Por y para los jóvenes

Los salesianos llegan a La Rioja para “aprender de esta iglesia diocesana”. Como pedido especial, el obispo encargó a esta nueva comunidad religiosa colaborar en diversos ámbitos en donde se involucran los jóvenes: pastoral juvenil y universitaria, lucha contra las adicciones y la labor docente. Para el obispo, “será una extraordinaria posibilidad de poner al servicio de nuestro pueblo nuevos dones que estos hermanos salesianos quieren compartir con nosotros”.

“La entrega generosa y decidida de monseñor Angelelli nos impulsa a ponernos en el medio de la gente y de los jóvenes para caminar con ellos, aprender de ellos y compartir lo nuestro”. Quien hace esta afirmación es Gabriel Romero, provincial de los salesianos de Argentina Norte. Y continúa: “Para nosotros implica la posibilidad de sumarnos a una iglesia diocesana con una rica experiencia pastoral de compromiso con el pueblo”.

¿A qué se debe esta declaración? Es que los salesianos de Don Bosco acaban de llegar a La Rioja, a la comunidad que denominaron Monseñor Enrique Angelelli, como parte de la parroquia Santa Rita.

Luego de orarlo y conversarlo en asamblea provincial, más de 50 salesianos de Argentina Norte sugirieron a su superior instalar una nueva presencia en un lugar donde aún no está presente la obra de Don Bosco. Así lo anunció Romero a la familia salesiana en una carta en julio pasado. Y algo que parecía aún lejano en el tiempo, se hizo realidad el 10 de febrero.

“Este era un sueño de muchos hermanos salesianos. En varios capítulos provinciales apareció este deseo. Coincidieron entonces las reflexiones y búsquedas de nuestro último capítulo provincial con una propuesta concreta que nos llegó de parte del obispo de La Rioja, Marcelo Colombo. Queríamos dar el paso de abrir una nueva presencia con un estilo distinto, una comunidad que pueda brindar su aporte a los jóvenes de una zona popular, por un tiempo y con estructuras ágiles que nos permitan desinstalarnos cuando sea oportuno y prudente, para seguir aportando el carisma en otras partes”, describe el salesiano. En seguida recordó los primeros acercamientos que tuvieron a esa tierra en que, en casi 140 años de presencia en la Argentina, jamás estuvieron presentes: “Ayudó mucho el poder visitar el lugar y dialogar con el obispo, vinimos en diversas oportunidades y varios hermanos, para poder tener una pluralidad de miradas y de voces. Un momento muy intenso fue la misión en el barrio que en el mes de enero compartieron con la gente un grupo de salesianos. A esto se sumaron otras experiencias de misión que venimos celebrando en La Rioja en estos últimos años”.

Escuchar este testimonio en un tiempo en que la Vida Consagrada enfrenta el serio desafío de la falta de vocaciones, alegra. Conocer la vida de esta nueva presencia religiosa en épocas en donde se hace complejo sostener obras, parroquias y escuelas, anima.

Antes de que Romero tome la decisión de abrir una nueva obra en su inspectoría, abrió el juego a sus hermanos salesianos: “realizamos una consulta acerca de la disponibilidad para formar parte de esta nueva comunidad y con el consejo provincial consideramos los distintos ofrecimientos y tomamos la decisión, pensando en cada hermano, en lo mejor para cada uno, en las necesidades de la provincia y en la realidad del barrio y de la gente del lugar. Eran muchas variables a considerar. Fue un trabajo realizado con tiempo y en un buen clima de discernimiento, diálogo y oración”, acota Romero.

Un lugar de gente maravillosa

“Nos alegra mucho la llegada de los salesianos a La Rioja. Esta nueva presencia de la vida consagrada es un gran regalo de Dios. La respuesta generosa de los hijos de Don Bosco actualiza y concreta el llamado evangélico a poner la mano en el arado y no mirar atrás, ni reparar en limitaciones o cálculos humanos, sino de escuchar la invitación del Señor que cuando llama, da los medios, acompaña, sostiene su obra”, aseveró el obispo Colombo, por su parte. “Para la parroquia Santa Rita y sus comunidades –explicó–, una de las jurisdicciones más pobres y necesitadas de la diócesis, será una extraordinaria posibilidad de poner al servicio de nuestro pueblo nuevos dones que estos hermanos salesianos quieren compartir con nosotros”.

Y reflexionó: “Da mucha pena y dolor cuando en los discernimientos de algunas instituciones religiosas sobre cierre de casas cuentan aspectos de naturaleza económica, se postergan comunidades pobres que en términos materiales no cuentan y se cierran casas. Aquí ha sido al revés, ellos han aceptado venir a ayudarnos a estar más presentes entre los pobres. Y estamos seguros de que Dios no se dejará ganar en generosidad. La Rioja, su gente maravillosa, tampoco”.

Esta nueva comunidad salesiana está conformada por tres religiosos: los sacerdotes Marcos Aguirre y Adrián González, y el hermano coadjutor Gabriel Osorio. Si bien su llegada aún es muy reciente, los salesianos tienen tereas definidas que van de la mano con la predilección de su santo fundador: los jóvenes. Además de colaborar con el ministerio pastoral del párroco, colaborarán en la pastoral juvenil y universitaria de la diócesis, participarán en algunos espacios de atención a la vida vulnerable, como la lucha contra las adicciones y la violencia de género. También formarán animadores y darán clases en colegios y centros de formación de la diócesis riojana. “La pastoral juvenil diocesana ha venido siendo muy bien acompañada en estos años por sacerdotes y laicos; con la presencia de los salesianos este servicio se va a acrecentar y enriquecer”, confía el obispo.

