Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El ‘Ángel’ de Žilda (2012)


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El artista callejero Žilda deambula por la ciudad de Nápoles. Es una ciudad que a este joven bretón le parece un infierno. Llegó a ella siguiendo a una antigua novia, con tan solo una pintura bajo el brazo en la que un ángel herido es llevado por dos niños vestidos con traje y bombín. Anduvo mucho para encontrar el lugar donde pegar el cartel recortado de esa pintura. Finalmente lo hizo en un tejado al que muy raramente podría subir si acaso algún antenista. Pero no importa que nadie vea al ángel. Lo importante es que existe, que está allí en lo alto de Nápoles.

Así comenzó Žilda su creación artística en el Sur de Italia, poniendo un ángel en lo alto de la ciudad. No importa que las multitudes no lo vean. Solamente necesita un testigo. A ese ángel le siguieron diez más desde 2010 y todos acabaron haciendo aparición en las calles de la vieja Nápoles.

En el Ángel de la Noche (Žilda, 2016), una figura alada ha sido pegada al muro de un puerto sobre las rocas que lo defienden. En Tú eres infalible (Žilda, 2015) un ángel está en una terraza napolitana junto a la ropa tendida que también parece un grupo de ángeles. O ha sido muy celebrada también la instalación titulada El ángel custodio (Žilda, 2010), donde protege a un niño de un peligro. En la fotografía, el artista recoge una imagen en la que un niño real que va en moto mira a lo alto la pintura, quizás preguntándose dónde está su ángel.

No son los únicos ángeles que instala por ciudades de Europa. En Rennes creó una sugerente escena para El ángel de la muerte (2013): lo pone sobre una escombrera que hay dentro de una fábrica abandonada que se despedaza lentamente en ruinas. En la mano del ángel enciende una bengala real que durante un breve lapso de tiempo va a anunciar el final próximo de la vida.

En la pintura que queremos comentar, Žilda ha reproducido un cuadro del pintor bostoniano Abbott Handerson Thayer (1849-1921), autor de una larga serie de ángeles, vírgenes y figuras alegóricas como la Caridad (1895). El cuadro Una figura alada de Thayer (1904-1913) representa un ángel coronado que mira grave al espectador hacia el que camina con los brazos abiertos, indicando un aquí y ahora. La reproducción que Žilda ha hecho la ha titulado simplemente Ángel.

El mejor lugar

Žilda busca con mucho trabajo e intención el mejor lugar donde instalar cada obra. En este caso, el Ángel de Thayer decidió pegarlo en un callejón de la vía San Giovanni in Porta, cercano a la Catedral napolitana de Santa María de la Asunción. Es un callejón oscuro, corto, roto. Las paredes han perdido materia y se deja ver su interior de piedras despiezadas. Hay profundos agujeros como si hubieran disparado contra los muros con balas de cañón. Algunas ventanas con rejas de hierro dan a ese oscuro lugar. Las humedades han cubierto gran parte de las paredes de ese callejón cortado, sin salida, y han hecho caer las cubiertas.

En lo alto de la pared que cierra el callejón hay una hornacina. Dentro, una pequeña imagen religiosa. En la repisa de la hornacina unas flores secas de alguien que todavía no se ha olvidado del todo de aquel lugar. Cubriendo todo el ancho del callejón cerrado, bajo la hornacina, despliega sus grandes alas el Ángel de Žilda (2012).

Un ángel de poderosa presencia…

Es quizás la obra más importante que ha hecho o al menos es la que eligió para la portada de su único libro. Su presencia impresiona en medio de las humedades y decadencia de ese callejón cegado. Parece que su presencia irrumpe para proteger el humilladero olvidado con esa pequeño icono religioso.

Es un ángel de poderosa presencia, severo, irradia fortaleza y coraje. Extiende las manos y señala el lugar, ese mismo callejón marginal y abandonado; ese mismo lugar donde antaño tantas personas rezaron sus plegarias. Señala una historia perdida que viene a proteger y rescatar. Ahí, ahora, está sucediendo algo, sigue aconteciendo, va a pasar.

Si bien en la obra de Thayer, la figura alada está diseñada para que mire al espectador, en esta instalación no es así. El Ángel de Žilda no mira al testigo, sino que mira lejos, más allá de la escena, abre un horizonte, busca un alcance mayor. Invita al testigo a mirar también lejos y a pensar su vida con esa mirada larga. Desde el fondo de una calle destruida, abandonada y cortada que no lleva a ninguna parte, el Ángel invita a mirar más allá.

