Parolin reivindica en México “la cultura de la acogida”

El secretario de Estado del Vaticano abordó la crisis humanitaria de los migrantes

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FELIPE MONROY (MEXICO DF) | La fugaz presencia del cardenal Pietro Parolin en México –del 13 al 15 de julio pasado– no solo dibujó los tonos de una simple visita de trabajo: hubo cortesía y reciprocidad por aquel encuentro que un mes atrás sostuvieron el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y el papa Francisco en Roma.

Pietro Parolin y el presidente Peña Nieto.

Pietro Parolin y el presidente Peña Nieto.

Al igual que en aquella oportunidad, los temas centrales y comunes para la Santa Sede y México pasaron por la gravedad del fenómeno migratorio, la consolidación de la libertad religiosa y la posibilidad de la visita del Santo Padre al país.

El secretario de Estado del Vaticano acudió invitado por el Gobierno mexicano para participar en el Coloquio Internacional México-Santa Sede sobre Migración y Desarrollo. Primeramente, Parolin fue recibido por el canciller mexicano, José Antonio Meade Kuribreña, quien organizó, junto a sus homólogos de El Salvador y Honduras, un encuentro entre especialistas y funcionarios para estudiar y poner en el horizonte miradas comunes en torno a la migración en la región.

Durante tres días, el moderno edificio que acoge la Secretaría de Relaciones Exteriores de México lució las banderas del Estado Vaticano y, por las noches, fue iluminada su fachada con los colores pontificios; además de esto, el Gobierno mexicano recibió al cardenal Parolin casi con protocolo de visita de Estado. Esto lo habría de corroborar el encuentro privado y el almuerzo oficial con el mandatario mexicano, en el Palacio Nacional.

A lo largo del lunes 14, Pietro Parolin y José Antonio Meade presidieron los trabajos del Coloquio México-Santa Sede sobre Migración y Desarrollo. En dicho foro se intercambiaron ideas y se identificaron coincidencias en temas relacionados con la migración internacional, la inclusión social, los derechos humanos o el respeto a la dignidad de la persona migrante, así como la contribución de la migración al desarrollo de los países de origen y de destino.
 

La transformación de un país

Frente a funcionarios mexicanos, representantes de El Salvador y Honduras y obispos y académicos, Pietro Parolin inició su intervención reconociendo las ‘importantes’ transformaciones sociales y de las instituciones mexicanas desde su última estancia en el país. Y es que, entre 1989 y 1992, el hoy secretario de Estado vaticano fue apoyo diplomático de la Santa Sede en México en la entonces Delegación Apostólica. De hecho, su labor junto al nuncio Girolamo Prigione logró concretar la reanudación de relaciones entre México y la Santa Sede, además del reconocimiento jurídico de las asociaciones religiosas en el país durante el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

“Les confieso –siguió Parolin– que recuerdo aquel período de mi vida con nostalgia, pues ya entonces era consciente de que estaba siendo un testigo privilegiado del inicio de las importantes transformaciones que la sociedad y las instituciones mexicanas experimentarían en un futuro cercano. Como me gusta decir, aquellos eran años de siembra… Me refiero, sobre todo, a la paulatina maduración sobre los derechos humanos, en general, y sobre el derecho fundamental a la libertad religiosa, en particular”. En este sentido, reconoció a la sociedad mexicana el pasar “de una lógica de la desconfianza y el recelo mutuos” a “la nueva atmósfera de diálogo confiado, aprecio recíproco y colaboración fructuosa” con la Iglesia.

Al abordar propiamente el tema central de su visita en México, el representante vaticano reconoció los esfuerzos del Estado mexicano con los programas de atención humanitaria ante el fenómeno migratorio. Sin embargo, acotó:

Es evidente que el fenómeno de la migración no puede ser resuelto únicamente con medidas legislativas o adoptando políticas públicas, por buenas que sean, y mucho menos únicamente con las fuerzas de seguridad y del orden. La solución del problema migratorio pasa por una conversión cultural y social en profundidad que permita pasar de la cultura de la cerrazón a una cultura de la acogida y del encuentro.

A los funcionarios de relaciones exteriores, les recordó que “el único criterio absolutamente válido para evaluar si una comunidad política cumple con su vocación de servicio al bien común es precisamente este: la calidad de su servicio a las personas, pero, de un modo especial, a las más pobres y vulnerables… Por eso les invito al reto de una sociedad más justa y solidaria, que reconoce el valor de la movilidad humana y no se cierra en sí misma, sino que está dispuesta a la acogida y a dejar espacios abiertos”.

Por su parte, el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, dio lectura al mensaje que el papa Francisco envió con motivo del encuentro multilateral de estudio de acciones frente a la migración y la crisis actual que supone.

Aprovechando un intermedio de las jornadas, el cardenal Parolin, los obispos mexicanos y los funcionarios de primer nivel del Estado mexicano bajaron al sótano de la cancillería para abordar los vehículos que los trasladaron al Palacio Nacional, en el corazón del centro histórico de la capital, donde Peña Nieto organizó una recepción para el secretario; en ese marco, el mandatario presidencial afirmó que México “considera a la Santa Sede como una gran aliada para impulsar temas prioritarios de la agenda internacional, contribuyendo a la construcción de un mundo más incluyente y más justo”. Además, reconoció el papel de la Santa Sede para conseguir que el tema migratorio fuera incluido en la Agenda Mundial de Desarrollo Post-2015.
 

¿Posible visita del Papa?

En el encuentro con el Ejecutivo federal participaron Christophe Pierre, los cardenales Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), y Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México; el secretario de la CEM, Eugenio Lira; el titular de la Dimensión de Pastoral Migratoria, Guillermo Ortiz, obispo de Cuautitlán; y Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla y presidente del CELAM. Por parte de las autoridades mexicanas, estuvieron José Antonio Meade, el embajador de México ante la Santa Sede, Mariano Palacios Alcocer, y la subsecretaria de Población, Migración y Asuntos Religiosos, María Mercedes del Carmen Guillén.

Finalmente, el Gobierno mexicano condecoró al cardenal Parolin con la máxima distinción que puede recibir un extranjero, “por los prominentes servicios prestados a la nación mexicana o a la humanidad” y “en correspondencia a las distinciones de que fueron objeto los servidores públicos mexicanos”, en referencia a la visita del presidente Peña a la Santa Sede, en junio, cuando se difundió la respuesta positiva del papa Francisco sobre un posible viaje a México en voz del propio mandatario nacional.

Aunque aún no se han compartido certezas sobre la visita papal, se especula que, en torno al Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia (EE.UU.), a celebrarse en septiembre del 2015, el Papa podría hacer una escala inicial o una clausura de viaje transcontinental en México.

Cuestionado sobre la posible visita del papa Francisco a México, Parolin desestimó escenario alguno previamente acordado y enfatizó que aún se encuentra en estudio el viaje, aunque recordó que el Papa ha mantenido un alto interés por México, particularmente como territorio donde la migración converge con muchos factores sociales, económicos y culturales. “El Papa está muy contento de poder venir a México –concluyó Parolin–, sobre todo teniendo en cuenta la acogida tan cálida que tuvieron sus dos predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Pero creo que todo esto está todavía en estudio y no se puede decir ni adelantar nada al respecto”.

Al día siguiente, medio centenar de obispos se reunieron en la Basílica de Guadalupe y concelebraron junto al cardenal Parolin. Antes de la ceremonia, los obispos del Consejo de Presidencia de la CEM tuvieron oportunidad de conversar con el secretario. El tema de la visita papal estuvo presente, aunque sin concretar alguna propuesta.

En el nº 2.904 de Vida Nueva

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