“Radio Sutatenza: una revolución cultural en el campo colombiano (1947-1994)”

Una exposición documental que dialoga con la historia reciente de Colombia

Para hacer memoria y revelar a las nuevas generaciones la trayectoria de uno de los proyectos educativos más notables del siglo pasado en Colombia, la Biblioteca Luis Ángel Arango viene exponiendo desde el mes de mayo una muestra audiovisual del trabajo de Radio Sutatenza y de Acción Cultural Popular (ACPO, entidad gestora de origen católico), fundadas por el padre José Joaquín Salcedo Guarín (1921-1994). La nutrida muestra evidencia el interés de los curadores, Juan Pablo Angarita Bernal, Ayder Berrio Puerta y Jorge Rojas Álvarez, por establecer un diálogo del desarrollo de esta empresa educativa con la historia del país, “con el contexto: con la violencia, con el Frente Nacional, con iniciativas como la reforma agraria y con los cambios demográficos del campo y las ciudades”. La exposición temporal estará abierta al público hasta el 31 diciembre de este año. Es, sin lugar a dudas, una oportunidad para que los visitantes se acerquen a un registro documental invaluable y a materiales educativos como cartillas, afiches, discos y periódicos que fueron declarados por la UNESCO “memoria del mundo”.

“La educación nos hace libres”

En muchos documentos de la exposición aparecen declaraciones del padre Salcedo en el sentido de que “el evangelio es servicio al prójimo”, por ello se entiende la dedicación de su sacerdocio a la educación del pueblo. Afirmaba que no creía “en la caridad paternalista, política y demagógica”. En una época en la que la brecha entre el mundo rural y el urbano era cada vez más abismal en Colombia y en la que, para algunos, esta inequidad sería la ocasión de que la “amenaza comunista” se tomara el país, el sacerdote encontró en la educación un camino de liberación en pro de la dignidad de los campesinos, que les permitiera vivir mejor y ser los autores de su progreso. Bajo la consigna “la educación nos hace libres, el ignorante es un esclavo”, el presbítero invitó a los campesinos a formarse integral y autónomamente. Así nació en 1949 la primera Escuela Radiofónica, un modelo educativo a distancia, enfocado en el aprendizaje de conocimientos básicos sobre salud, alfabetización, aritmética básica, economía, trabajo y espiritualidad, sin distanciar a la población campesina de su vida familiar y de su cotidianidad en la parcela o en la chagra y promoviendo sus conocimientos y prácticas de agricultura, ganadería y pesca. El sistema educativo de ACPO se constituyó por la combinación de medios de acción: las clases por radio, las cartillas de distribución gratuita, las cartas que los campesinos podían dirigir a los profesores, los semanarios como El Campesino y los libros. Además, se apoyó en tres Institutos de Liderazgo y en el Modelo Pedagógico de Educación Fundamental Integral (EFI) que tenía como objetivos la motivación del campesino hacia el desarrollo, su promoción espiritual, humana e integración en la sociedad, la organización comunitaria y el incremento de la productividad.

“Fiebre de la radio”

En las casas campesinas el mejor mantel y la mejor mesa eran para el radio. Alrededor del novedoso aparato se reunían la familia y los vecinos. La razón era escuchar la voz del profesor-locutor que, por obra y gracia de las telecomunicaciones, llevaba la escuela al campo. El proyecto Radio Sutatenza inició con diez radios japoneses, luego con cien mil regalados por Holanda y quinientos mil que donó nuevamente Japón. Para abrir la Escuela Radiofónica era necesario que los campesinos accedieran a un radio en la Caja Agraria de su pueblo, se reunieran y escucharan diariamente los programas. Con la masificación de los radios transistorizados, pequeños y transportables, se hizo innecesaria la reunión de todo el pueblo. El radio se hizo el compañero de los campesinos. Algunos lo llamaban “mi compañerito” e, incluso, lo llevaban sobre el lomo de las mulas a sus lugares de trabajo en el campo. A la sonoridad de los programas radiales, la complementó las imágenes y palabras de las cartillas, la interacción por correspondencia con los profesores y el disco-estudio, una grabación de lecciones en disco de acetato. Sin embargo, la función más relevante de las Escuelas Radiofónicas la desempeñó el auxiliar inmediato, líder que posteriormente se formaría en los Institutos Campesinos.

“Dueños de su propio progreso”

En 1955 Radio Sutatenza había logrado la alfabetización de 30.000 adultos. Los testimonios de líderes comunitarios de los más de 900 municipios a los que llegó el programa son contundentes. Muchos de ellos fueron en principio auxiliares inmediatos de su vereda. Cumplían la función de “traducir” a sus compañeros de estudio lo incomprensible de algunas lecciones. Eran el puente entre el profesor y el estudiante. Varios de estos líderes viajaron becados a los Institutos Campesinos con el fin de formarse para continuar su labor educativa en otras regiones. La experiencia intercultural fue sorprendente, toda una revolución cultural que les borró las fronteras geográficas y los prejuicios y los preparó para el diálogo que establecerían, posteriormente, con las comunidades a las que viajarían como supervisores; porque, más allá de la alfabetización, su labor consistía en proponer una comunicación interpersonal con los campesinos de cada municipio y una educación basada en el proyecto de vida de las comunidades. Además de mejorar las condiciones de vida de otros municipios, los más de 20.000 líderes rurales fortalecieron en sus propias veredas las juntas de acción comunal, la red educativa, la participación política y las industrias cooperativas.

Radio Sutatenza es recordada como un hito de las transformaciones sociales que se derivan de un proyecto  educativo incluyente, que cuenta con el apoyo de la sociedad y de los recursos estatales. Ha sido modelo de la educación popular en 24 países y “sus métodos y principios ayudaron a gestar las más grandes reformas educativas de la segunda mitad del siglo XX”. Pero también es un espejo que permite advertir que cuando los valores y paradigmas políticos y religiosos se sienten amenazados, se sobreponen los intereses de sectores privilegiados de la sociedad que el beneficio de las comunidades menos favorecidas. Quizá, ese espejo retrovisor proporcione algunas pistas sobre las deudas que tiene el país, en materia de educación rural y de equidad social.

Escuelas Digitales Campesinas

Cinco generaciones de colombianos cambiaron su destino, a partir de la labor de Radio Sutatenza. Aunque en 1989 fue su última transmisión y en 1994 la última promoción de líderes del Instituto Campesino, la labor de ACPO sigue vigente en las Escuelas Digitales Campesinas (EDC). Su modelo es el mismo de las Escuelas Radiofónicas y su objetivo promover el liderazgo del campesinado, “mediante procesos de educación, formación y capacitación pertinentes, orientados a su dignificación, inclusión y desarrollo, y a la construcción de una cultura de paz”. Las EDC se soportan en un diagnóstico sociodemográfico, en el trabajo participativo de la comunidad y en la interacción de los medios digitales. Su modelo se adapta a “las necesidades de la persona y de la comunidad, respetando su identidad sociocultural” y se articula con áreas de formación como la alfabetización básica y digital, liderazgo, asociatividad, adaptación al cambio climático, huerta casera y derechos humanos, entre otras. Actualmente hay 33.000 estudiantes en 70 EDC, distribuidas en ocho departamentos.

Exposición sobre Radio Sutatenza, en la biblioteca Luis Ángel Arango

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