Al mirarlo, parece que esté diciéndonos que ese callejón está siendo despreciado injustamente. Žilda no usa los lugares, sino que los incluye, humaniza y recupera. Lo que parece una trasera sin valor merece ser valorado como un lugar donde tanta gente rogó. El humilladero descuidado y olvidado, merece ser respetado y custodiado. Lo que parece un callejón sin salida parece ser atravesado por el Ángel; sólo está aparentemente cortado.

El Ángel es una revelación resplandeciente y esplendorosa al final de la oscuridad de un rincón ruinoso de la ciudad. Es capaz de redimir cualquier lugar; nada puede darse por perdido. Su sola presencia resignifica todo el espacio, al señalarlo lo convierte en epifanía, anuncia una presencia aún mayor. La corona victoriosa de laureles dorados que forma el nimbo del ángel vence a toda ruina y muerte.

Los brazos extendidos, el pie avanzando, las alas en movimiento forman la sensación de que el ángel acaba de aparecer y se dirige hacia nosotros, es una aparición. Y esa tiene que ser también la experiencia de quien se lo encuentra al mirar al callejón. La mayoría de los peatones no lo hace, el ángel pasa inadvertido ante sus propios ojos distraídos por mil atracciones o aburridos por el hastío ordinario. Pero quien camine por la vía de San Giovanni y gire el rostro, se parará en seco.

Un acontecimiento que emerge de lo oscuro

Aquella pintura no es un mero grafiti, un cuadro en una exposición ni un anuncio publicitario. Es un acontecimiento disruptivo que emerge de lo oscuro, perdido y abandonado. Sale hacia el caminante como una aparición que le busca y llama. La corona dorada es una luminaria que convierte a todo el ángel en una luz al final de la travesía cerrada. Los brazos abiertos parecebn esperar un abrazo. En realidad muestran el propio cuerpo trascendente y señalan al propio lugar. Hay entre ambos una misteriosa conexión: la pobreza y la gloria.

Hay algo en la instalación que tiene que recordar al modelo de Belén: una cueva usada como cuadra sobre la que un ángel glorioso anuncia el nacimiento de Dios hecho hombre. También ese callejón tiene mucho de cavernario, es una gruta. No puede no recordar a las apariciones milagrosas de seres celestiales en cuevas, árboles o manantiales.

Hay mucho de contracultural en Žilda. Se niega a que sus imágenes se repitan en distintos lugares. Esa pintura solo se pegará una vez, es una aparición única y frágil que será destruida en breve. Si no lo hacen vándalos, las autoridades o las inclemencias, lo hará el propio artista. Tan solo queda ya de este ángel las fotografías, los videos y los dibujos preparatorios. Esa fragilidad llama al testigo a cuidarlo, a fotografiar, a quedarse con la imagen de alguna manera, a apropiársela en la memoria, hacerla suya. En unos días, de todo esto tan solo quedará el testigo.

Žilda, un artista de la redención

Žilda es un artista de la redención. Nacido en un suburbio, abandonó temprano la escuela y vagabundeó por Europa vendiendo sus pinturas. Siente piedad por los lugares perdedores y las historias perdidas. Las saca de sus encierros y se dedica a llevarlas allí donde alcancen nueva significación, allí donde puedan redimir un lugar, allí donde puedan transformar a un testigo.

El Ángel de Zilda está mudo, no dice nada, no abre la boca. Tampoco Zilda es un mensajero de discursos. Es un ángel en el que habla su presencia, la belleza razona en él. El arte salva lugares. El arte no nos hace espectadores sino que nos convierte en testigos.

Referencias

– Thayer, Abbott Handerson (1904-1913) Una figura alada. The Freer Gallery of Art, Smithsonian Institution.

– Žilda (2016) Ángel de la Noche. Žilda Street Art. Blog.

– Žilda (2016) Tú eres infalible. Žilda Street Art. Blog.

– Žilda (2015) El ángel rehabilitado. Žilda Street Art. Blog.

– Žilda (2010) El ángel custodio. Žilda Street Art. Blog.

– Žilda (2013) El ángel de la muerte. Žilda Street Art. Blog.

– Žilda (2012) Ángel. Žilda Street Art. Blog.