La Cuaresma por dentro

sacerdote Lázaro Albar durante una eucaristía con jóvenes en el campo
encuentro en la Casa de Espiritualidad Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús de Benirredrá, Valencia

Encuentro en la Casa de Espiritualidad ‘Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús’ de Benirredrá (Valencia)

La Cuaresma por dentro [extracto]

J. L. CELADA | Retiros, charlas y ejercicios siguen ofreciendo al cristiano una oportunidad distinta, pero no única, de preparar la celebración de la Pascua. ¿Cómo se vive por dentro esta Cuaresma de reflexión, oración y encuentro con uno mismo y con Dios?

Cádiz, Santa Cruz de Tenerife, Venecia, Río de Janeiro… Cuando no se han apagado todavía los ecos del Carnaval, con sus comparsas, bailes y desfiles, millones de cristianos celebran ya la Cuaresma. La pasarela de máscaras y disfraces ha dado paso al ayuno y a la limosna, el ruido exterior se ha tornado recogimiento interior. Un año más, el Miércoles de Ceniza delimitaba la frontera entre la expresividad corporal y el remanso del alma, una estancia que el creyente está invitado a acondicionar durante este tiempo de preparación al misterio de la Pascua.

Pero, ¿cómo disponer mejor el espíritu para vivir en plenitud la muerte y resurrección de Jesús? Charlas, retiros y ejercicios siguen siendo los medios más habituales para “ponerse ante la mirada de Dios y, alentados por su amor, promover un deseo mayor de amarle y seguir el estilo de vida que nos ofrece el Evangelio”.

Porque este es el principal objetivo de la Cuaresma, según Alfonso Crespo, sacerdote malagueño con larga experiencia en la dirección y acompañamiento de quienes deciden dedicar unos días –o unas semanas– a poner en orden su vida de fe para participar luego en el Triduo Pascual. Desde esta perspectiva, parece lógico que las actividades organizadas durante el tiempo cuaresmal estén dirigidas casi siempre a “personas que tienen una cierta vida espiritual: miembros de la comunidad parroquial o de movimientos eclesiales”.

sacerdote Lázaro Albar durante una eucaristía con jóvenes en el campo

Lázaro Albar durante una eucaristía con jóvenes

El perfil de la gente que suele acudir a estas convocatorias, por tanto, responde al de “personas con una cierta práctica religiosa que, con motivo de la Cuaresma, revisan su vida, se confiesan en las celebraciones penitenciales y, a través de la liturgia, se adentran en un ambiente especialmente religioso que conducirá a la Semana Santa, dando centralidad a la celebración de la Pascua”, explica Crespo.

Eso sí, desde la especificidad propia de cada lugar. En su caso, la de una Andalucía que vive este período del año bajo la impronta de la religiosidad popular y la “ambivalencia” que entraña: por un lado, “se respira un ‘ambiente cuaresmal’ en la ciudad, que atrae la atención de creyentes y no creyentes hacia los misterios centrales de nuestra fe”, reconoce el también profesor del Seminario y párroco de San Pedro de Málaga; sin embargo, a su juicio, este “lado positivo” tiene también su cara negativa, pues, con frecuencia, se trata de “una capa de superficialidad, de estética y de ‘aquí cabe todo’, sin centrar la mirada en lo esencial: la llamada a la conversión”.

Crespo sabe bien que “no hay que negar la riqueza de la religiosidad popular”, lo cual no le impide admitir “la carencia de una educación espiritual adecuada al ritmo de la liturgia, que llene de contenido evangelizador esa presencia pública del elemento religioso”.

A esta realidad sociorreligiosa cabe añadir, llegadas estas fechas, un dato muy significativo: a día de hoy, la asistencia a charlas y retiros “disminuye en número y sube la edad media de los convocados”, desvela Crespo. Un hecho que contrasta, por ejemplo, con la capacidad de convocatoria de las procesiones, que “no decae”, pero “sí es cada vez más confuso el espíritu de los espectadores”, admite. Y es que, “en general, la juventud –constata– participa de lo popular, pero sin mucha conciencia de lo religioso”.

