Scicluna pide perdón en Osorno en nombre del Papa antes de regresar a Santiago

“La reconciliación no se logra con una misión de pocos días”, agregó al término de la misa que congregó a comunidades antagónicas

“Vinimos aquí para comunicar la cercanía del Santo Padre, el papa Francisco, al pueblo amado de Chile, y en modo particular al pueblo de Osorno”, expresó el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, en el comunicado de despedida momentos antes de abandonar Osorno. “Para Jordi Bertomeu y para mí, continuó, fue una experiencia profunda de Dios el encontrar tantas comunidades parroquiales, tantas personas que han tenido la generosidad de compartir con nosotros sus heridas, experiencias dolorosas, así como también sus esperanzas y amor por la Iglesia en Osorno”, dijo.

Terminó expresando su gratitud por la acogida recibida en las comunidades que visitaron, al clero, diáconos permanentes, religiosas y religiosos. “Gracias por habernos permitido experimentar el amor de la Iglesia que peregrina en esta bendita tierra, que nos ha conmovido profundamente”, concluyó.

Perdón por haberles herido y ofendido

Momentos antes se había celebrado la Misa de Reconciliación en la catedral presidida por el obispo Jorge Concha, recién nombrado administrador apostólico de Osorno en reemplazo de Juan Barros.

Al inicio de la misa, Scicluna, Bertomeu y Concha se arrodillaron de cara frente a la comunidad y transmitieron el encargo recibido:El papa Francisco me ha encargado pedir perdón a cada uno de los fieles de la diócesis de Osorno y a todos los habitantes de este territorio, por haberles herido y ofendido profundamente”.

Este perdón se refiere a las expresiones usadas por Francisco en la Plaza San Pedro al calificar de “tontos” y “zurdos” a quienes se oponían a Barros en Osorno y, en enero pasado durante su visita a Chile, cuando el Pontífice dijo que no había pruebas contra el obispo, aunque unos días después se retractó y pidió disculpas.

Peleamos para defender lo que amamos

En la Misa participaron varias comunidades de fieles que se habían marginado de las actividades de la Iglesia como señal de protesta contra la presencia de Barros en la ciudad. “Hemos decidido dar un paso y, luego de tres años, ingresar a nuestro templo catedral y participar en la Santa Misa en el Día del Señor”, dijo a medios locales Mario Vargas, portavoz del Movimiento de Laicos. Precisó, además, que tienen “claridad absoluta” de que la ceremonia “no es una Misa de reparación ni de reconciliación”, sino que acudieron como un gesto de gratitud hacia los enviados del Papa.

En su declaración, Vargas expresa que también acuden para dar la bienvenida a Jorge Concha. “Se inicia hoy un largo proceso de sanación que durará, seguramente, mucho tiempo”, afirmó.

Por su parte, Juan Carlos Claret, también vocero de la misma agrupación, afirmó que hubiese sido fácil ausentarse con la excusa de que no les dijeron lo que querían oír. “Lo cierto es que queremos manifestar que durante estos tres años, más que pelear contra lo que hemos odiado, estamos peleando para defender lo que amamos”, dijo, agregando que por ese motivo decidieron participar, ya que Concha tendrá una gran tarea para esclarecer los hechos, buscar la verdad y de esa forma se alcance justicia y haya reparación: solo así puede haber reconciliación, señaló. Estas mismas expresiones se leían en algunos carteles que portaban integrantes de la agrupación: “La paz es fruto de la verdad y la justicia”.

“Sigamos adelante, no tengamos miedo”

El templo estuvo lleno de participantes entusiastas que aclamaron al obispo Jorge Concha cuando ingresó para presidir la eucaristía acompañado del arzobispo Scicluna y el sacerdote Jordi Bertomeu. Concha en su homilía hizo un llamado a la unidad y a “aprovechar este tiempo para crecer humanamente y como comunidad de creyentes”, reafirmando el mensaje de unión y reconciliación que entregó al llegar a la ciudad el día anterior.

“Doy gracias por estar con ustedes. Sigamos adelante, no tengamos miedo”, dijo. “Hoy día vemos con mucha claridad, agregó, que hay tantas formas de abuso que no pueden volver a ocurrir, que hay procedimientos que no se pueden repetir, que hay formas de hacer Iglesia que se deben cambiar y que hay tareas a las que no podemos renunciar”, concluyó.

Se esperaban signos explícitos de reconciliación, sobre todo en el abrazo de paz durante la eucaristía, los que no ocurrieron. Ha quedado una base sólida para continuar el proceso de reencuentro, pero también una sensación de algo inconcluso que contiene el desafío de avanzar hacia la reconciliación.

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