dorado, su carta pastoral Llamados a hacernos prójimos de cada persona, un aldabonazo en las conciencias en un momento muy delicado para la economía española, lo que está haciendo que aumente el número de “afectados por situaciones extremadamente graves”.
En su llamada, el obispo es muy prolífico a la hora de aportar datos y estadísticas concretas. Así, cita un reciente informe de Caixa Catalunya según el cual en España hay actualmente “cerca de 10 millones de pobres”. A continuación, recurre a un estudio de Cáritas Española de 1988 en el que, ya por entonces, se daba una cifra similar de empobrecidos en todo el territorio nacional. La comparación lleva a Dorado a concluir que “el progreso económico de nuestro país no ha repercutido significativamente sobre el desarrollo de la justicia social”. Por ello, se muestra especialmente preocupado por las consecuencias de la crisis en “los más débiles”, es decir, “los niños, los mayores, los inmigrantes, los parados o las familias monoparentales”. En su opinión, esta crisis cuenta con la “dificultad añadida” de que se han “debilitado los vínculos familiares”, lo que conlleva que “la familia actual ya no se hace cargo de los parados, como sucedía en épocas aún cercanas”. De un modo especial, reitera el obispo la influencia negativa que la crisis puede tener en los niños, ofreciendo otra estadística demoledora: “Si uno de cada cuatro menores vive, en España, por debajo del umbral de la pobreza, en el caso de los niños inmigrantes es uno de cada dos”.
Pero, aparte de constatar las consecuencias de la situación, “que puede agravarse en los próximos meses”, el prelado invoca a la movilización e insta “a los seguidores de Jesucristo” a “intensificar la práctica del amor fraterno y a mirar a los demás con alma samaritana”. Así, deja claro que “no basta con que en nuestras parroquias esté instituida Cáritas”. Antes bien, realiza un llamamiento claro, directo y conciso dirigido a los fieles para que las parroquias se conviertan en “lugares de escucha, en casas de acogida y en centros de ayuda a los más necesitados”. Ésta es, para él, la única fórmula posible de un cristiano para cumplir con la llamada de Jesús, que “nos dijo que todo lo que hacemos o dejamos de hacer por una persona en apuros, lo hacemos y lo dejamos de hacer por Él”.
En el nº 2.630 de Vida Nueva.