Gente de fe

Desde Benirredrá (Valencia), mientras tanto, la hermana Amparo Bañuls, directora de la Casa de Espiritualidad ‘Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús’, desvela que los grupos que visitan su centro “se mantienen”. “No vemos que haya mayor afluencia –aclara–, ya que normalmente son personas que viven su fe en un entorno parroquial o comunitario: generalmente, religiosos, religiosas y laicos que se quieren preparar en profundidad para vivir este tiempo en un clima de oración y reflexión”.

El perfil de la gente que suele acudir a estas convocatorias
responde al de personas con una cierta práctica religiosa
que, con motivo de la Cuaresma,
se adentran en un ambiente especialmente religioso
que conducirá a la Semana Santa,
dando centralidad a la celebración de la Pascua.

A Lázaro Albar, sacerdote diocesano de Cádiz y Ceuta, su trayectoria de tres décadas impartiendo cursos de oración y dirigiendo retiros y ejercicios espirituales le permite distinguir entre las diversas posibilidades que ofrece este tiempo litúrgico: las charlas cuaresmales, “por la tarde, con silencio orante y espacio para compartir”, que tienen lugar en parroquias; los retiros de una mañana a los que acuden laicos y religiosas; los retiros de una mañana para sacerdotes; y los retiros de fin de semana para laicos, en los que “suele aparecer alguna religiosa”, y que imparte en compañía de la Fraternidad ‘Velad y Orad’ que él mismo fundó.

Una oferta variada, sin duda, aunque ello no contribuye a una mayor participación, porque, “con sus subidas y bajadas, la afluencia viene a ser como antes”, detalla Albar. Lo que se traduce en unas 20-25 personas para los fines de semana, alrededor de 40 cuando son retiros de una mañana o durante las charlas cuaresmales, y “desde 20 hasta 70, depende de las diócesis”, si se trata de sacerdotes.

Muy frecuentes son, sobre todo, los retiros de fin de semana, donde “algunos llegan confusos, otros doloridos por heridas del pasado, otros con sus miedos, otros con sus debilidades –relata el también párroco de la Inmaculada en Campamento (San Roque)–, pero el Señor, que es el Señor de la Vida, se pone en medio de nosotros en su Presencia Eucarística y, cuando caemos de rodillas en adoración, Él, Resucitado, viene a curar, sanar, animar, fortalecer, a llenarnos de su Espíritu, soplando sobre nosotros para lanzarnos al mundo a proclamar la alegría del Evangelio, la alegría de vivir en Dios, la alegría de pertenecer a la Iglesia de Jesús”.contemplación en un retiro espiritual durante la Cuaresma

Toda una experiencia de Dios que este sacerdote jerezano, autor de varios libros de espiritualidad y de oración, acompaña con “la presencia de María”. Además de la importancia que tiene el “posibilitar la Exposición del Santísimo y la confesión”, dos medios con un “poder de sanación y fortalecimiento espiritual” –dice Albar– que se antojan muy necesarios para que la gente salga de allí mucho mejor de lo que llegó.

En busca de paz

Claro que no todos van buscando lo mismo cuando se reservan unos días de la Cuaresma para participar en este tipo de actividades. O sí. Porque, de una u otra manera, normalmente “buscan encontrar a Dios, encontrarse consigo mismos y vivir momentos de mayor paz exterior e interior”, sostiene la hermana Amparo. Lo que quizá marca las diferencias en esa búsqueda es el ámbito en el que se desarrolla.

Así, mientras que en los retiros se persigue “armonizar la vida, encontrar la paz, el crecimiento espiritual, estar con el Señor”, afirma Albar, en los ejercicios espirituales se busca “parar la vida para revisarla a la luz del Evangelio y reorientarla”. Dicho de otro modo, el objetivo de estos últimos es “la conversión, discernir la vocación, descansar en el Señor y recuperar fuerzas para seguir el camino más llenos de Dios, tomando impulso para la misión”.

Unos y otros, en todo caso, “si son tales”, representan “un escalón de calidad con respecto a las conferencias, charlas y otros encuentros más puntuales”, opina Crespo.

Para el sacerdote malagueño, las personas que durante la Cuaresma acuden a un retiro o a unos ejercicios espirituales lo hacen desde una “opción” personal, y en su ánimo está buscar “a Dios, un tiempo de encuentro consigo mismo, una revisión de la propia vida y un deseo de comenzar de nuevo, dejando trabas y buscando nuevos horizontes”. Y aunque “a la mayoría les cuesta dar el paso para ir –confiesa–, casi todos vuelven con gozo de la experiencia de encuentro con Dios y con renovados deseos de vivir la vida teologal (fe, esperanza y caridad) con más autenticidad”.