“La gente está muy contenta y agradecida –describe Colombo–. Las comunidades eclesiales de esa jurisdicción tienen una hermosísima experiencia de gestación y atención de servicios a los más pobres. Ellos sienten que tendrán en los salesianos una ayuda y apoyo para multiplicar estos servicios, especialmente entre los jóvenes vulnerables”. Y remata: “En lo personal, pienso que así será y eso me alegra enormemente”.

Desafíos del crecimiento poblacional

“La Iglesia riojana nos ha recibido con mucha calidez. En la celebración de la eucaristía, el día que la gente del barrio nos dio la bienvenida, le pidieron a Dios en la oración de los fieles que podamos ser instrumentos suyo para acercarnos con humildad y caridad. Eso mismo soñamos realizar en esta nueva presencia”, relata Marcos Aguirre a Vida Nueva.

Otro de los salesianos, Adrián González, opina: “Somos conscientes de que las comunidades de estos barrios tienen un camino recorrido y una historia que les da identidad. Con mucha humildad queremos conocerla, recorrer las calles y tomar contacto con la vida de su gente. Estas barriadas tienen una gran población de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Con ellos principalmente queremos hacernos hermanos y compañeros de camino para responder a sus necesidades junto a las comunidades eclesiales que ya están trabajando hace tiempo”.

El más joven de esta comunidad religiosa es Gabriel Osorio. Él comenta: “La Iglesia riojana tiene la riqueza insondable de ser una tierra de mártires que entregaron su vida por vivir el Evangelio a pleno junto al pueblo. Tal como lo refleja la praxis de Jesús, la búsqueda por humanizar la vida, especialmente la de los más necesitados, es siempre el ideal. Eso hizo monseñor Angelelli, eso hizo Don Bosco y eso le pedimos a Dios que haga con nosotros en este lugar concreto. Para nosotros es una gran alegría poder formar parte de la diócesis de La Rioja y al mismo tiempo se nos presenta como todo un desafío. Sinceramente venimos con muchas ganas de aprender”.

En los últimos años, la ciudad capital ha crecido demográficamente de manera vertiginosa. Esto experimentó una gran transformación social. A la prometedora consolidación de la Universidad Nacional de La Rioja como institución formadora de jóvenes, se añaden, según Colombo, “la creciente urbanización por la emigración de numerosas familias, especialmente a la capital de la provincia, los nuevos desafíos que provienen de la lucha por la preservación del medio ambiente en materia de agua, energía y residuos, la multiplicación de barrios mayormente modestos, entre otras cosas”.

El obispo de La Rioja explica: “los barrios céntricos de la ciudad han quedado rodeados por un enorme anillo de comunidades y barrios muy pobres, con numerosas capillas y comunidades eclesiales que constituyen un entramado pastoral que los abraza y quiere acompañar en su pleno desarrollo. Son espacios de viva religiosidad evangelizadora, de solidaridad fraterna, de compromiso con la justicia, que requieren de parte de la Iglesia riojana la atención y el mayor de los respetos: Dios nos habla en esa vida nueva de nuestros barrios y comunidades”.

Como exalumno de Don Bosco, Colombo sabe por propia experiencia “del entusiasmo y la pasión por hacerse presentes entre los jóvenes” de los salesianos. “Esto me hace sentir más acompañado y animado para servir con ellos y mis sacerdotes riojanos, al Señor y a su Reino”, concluye agradecido.

Religiosos y laicos

Vuelve a tomar la palabra el provincial salesiano. Esta vez, para valorar el trabajo compartido entre religiosos y laicos, algo que ya Juan Bosco, en pleno siglo XIX, pregonaba. “En la reflexión que venimos haciendo en la Congregación y en la Provincia –acota Romero–, en los últimos capítulos, hemos podido hacer el camino de valorar la presencia de los laicos en nuestras obras y el peso que tiene su trabajo y su presencia en la misión salesiana. Esto fue así desde los orígenes y es lo que estaba fuertemente en el corazón de nuestro Padre Don Bosco: un vasto movimiento de personas que sumen fuerzas en la atención pastoral de los jóvenes más pobres y en peligro”.

En ese proceso de valorización y de reconocimiento de que el carisma salesiano es compartido por consagrados y por laicos “surgen diversas alternativas para llevar adelante la misión que creemos que el Señor nos encomienda: confiar algunas obras totalmente a la gestión laical, replantear cuál es el lugar que los consagrados queremos priorizar en las obras, y así buscar nuevos lugares donde poder vivir con fidelidad nuestra misión”, grafica en detalle el superior salesiano.

Por eso, la presencia salesiana de La Rioja “se entronca en este proceso de discernimiento: del modo y el lugar en el que queremos compartir la vida con los jóvenes y procurar ser para ellos signos del amor misericordioso de Dios”, enfatiza Romero. Y pronuncia convencido: “La iglesia y el pueblo riojano, el testimonio de monseñor Angelelli y tantos que entregaron su vida en estas tierras nos estimulan y enseñan. De ellos venimos a aprender”.

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