Ahora bien, seguramente por eso, por el nivel de compromiso que muestran quienes deciden participar en un retiro o en unos ejercicios espirituales, Crespo llama a “revisar” qué significan estas citas o “qué aspiramos a lograr” cuando asistimos a ellas. “No se puede descafeinar la experiencia espiritual de encuentro con Dios con otras opciones, ciertamente legítimas: encuentro conmigo mismo, autorrealización, paz interior, serenidad, educación de las emociones, control de los afectos”, advierte el párroco y profesor.

Y añade: “Si esto segundo no va acompañado de lo primero, podemos estar asistiendo a una simple ‘terapia ocupacional’, legítima pero insuficiente”. En este sentido, apela a “la riqueza litúrgica que se vive y celebra” como índice para valorar “la calidad” de estos encuentros.retiro espiritual comunitario durante la Cuaresma

Llegados a este punto, surge una pregunta que parece inevitable: más allá de estos escenarios y momentos privilegiados, ¿consigue el creyente de a pie vivir, y transmitir hacia el exterior, una Cuaresma que no se quede solo en los tópicos tradicionales del ayuno, la penitencia…?

Se apresta a responder el propio Crespo, iluminado por el mensaje del papa Francisco para estas semanas previas a la Pascua, un texto que califica de “profunda meditación de la espiritualidad cuaresmal más allá de las prácticas concretas”. Porque esa pobreza a la que él nos invita “es una página de la mejor espiritualidad de conversión que alienta este tiempo precioso de Cuaresma”, defiende el sacerdote malagueño. Conversión que él aplicaría a signos tradicionales de estas fechas como el ayuno, la abstinencia y la oración, tan “descontextualizados en la sociedad moderna”.

“Cuando muchos hacen dieta –reivindica–, falta dar nuevo contenido al ayuno; cuando otros tantos siguen régimen, hay que darle un nuevo significado a la abstinencia. La oración, una constante en la vida del cristiano, debería revestirse en este tiempo de una mayor manifestación comunitaria, cargada de la riqueza litúrgica cuaresmal”.

Asimismo, siguiendo la invitación papal, reclama un “mayor protagonismo” para la caridad, “recuperando la riqueza de las obras de misericordia”. Propuesta que Crespo concreta, por ejemplo, en “dar el 10% del sueldo en el mes de Cuaresma para los más pobres; vigilias de oración y ayuno, entregando la limosna a una obra concreta; organizar visitas a hospitales y a la cárcel…”.

A su entender, la Iglesia actual necesita encontrar “signos que ‘signifiquen’, y estos deben ser más comunitarios y visibles”. Algo así como lo que ocurre con el Ramadán para los musulmanes, que “incluso los menos practicantes lo viven y el resto de las religiones nos enteramos”. Sin embargo, en el ámbito cristiano, cada día más, el inicio de la Cuaresma –se lamenta– no lo marca el Miércoles de Ceniza, sino el alumbrado del Carnaval”.

¿Consigue el creyente de a pie
vivir, y transmitir hacia el exterior,
una Cuaresma que no se quede solo en
los tópicos tradicionales del ayuno, la penitencia…?

Quien también se empeña en transmitir otra imagen de la Cuaresma es Lázaro Albar. Y lo hace a través de prácticas que conoce bien, como “la contemplación del icono” (de la Transfiguración, la Resurrección de Lázaro, la Cena del Señor y la Crucifixión del Señor), “aplicándolo todo a la vida”; en ejercicios espirituales sobre la experiencia de encuentro con el Padre misericordioso, a través de la parábola del Hijo pródigo, o ayudando a descubrir, con el pasaje evangélico de Marta y María, cómo contemplación y acción van de la mano; y en las charlas cuaresmales propuestas por su obispo, Rafael Zornoza, sobre La alegría del Evangelio. “Veo importante interiorizar, para llevar a la vida, la Evangelii gaudium”, sugiere el sacerdote gaditano.

Otro tanto procuran las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús en su Casa de Espiritualidad próxima a Gandía: “Transmitir otra imagen de la Cuaresma en todo aquello que hacemos al respecto, que se vaya más allá de los tópicos y que, efectivamente, sea un tiempo especial para transformar actitudes y caminar hacia una vida más cristiana”, desea su directora, la hermana Amparo Bañuls.

A estas alturas, ya hemos visto que no son pocos –sacerdotes o religiosas, de Andalucía, Valencia o cualquier lugar de España– los que emplean buena parte de su tiempo a acompañar a grupos y grupos de cristianos durante la Cuaresma. Solo quedaría por preguntarnos, tal vez, si nuestra Iglesia sabe aprovechar todo el potencial evangelizador de esta clase de convocatorias.

Y aquí es cuando surgen las dudas e incluso las críticas. “Deberíamos aprovechar estos encuentros para potenciar y fomentar más estos espacios, creemos que la sociedad de hoy necesita de espacios de interioridad para crecer como personas y, por tanto, como cristianos”, reflexiona Bañuls, para quien las casas de ejercicios son un espacio “idóneo para ello, que se debería promocionar desde todos los ámbitos eclesiales”.

“Deberíamos aprovechar estos encuentros
para potenciar y fomentar más estos espacios,
creemos que la sociedad de hoy necesita
de espacios de interioridad para crecer como personas
y, por tanto, como cristianos”.

Lázaro Albar, por su parte, cree que lo que se necesita es “que la oración y la vida espiritual cobren más fuerza en las comunidades cristianas”, que estas –como decía Juan Pablo II– lleguen a ser auténticas “escuelas de oración”.

Porque “la Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración”, según el papa Francisco, a quien le “alegra enormemente que se multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de intercesión, de lectura orante de la Palabra, las adoraciones perpetuas de la Eucaristía”. “La verdadera oración impulsa a la evangelización”, recuerda el sacerdote gaditano.

Contra la rutina

“Evitar la rutina” de estos encuentros, que casi siempre tienen lugar en “ámbitos muy cerrados y repetitivos”, es el consejo postrero de Alfonso Crespo. ¿Cómo lograrlo? El sacerdote malagueño propone varias sugerencias: desde “dar mayor relevancia” al mensaje cuaresmal del Papa para que “oriente las charlas, retiros…”, o dotar de “contenido espiritual” al signo de la ceniza para que sirva de “guía y programa para vivir la Cuaresma”, hasta sacar más partido a “la riqueza litúrgica de estos días, cargada de símbolos hermosos y con honda carga evangelizadora”, como el signo de la luz en la Vigilia Pascual.

Sin olvidar el “tiempo de penitencia”, que debería estar “más públicamente marcado, con signos externos que hagan presente el misterio”: celebraciones comunitarias del perdón (“con confesores suficientes”); colectas, en Jueves y Viernes Santo, “mejor explicadas y más visibles”…

Y, por último, Crespo urge a “optimizar los servicios que se prestan”, es decir, “ofrecer por arciprestazgos retiros o charlas cuaresmales por sectores (matrimonios, tercera edad, jóvenes…)”, de tal modo que este tiempo sirva para que “nuestras comunidades sean más itinerantes, saliendo al encuentro de otras para expresar el camino de conversión y la alegría de la Pascua”. También a través de “gestos de cercanía y diálogo con la frontera de la fe”. “¡Es una tarea pendiente!”, asume él. Y una llamada a aprovechar la Cuaresma para aceptar con “imaginación” los cambios que implica.

 

Semana Santa en La Cueva

Cueva de san Ignacio, en Manresa

Cova de Manresa

FRANCESC RIERA, SJ, director de La Cueva de San Ignacio, Manresa | La Cueva de San Ignacio en Manresa ofrece todos los años la oportunidad de vivir la densidad de la Semana Santa integrando propuestas diversas de oración y silencio con la celebración litúrgica en el marco privilegiado de la cueva donde Ignacio de Loyola vivió su experiencia “fundante” y donde cuajaron los Ejercicios Espirituales.

Desde el jueves a primera hora de la tarde hasta el domingo después de un gran desayuno festivo, nos reunimos habitualmente un grupo de unas 80 personas (entre ellas, la comunidad formada por los jesuitas de la casa y un grupo de seglares) en régimen de internado y en actitud de silencio, oración… El grupo se encarga de preparar las celebraciones litúrgicas, abiertas a la ciudad de Manresa y a personas que vienen de otros puntos.

A lo largo del día, la propuesta de oración irá creando una atmósfera de interioridad en donde resuenan las líneas centrales de la liturgia y en la que desemboca el fruto de la contemplación, reflexión y silencio de la jornada.

Cada año se toma un eje central que coordine y unifique tanto los ratos de oración personal como las liturgias. Interés especial tiene contemplar “fusionadas” la pasión de Cristo y la pasión del mundo. La honda comunidad que se crea en el silencio permite ampliar largamente la adoración eucarística nocturna del Jueves Santo y acompañar durante toda la noche, por turnos, el Viernes Santo, la cruz, la agonía, el sepulcro, la soledad de las mujeres y los discípulos.

Esta honda preparación interna culminará en el diseño y preparación, en diversos grupos, de la liturgia de la Vigilia Pascual, compartida, creativa, convertida en un canto a la vida, al Señor Jesús exaltado junto a Dios.

La propuesta desea recoger los ejes centrales de los Ejercicios ignacianos: “Sentir y gustar internamente”, “conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre…”, “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado” y “alegrarme por el gozo del Señor resucitado”.

 

Buenafuente del Sistal, lugar desierto y habitado

Monasterio de Santa María de Buenafuente del Sistal, en Guadalajara

Monasterio de Santa María de Buenafuente del Sistal

ÁNGEL MORENO, de Buenafuente | Desde el siglo XII se mantiene abierto el Monasterio de la Madre de Dios de Buenafuente del Sistal, de la Orden del Císter, que está habitado en la actualidad por nueve monjas. En 1973, decidieron abrir sus puertas para compartir con huéspedes y peregrinos la oración, el silencio, la soledad, la naturaleza y la pobreza.

Estos últimos años, al lugar del Sistal, que significa Císter, se le conoce por su acogida para tiempos de oración y silencio, y porque en él se celebra una única liturgia, en torno a la comunidad monástica.

Los huéspedes participan en el rezo de la Liturgia de las Horas, especialmente en la oración de Completas, y en la Eucaristía; disfrutan, además, de ratos de adoración y para la reflexión personal.

Si el mayor flujo de visitantes y de ejercitantes se da en verano, el momento cumbre de Buenafuente es el Triduo Santo, cuando cerca de doscientas personas participan de manera muy profunda en las celebraciones de esos días, desde el Miércoles Santo al Domingo de Pascua.

El encuentro de Pascua adquiere un colorido eclesial desbordante, por las numerosas familias que se acercan con todos sus hijos, y que, sumadas a la comunidad de monjas, a los consagrados y presbíteros, dejan gustar la riqueza de la Iglesia. Sorprende el deseo de silencio, de oración y de colaboración personal en las tareas domésticas, lo que es necesario para que se lleve a cabo el encuentro en un lugar que no tiene posibilidad de ofrecer servicios contratados. Es el propio grupo de huéspedes que se organiza, para que todos vivan unos días de paz, armonía, silencio, oración y familia.

Durante los días de Cuaresma, de manera más individual, se acercan personas con el deseo de orar y, sobre todo, de tener algún encuentro con alguien que les pueda escuchar, orientar, o celebrar el sacramento del perdón.

Es frecuente que algunas parroquias organicen retiros especiales para sus feligreses y se acerquen a Buenafuente, no para utilizar la infraestructura y desarrollar un programa paralelo, sino para sumarse al clima de silencio y oración y participar de la liturgia monástica. En general, solicitan algún apoyo de acompañamiento, que se organiza con reflexiones, y actos adecuados, para reavivar el deseo de un encuentro con el Señor.

El privilegio de poder vivir unos días en un lugar solitario, consagrado enteramente a la dimensión espiritual, es cada vez más valorado, y resulta muy sorprendente que el pequeño núcleo del antiguo pueblo se haya convertido en una pequeña ciudad de oración, donde los huéspedes, que se alojan en las diferentes casas, salen de ellas al toque de las campanas en dirección a la iglesia del monasterio.

En el nº 2.886 de Vida Nueva.

 

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